sábado, 30 de octubre de 2010

Lectura Lucas 19:1-10. Domingo de Zaqueo el Publicano.

La tercera lectura presenta un hecho que le aconteció a Jesús en la señorial ciudad de Jericó, en donde abundaba la gente rica y donde se pagaban muchos impuestos.

En aquel tiempo, habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: "Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa."Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: "Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador."Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: "Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo."Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."

Zaqueo era públicamente un hombre marginado, despreciado y acaso temido, Por eso el geto de Jesús se orienta a entender que todos los hombres tienen salvación y que basta gestos de amistad para que conviertan sus vida. Declara que la salvación ha entrado en su cosas y que todos los hijos de Dios están llamados a repetir la historia de hombres convertido.La iglesia y todas las comunidades de los seguidores de Jesús, tienen el riesgo de pensar que los hombres pecadores deben ser apartados, que no son dignos de gozar de los beneficios y de las gracias del cielo. Jesús dice lo contrario. Y sale en defensa del pecador cuando la gente murmura por que ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.El gesto de Jesús desafiaba muchas de las normas que imponían los fariseos y los sacerdotes del templo: no tocar a los impuros, no tratar con los paganos, no comer sin lavarse, no hacer miles de cosas que los hombres normales hacen.+ + + + + + + + +

Es admirable la actitud de Jesús de ser el que se adelanta a tratar con un hombre odiado por todos, porque era el jefe de los recaudadores de impuestos. Jesús le transforma en otro hombre y anuncia que El ha venido a salvar. No le importan a Jesús los comentarios de la gente ni los prejuicios de los hipócritas. Le importan los pecadores que hay que llevar de nuevo al buen camino.Las formas de Jesús para aproximarse a todas las personas son las que la Iglesia y los que quieren salvar a los hombres del mal, debe imitar en sus actividades. Hay que estar más allá de lo que diga la gente que se cree buena para llevar al buen camino a los descarriados a los que los demás hombres consideran malos y pecadores, pero que acaso no lo sean tanto ante los ojos de Dios.Por eso es un modelo de amistad y de misericordia el dialogo que Jesús mantiene con Zaqueo en esta lectura. Al pasar “levantó Jesús la vista y le dijo: Zaqueo, baja en seguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa”.Y es admirable la reacción de Zaqueo, que bajó deprisa del árbol y le preparó un banquete para celebrar esa para él inesperada amistad.El encuentro con Jesús terminó con las buenas disposición de Zaqueo y con la afirmación de Jesús de que la salvación había ya entrado en la casa del nuevo discípulo, del recién convertidoEl texto no especifica los motivos que tenía Zaqueo para querer encontrarse con Jesús: ¿curiosidad? ¿Los comentarios de la gente? ¿la fama por los prodigios realizados? Es probable que Zaqueo buscaba sabe si Jesús había ya pagado los tributos que los romanos exigían a todo judío. En una ocasión ya se los habían pedido en Galilea y Jesús había pagado de una forma original: indicando a Pedro que fuera a pescar un pez y que sacara de su boca la moneda del tributo. Sin embargo el resultado que Jesús quiso que hubiera en aquella ocasión fue la conversión de un explotador, de un “jefe de publicanos”, el cual residía en la importante ciudad de JericóNo basta con tener buenos deseos, no basta con tener intenciones altruistas, no basta con tener sentimientos generosos: es necesario actuar, es necesario pasar de las palabras a los hechos. Zaqueo lo hizo y prometió ante Jesús que devolvería lo que fuera, si es que había robado a alguien… Jesús le recompensó con un signo de amistad: “entrar en su casa y aceptar una comida”. Y no le importó los que murmuraba de él. Es más les advirtió que El no había venido al mundo para salvar a los buenos, sino para levar por el buen camino a los malos.+ + + + + +La figura del jefe de publicanos convertido en amigo de Jesús es muy significativa. Hay personas que tienen mala fama y no son tan malos. Y hay personas que tienen buena fama, y acaso no la merecen. Hay personas que tienen una experiencia negativa de Dios y de las cosas de la religión y se debe a una mala forma o alguna herida que arrastran. Y hay que ser comprensivos con ellos y entrar en su casa para comer a su lado. No son ni ateos, ni pecadores, ni malos. Son solamente alejados.Hay que saber acocarse a ellos para llevarles luz, paz y consuelo. Es lo que hizo y enseñó Jesús. Y lo que enseñó a hacer. Y para ellos hay que hacer oídos sordos a los chismosos que murmuran de la generosidad, como era mucha gente que vio cómo Jesús entre en la casa de Zaqueo, que se escandalizaban por la generosidad del Maestro.La profunda transformación en la vida de Zaqueo es lo que podemos denominar con la tradición cristiana, la “conversión del pecador”. Dios no quiere que el pecador muera, sino que arrepienta y viva. El mensaje de Jesús es claro. Por eso los seguidores de Jesús hacen lo posible por conseguir que todos se acerquen al buen camino. Y no hay buen camino si no conduce a Jesús.

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