martes, 30 de noviembre de 2010

Evangelio del dìa...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo:
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.Inmediatamente, ellos dejaron la barca -y a su padre, y lo siguieron.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

La vida del discípulo es la respuesta a una vocación“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”La celebración de la fiesta del apóstol Andrés, el hermano de Pedro, uno de los primeros cuatro vocacionados del Evangelio, llamado en medio del placido ambiente del lago de Galilea y de la cotidianidad de su oficio de pescador, nos hace retroceder a toda velocidad hasta el punto de partida de todo el proceso es decir, de la vida del discípulo como respuesta a una vocación.La vocación es una experiencia de la Palabra de Dios, una palabra que, al interpelarnos, nos hace salir de nosotros mismos y arroja nuestra existencia hacia Dios y hacia los demás. La Palabra nos hace “ser” verdaderamente porque sólo quien se autotrasciende puede vivir plenamente. El llamado del Señor genera, en quien escucha y responde, una existencia radicalmente nueva, que es una obra inédita del Dios creador.La vocación, entonces, es la roca sobre la cual se construye todo el edificio de la vida cristiana. No sabríamos que hacer con ninguna de las enseñanzas que nos ha dado Jesús si no tuviéramos claro que la escucha y vivencia del evangelio no es más que una respuesta cotidiana a la vocación. Cada día, apoyados en el evangelio, es un paso más en la peregrinación, un ladrillo nuevo y hermoso en la edificación de nuestra vida.La palabra que escuchó en aquella mañana de su vocación el apóstol Andrés, lo hizo salir de sí mismo en una doble dirección:­ En el “Venid conmigo”, invitación que compartió con su hermano Pedro, su existencia encontró un nuevo horizonte: el estar siempre con el Señor compartiendo sus días y sus noches. Su vida maduró en esta relación.­ En el “Os haré pescadores de hombres”, entendió que su vida tenía sentido en cuanto viviera una misión, una misión compartida junto con la comunidad de Jesús, una misión que era la misma de Jesús.
Apoyados en la experiencia fundamental del apóstol Andrés, revisemos el proceso que hemos hecho, A LA ESCUCHA DEL MAESTRO.

1. ¿Cuánto he crecido en mi vida de discipulado, teniendo en cuenta que cada día Jesús me estuvo dando una nueva enseñanza?
2. ¿Cuáles son los indicadores concretos de este crecimiento? ¿Otros lo pueden confirmar?
3. ¿Qué he ido captando que tengo que hacer en mi familia, en mi comunidad, en mi entorno social? ¿Cómo se ha ido delineando la misión que el Señor quiere que yo realice?
4. ¿Hacia dónde va mi vida? ¿Cuál es mi esperanza?
5. Con la mirada puesta en el futuro, ¿Qué debe caracterizar mi estilo de vida, la vida nueva en el Señor en el “hoy” de mi historia?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Marìa, nos conduce a Jesùs.


Primer domingo de adviento
La primera mirada y el primer pensamiento en este domingo en que inauguramos un nuevo año en la presencia del Señor, quiero dirigirlo a María, que preparó a conciencia el primero y verdadero adviento. Nadie como ella, supo interpretar los signos de los tiempos, sintiendo que el Señor estaba cerca, ella oró como nadie con el Salmo 4: “Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza”.Y cuando le fue propuesta la maternidad nada menos que del mismísimo Hijo de Dios no supo, y no pudo y no quiso decir que no. Su vida fue un “sí” rotundo a los planes de Dios en su vida: “Con quien guarda su alianza y sus mandatos el Señor es leal y bondadoso. El Señor se descubre a quien le teme y le enseña el sentido de su alianza”.Ella temió al Señor, esperó con verdadera esperanza, y por eso le fue concedido el sentido de la alianza, siendo ella, con su sí, quien propiciaba que el Dios lejano se hiciera nuestro, y a partir de la encarnación de su Hijo, Dios tuviera otro título que antes no tenía: “Emmanuel”, el Dios con nosotros, el Salvador, el que puso su tienda entre nosotros. Parece que de María tendríamos que explayarnos hasta la última semana de Adviento, pero quién mejor que ella para abrir y disponer los corazones para que esta Navidad no tenga las características de ser solo una fiesta más, o mejor la fiesta de las fiestas, donde hay de todo, pero donde se siente muchas veces un vacío.Y no tanto por las cosas de las que no se pudo disponer para la fiesta y el festejo, sino precisamente por no haber dispuesto el corazón, para hacer ahí el Adviento, la llegada, la recepción y la acogida para el recién nacido.Navidad será entonces un festejo anticipado de la Pascua del Señor. Sin su encarnación, no hubiera sido posible ni la entrega, ni la redención, ni la cruz, pero tampoco la Resurrección y la vuelta de los hijos de Dios a la casa, al Reino, a los brazos amorosos del buen Padre Dios.La Navidad nos hermanará en torno al divino Niño, nos hará compadecernos y enternecernos a la vista de quien se convierte en la presencia más cercana del Dios de los Cielos, el Dios de cielo y tierra.Pero no nos hagamos ilusiones ni nos quedemos en un sentimentalismo con ribetes de superficialidad, de placer y hasta de egoísmo. Todos queremos tenerlo todo y disfrutarlo ese día, aunque sepamos muy clarito que a tu lado hay alguien que pasa hambre y sed y desnudez. No nos hagamos ilusiones de que cantado un villancico de bodega comercial ya la hicimos. Cierto que el niño es el niño Dios, y que ya vino y se ha quedado entre nosotros. Pero hoy es día de recordar, que ese niño que vino en carne mortal, en la sencillez, en la humildad y en la pobreza, vendrá de nueva cuenta, y no precisamente en humildad sino con toda la majestuosidad de quien tiene sobre sí el Poderío y el Reino y el Juicio de este mundo: “Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad”. Él volverá, y volverá para dar la mano a los que fueron señalados para el Reino, y para introducirlos a la presencia del Padre. Si pasó desapercibido en su nacimiento y pasa hoy desapercibido porque los que lo tenemos que dar a conocer nos hemos dormido, entonces su presencia será visible a los cuatro puntos cardinales. Es más, ya no habrá puntos cardinales, porque él será el centro de todo.“Cuando estas cosas sucedan, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. ¡Qué bueno que sea el mismo Cristo el que lo diga, el que nos haga la gran invitación, levantar la cabeza, levantarla de lo que nos parecía tan importante, de lo que nos parecía imprescindible, de lo que no podíamos desprendernos, hasta de nuestro teléfono celular que nos hacía parecer importantes, cuando en toda ocasión teníamos que levantarnos delante de los demás para entrar en una conversación sin igual, así fuera en el mismo templo y en la mismísima Eucaristía!Entonces Cristo será lo único imprescindible, pues sin él definitivamente no entraremos al Reino de los cielos. Es la hora de la liberación, la hora de la libertad, la libertad que nos asemejará al Buen Padre Dios que en su liberalidad nos envió a su Hijo Jesucristo. De cualquiera de nosotros que lo digan, siempre existe la sospecha de ser candil de la calle y oscuridad de la casa, pero es el mismo Cristo el que nos invita a levantar la cabeza, porque la hora de la liberación estará cerca, el que también nos invita a disponer nuestros corazones.No podemos encontrar mojigatería ni palabras vanas en Cristo: Estén ALERTAS, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquél día los sorprenda desprevenidos: porque caerá de repente como una tromba sobre todos los habitantes de la tierra”.Además del ALERTAS, Cristo usa otros dos verbos que pueden ser la clave para que este Adviento y esta Navidad sean verdaderamente la clave de nuestra salvación: “VELEN, pues, y HAGAN ORACIÓN, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.Con la cabeza en alto, alertas, velando y en oración, podemos invocar este día la presencia de María sobre nuestro corazón, nuestra familia, nuestra parroquia y nuestro mundo: "Santa maría del adviento, abre nuestros corazones, como tú lo hiciste en el primer Adviento, a la venida de tu Hijo Jesucristo."

La Esperanza y la Realidad...

No se trata de cerrar los ojos a la realidad, se trata de verla de otra manera.
Se trata de ver: Que el mundo está mal,pero ver que puede estar mejor.
Que el matrimonio anda mal,pero ver que podemos vivirlo mejor.
Que los esposos no se entienden,pero ver que somos capaces de dialogar.
Que los hijos ya están perdiendo la fe,pero ver que las semillas que sembramos pueden brotar en cualquier momento.
Que sólo existe justicia para el que puede pagarla,pero ver que algún día puede haber justicia también para los pobres.
Que existe mucho individualismo,pero ver que algún día nos sentiremos solidarios.
Que existen demasiados hombres y mujeres que viven en esteras, pero ver que algún día podrán tener una casa digna.
Que existe demasiada infidelidad conyugal, pero ver que algún día podremos ser fieles a nuestra palabra comprometida.
Que existe demasiada mentira en el mundo, pero ver que algún día podremos vivir en la verdad.
Que vivimos sin conocernos, pero ver que algún día todos nos sentiremos hermanos.
No, no es una utopía porque entonces Jesús sería el más utópico.Él nos enseñará que todo eso es posible porque Jesús desde su misma cuna hará posible que todo pueda cambiar y ser distinto.
Celebrar la Navidad no es celebrar un simple nacimiento, es celebrar que desde el pesebre de Belén todo puede comenzar a ser diferente. Porque Jesús no se encarnó entre nosotros por simple utopía, aunque sea la utopía de Dios, sino porque Él nos mostrará el camino de lo nuevo.

Adviento tiempo de Esperanza...

AHORA LE TOCA A LA ESPERANZA

Todos los tiempos son tiempos de fe porque sin fe todo carece de base y fundamento. Todos los tiempos son tiempos de amor y caridad porque sin amor la vida carece de sentido. ¿Y dónde están los tiempos de la esperanza? Cada año comenzamos el Adviento como tiempo de esperanza, pero en realidad le damos poca importancia. Como decía Peguy la esperanza es la “hermana menor”, pero luego añade que es “la hermana preferida de por Dios”.Sin la fe carecemos de base y sin amor, carecemos de vida; pero sin esperanza carecemos de futuro. Sin esperanza no hay amanecer. Sin esperanza no hay ilusión y nos quedamos todos encerrados en el pasado que ya no existe. Sólo la esperanza es capaz de sacarnos del poco de nuestras desilusiones y fracasos y abrirnos al cambio y a lo nuevo. Sin esperanza la vida es como un camino que tropieza contra un muro sin saber lo que hay al otro lado.Dios es amor, pero también es esperanza. Vive de la esperanza de un nuevo futuro, un nuevo mundo, un hombre nuevo, por eso el libro del Eclesiástico nos dice: “ No preguntes: ¿Por qué los tiempos pasados fueron mejores que los presentes? Eso no lo pregunta el sabio”. (Ecl 7,10)Hemos hablado mucho de la fe, ahora le toca a la esperanza, hemos hablado mucho de la caridad, ahora la toca a la esperanza. Nos han hablado mucho de la fe, ahora le toca el turno a la esperanza. Nos han hablado mucho de la caridad, ahora le toca el turno a la esperanza.Nuestra vida cristiana tiene necesita del trípode de la fe, la caridad y de la esperanza. Si le falta una de las patas al trípode, el resto se nos viene abajo. La fe sostiene la esperanza, pero la esperanza da futuro a la fe. Sin esperanza somos pasado, es decir, ya no somos.José Luís Martín Descalzo escribía en el Prólogo a su libro Razones para la esperanza: “Dicen que la gran enfermedad de ese mundo es la falta de fe o la crisis moral que atraviesa. No lo creo. Me temo que en nuestro mundo lo que está agonizando es la esperanza, las ganas de vivir y luchar, el redescubrimiento de las infinitas zonas luminosas que hay en las gentes y en las cosas que nos rodean.”Por eso es maravilloso que el Ciclo o Año Litúrgico comience siempre con el Adviento como tiempo de Esperanza. Tiempo de espera. De espera del triunfo definitivo de Jesús al final de los tiempos, pero la espera de algo más inmediato que es la venida misma de Jesús en Navidad. Esa es la gran espera de Dios durante siglos. Nosotros celebramos esa espera y esperanza de Dios para convertirla también en esperanza nuestra.Esperar es saber que hay un futuro distinto. Cuando descubrimos este futuro como cierto y como “realidad positiva, se hace llevadero también el presente”. ¿Reconocemos a la Navidad como algo que esperamos no por los regalos sino porque con ella podemos encontrar la razón de nuestras vidas?”

Evangelio del dìa.


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 37-44

Jesús dijo a sus discípulos:«Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada».

Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia
¡Alerta! ;Cuidado! ¡A vigilar!... En estas tres expresiones podríamos resumir todo el Evangelio de este domingo.Al comenzar el Año Litúrgico, el Año religioso de la Iglesia, miramos a Jesús y lo vemos en una actitud algo misteriosa. Parece que tiene los ojos clavados en la lejanía, mira el día último del mundo, cuando vendrá a juzgar a todos y a cerrar la Historia, y se siente preocupado. Ya había dicho una vez:- Pensáis que cuando yo vuelva encontraré fe en la tierra'?...Ahora, diríamos, se siente inquieto. Sabe que aquel día último ya no habrá remedio para tantos, y les previene:- ¿No os habéis fijado en lo que pasó durante los días de Noé? Lo veían las gentes construir el arca, y se reían de él, aunque les avisara: ¡Que va a llegar un enorme diluvio!... Pero no le hacían ningún caso, y le contestaban: ¡Allá tú, si lo crees! Nosotros, a comer, a beber, a casarnos y a pasarla bien!... Sin embargo, llegó el día fatal. Noé se metió en el arca, y comenzaron los cielos a descargar aguaceros imponentes que se engulleron a todos. Pues esto mismo, esto mismo, va a acontecer al final de los tiempos, porque me presentaré a la hora menos pensada.¿Qué les ocurre a muchos cuando oyen estas palabras del Evangelio? Se dicen muy convencidos:- No, si yo voy a contradecir a Jesucristo. Pero el día final está muy lejos... Vete a saber cuántos milenios faltan todavía.Estamos muy acordes al pensar así. Quizá faltan muchos siglos para que se acabe el mundo. Dios quiere que su Cielo esté muy poblado, y se da mucho tiempo para que se llene bien. Hace dos mil años que vino Jesucristo, y a lo mejor estamos nada más que comenzando el tiempo de la Redención. ¿Cuánto falta para que se acabe el mundo? No lo veremos nosotros, seguramente...Sólo que esta pregunta se vuelve demasiado punzante cuando se cambia por esta otra, y que viene a significar lo mismo: Y a mi, ¿cuánto tiempo me falta para acabar mi vida, para que el mundo se acabe para mi?...Entonces, la palabra de Jesús es tremendamente actual: Vigila tú, porque no sabes la hora en que me voy presentar precisamente por ti.Esta es la realidad más preocupante a nivel personal. El mundo puede durar muchos siglos y muchos milenios. Pero, para mí, el mundo tiene un límite muy concreto: el día en que Dios me llame. Y ese día es incierto del todo.Por eso, cada uno se da a Jesucristo cada día y cada momento, y lo espera en el espacio de tiempo que se le concede a él en concreto. El creyente sabe repetir con gran convencimiento: Señor, para cuando vengas, yo y todo lo mío somos enteramente para ti.Estamos hechos a ver tipos muy raros en la sociedad, y a propósito de este Evangelio se dio un caso muy divertido en Inglaterra hace algunos años.Aquel señor debía ser bastante excéntrico y en el testamento dejó toda su fortuna, convertida en dinero contante —en concreto, veintiséis mil libras esterlinas—, en favor de Jesucristo para cuando vuelva a la tierra. Una cláusula del testamento extiende la validez hasta dentro de ochenta años. Como la ley es ley, los ejecutores del testamento no sabenqué hacer. El Tesoro Inglés se hace cargo de esta cantidad por el momento, y si dentro del tiempo establecido no se ha presentado el beneficiario, Jesucristo, al que se le debe entregar —dice el testamento— “una vez obtenida la prueba de su identidad”, se piensa que el Tesoro del Estado se quede con el dinero, junto con todos los intereses acumulados durante ochenta años, o bien se lo entreguen a algún descendiente lejano del desquiciado testador... (Ernest Digweed + 20-lX-1976. Confiado al Public Trustee Office.- I1 Tempo 24-lX-1997)Nos podemos reír si queremos. Pero de la risa pasamos a lo serio. ¿Es esto lo que Jesucristo nos pide ante la seguridad de su vuelta?La espera del que tiene fe es muy diversa a la de este infelizote.Nuestra espera consiste en ilusión por unirnos con Jesucristo y el complacerle con nuestra vida entera.Isaías nos presenta la venida del Señor como un monte inundado de luz deslumbrante. San Pablo, por su parte, nos hace ver en ello la claridad de nuestra fe, que se traduce en deseo ardiente de encontrarnos con el Señor, para lo cual nos preparamos con toda suerte de obras buenas.El cristiano no teme el encuentro con Jesucristo. Al contrario, este futuro encuentro es la mayor ilusión de su vida.El trato ininterrumpido con Jesucristo mediante la oración le hace entablar una amistad con el Señor que aleja radicalmente del alma todo temor. Por eso, la fe se alimenta de la oración: quien ora sabe creer, sabe esperar y sabe amar. Quien ora está inmerso plenamente en la luz de Dios.Y el que sabe que cada día está más cerca del Señor, vive con gozo la esperanza, convencido de que Jesús viene a buscarlo para meterlo en su misma gloria.Hoy llevan muchos una vida perfectamente computarizada: el negocio, el dinero, la diversión están programados al detalle... ¿Lo está también la fe? ¿Se está al tanto de la proximidad del Señor?En el mundo se vive con más atención la palabra de los paisanos de Noé —¡a divertirnos!—, que la prudente de Jesucristo: ¡Vigilad!... Nosotros preferimos vigilar, por si acaso...

Darle sentido a la historia. Primer Domingo de Adviento.

La liturgia católica determina que el tiempo ordinario de cada Ciclo culmine con una mirada escatológica y comience con otra en la misma línea. El penúltimo domingo del tiempo ordinario se lee una sección del pequeño apocalipsis sinóptico, el último domingo es la Fiesta de Cristo Rey donde la escatología se explica desde la cruz, y el primer domingo de adviento se lee otra sección del pequeño apocalipsis sinóptico. De esta manera, simbólicamente, lo que comienza y lo que culmina se resume en el resumen de la historia, que es Jesús crucificado y, rebeldemente, resucitado. Siguiendo con el simbolismo, podemos decir que no hay más historia que la historia del crucificado resucitado. La vida de cada ser humano, de cada varón, de cada mujer, tiene sentido en esa condensación de Dios que es Jesús de Nazareth. La escatología no es algo para ir buscando al final del camino, sino algo para ir caminando, para desentramar los acontecimientos y mirarlos con nueva luz. La dicotomía histórica de la injusticia humana (que crucifica a Jesús) y la justicia divina (que lo resucita) es aplicable a cada instante, y no solamente en un juicio universal final. Hay juicio/discernimiento en las acciones cotidianas, en las decisiones de todos los días. Por eso es importante estar preparados, atentos, velando. El discurso de Jesús no busca generar temor (el temor es anti-evangélico), sino confianza y actitud de vida. Velar no es tener un ojo abierto para ganarle de mano a Dios. Velar es vivir con la certeza de la presencia constante del Cristo. Velamos por fe, no por miedo. Para recalcar esto, Mateo añade al discurso apocalíptico conservado en los Evangelio sinópticos, un capítulo completo elaborado según la redacción mateana. Si recordamos bien, la estructura básica de los capítulos 13 de Marcos y 21 de Lucas (apocalipsis sinópticos), consiste en un agrupamiento de frases y sentencias del Señor sobre la caída del Templo de Jerusalén, el final de los tiempos, las tribulaciones que acontecerán a los discípulos y la exhortación a estar velando. Mateo recoge lo mismo (con algunas particularidades) en el grueso de su capítulo 24, pero añade tres parábolas sobre el tema de la vigilancia y una mirada sorprendente sobre el juicio final que realizará el Rey del Universo. Este añadido mateano refleja su estilo literario por dos cuestiones: porque las parábolas son propias del Jesús Maestro, que es una de las imágenes preferidas de Mateo para presentar a Jesús; y porque la idea de juicio es una herencia del judaísmo del que proviene el autor. Las tres parábolas son la del siervo fiel (Mt. 24, 45-51), las diez vírgenes (Mt. 25, 1-13) y los talentos (Mt. 25, 14-30). El cierre de esta sección está en Mt. 25, 31-46 con el juicio que distribuye a la izquierda los que han despreciado al hambriento, al sediento, al que estaba de paso, al desnudo, al enfermo y al preso; y a la derecha del Hijo del Hombre a los que tuvieron la actitud contraria, de empatía con el hermano sufriente. O sea que, el juicio según Mateo, es el discernimiento de aquellos que vivieron como vivió Jesús, saciando el hambre y la sed, acogiendo, vistiendo, curando enfermos y visitando a los presos. El que supo hacer del hermano necesitado su norma de vida, ha entendido en qué dirección quiere Dios que vaya la historia humana.La contraparte de esta actitud de vida vigilante y comprometida, es lo que sucedía en tiempos de Noé. El libro del Génesis es lapidante al respecto: “Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón” (Gn. 6, 5-6). La lectura que hace Jesús difiere de esta visión terrorífica de la humanidad. Para Él, el problema de los días del diluvio reside en que la vida se vivía como si nada, sin sentido. Los seres humanos hacían las mismas acciones que ahora (comer, beber, casarse), pero sin incluir a Dios y a sus planes en sus existencias. Entonces, cuando vino el diluvio, acción de Dios y planificada por Él según el relato, se los llevó a todos. Noé se salvó en el arca porque estaba atento a las señales divinas; supo escuchar el plan y, por estar atento, se salvó. Esta re-lectura que hace Jesús es significativa. El problema no es tanto la maldad de los humanos como su dejadez, su vida sin sentido. Comen, beben y se casan sin saber a dónde se dirigen, por qué lo hacen, y qué sentido tiene que estén en la tierra. Esta forma de existencia no es vivir, sino sobrevivir. Es la manera más dilatada de malgastar la existencia. Para el relato del Génesis la clave del diluvio está en una maldad activa; para Jesús es una maldad pasiva, la maldad de no hacer nada, de dejar las cosas así, de no preocuparse por los otros, de no valorar la vida. Como en aquel tiempo el diluvio arrasó con todos porque no prestaban atención a Dios, de la misma manera la venida del Hijo del Hombre será un cataclismo histórico, porque nadie la estará esperando como es debido, o sea, viviendo sus vidas con sentido. La frase que describe lo que algunos llaman arrebatamiento está construida de tal manera, que en su composición semita, se explica a sí misma. La frase se estructura como un paralelismo entre dos que están en el campo y dos que están moliendo (los vocablos griegos y el contexto permiten inferir, cosa que hacen las traducciones, que los dos primeros son varones y las dos segundas son mujeres), resultando que, de cada par, uno es tomado/recibido (ambas son las acepciones del verbo paralambano) y el otro dejado. Por lo tanto, realizando la misma actividad, puede que alguien la realice como algo más rutinario (serán los dejados) y otro reconozca un sentido profundo en su trabajo, y a partir de ese sentido lo plenifique (serán los tomados). Esto vale para toda la humanidad, para varones y para mujeres, para los que trabajan en el campo y los que usan la piedra de molino. Cada instante de la existencia necesita cobrar sentido, y sobre todo, un sentido de trascendencia que remita a Dios.Si Dios está en el horizonte de lo que hacemos, entonces estaremos velando, como el dueño de casa que, a sabiendas del horario del ladrón, no deja perforar sus paredes. El recurso a esta imagen del ladrón que perfora las paredes ya ha sido utilizada por Mateo en el primer discurso de Jesús: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben” (Mt. 6, 19-20). Nuevamente, la estructura literaria de la frase responde al paralelismo, y además al antagonismo. Vemos cómo el mismo tema de los ladrones que perforan paredes se encuentra en plano escatológico, más allá de ser una metáfora propia del ambiente palestino con casas de paredes de barro que, fácilmente, son destruidas por los bandidos. El tesoro no-material no puede ser robado, porque es tesoro que custodia Dios mismo.———————————————————————————————————————————————————————————————-Adviento suele ser el tiempo litúrgico que refuerza la espera. Estamos ante las puertas de una llegada, de la encarnación. Esperamos a Alguien que viene y que es digno de ser esperado. Pero también es cierto que esperamos porque la liturgia nos marca la espera; de lo contrario, esta época podría ser como cualquier otra, un período más. Y eso es lo que no quiere Dios: que vivamos sin sentido. Dios quiere seres humanos atentos a su proyecto del Reino; seres humanos que se den por enterados de que Él existe, que está entre nosotros y que quiere plenificar nuestras vidas. Cuando los varones y mujeres viven desentendidos de lo trascendente, dejando a Dios afuera, lastiman su más íntima humanidad. Porque el ser humano sólo puede entenderse a sí mismo desde Dios; cualquier otra aproximación, por más técnica, científica o filosófica que sea, siempre es limitada. Lo técnico suele dar un sentido de productividad laboral a la vida, pero nada más. La plenitud parece estar en producir más en menor tiempo y a buen precio. Lo científico se encamina al descubrimiento, con la tentación de descubrir para aumentar el conocimiento que es aumento del poder. La plenitud es saberlo todo, ser omniscientes. Lo filosófico es una reflexión de ejercicio de la mente, pero muchas veces absorbe al ser humano como un objeto de estudio desprendido de su realidad ontológica en Dios. La plenitud, en este caso, es llegar a una reflexión sin errores que responda las preguntas sin respuestas. Cualquiera de las tres vías, por sí sola, encuentra un límite infranqueable. Para lo técnico el límite es el mismo varón o mujer que no pueden vivir para trabajar. En lo científico, el límite es el mundo de las experiencias sentimentales, de la fibra íntima de cada uno. Para lo filosófico son las preguntas que nunca tendrán respuesta definitiva, como las referentes a la muerte o el sufrimiento.Adviento es Dios que viene para abarcar al ser humano con toda la divinidad encarnada. Jesús es el abordaje más completo de la humanidad porque es la locura de un Dios que se hace hombre. ¿Cómo no darle sentido a la vida a partir de Jesús? ¿Cómo dejar pasar el hecho del regalo de que estemos existiendo? De la nada hemos sido llamados a una vida que, para ser vida con mayúsculas, debe ser algo y no, justamente, nada. No podemos comer, beber y casarnos como si se tratara de una representación social que hay que seguir para subsistir. En el fondo, lo que Jesús quiere es que no nos conformemos con el aire que respiramos; ese aire tiene que valer hasta la última gota. Para eso, la actitud de vida ha de ser la actitud de Jesús de Nazareth. Ni comer por comer, ni beber por beber. Todo de cara a Dios, o sea, todo de cara a los hambrientos, sedientos, forasteros, enfermos, desnudos y presos. En ellos cobra sentido la vida. Y si la vida cobra sentido en ellos, entonces la misión también. ¿Nuestras celebraciones son celebradas por celebrar? ¿Nuestros actos evangelizadores se hacen para cumplir una rutina anual? ¿Cómo respondemos a los hambrientos, a los sedientos, a los forasteros, enfermos, desnudos y presos? ¿Respondemos? Adviento es una advertencia para que evangelicemos como Jesús, atentos al proyecto del Reino y no a los proyectos institucionales, porque lo que viene a nuestro encuentro no es algo (no es una iglesia ni un templo ni una moral); lo que viene es Alguien, es Jesús.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Santoral del dìa "Medalla Milagrosa".

La primera aparición de la Medalla Milagrosa tuvo lugar el domingo 18 de Julio 1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la Caridad, a una religiosa llamada Catalina Laboure. El padre Aladel, confesor de la vidente, fue quien insertó el relato en el proceso canónico siete años más tarde."A las cinco de la tarde, estando las Hijas de la Caridad haciendo oraciones, la Virgen Santísima se mostró a una hermana en un retablo de forma oval. La Reina de los cielos estaba de pie sobre el globo terráqueo, con vestido blanco y manto azul. Tenía en sus benditas manos unos como diamantes, de los cuales salían, en forma de hacecillos, rayos muy resplandecientes, que caían sobre la tierra... También vio en la parte superior del retablo escritas en caracteres de oro estas palabras: ¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Las cuales palabras formaban un semicírculo que, pasando sobre la cabeza de la Virgen, terminaba a la altura de sus manos virginales. En esto volvióse el retablo, y en su reverso viose la letra M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María... Luego oyó estas palabras: Es preciso acuñar una medalla según este modelo; cuantos la llevaren puesta, teniendo aplicadas indulgencias, y devotamente rezaren esta súplica, alcanzarán especial protección de la madre de Dios. E inmediatamente desapareció la visión".Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración, siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro" Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.¿Quieres saber más? Consulta Medalla Milagarosa

Domingo Primero de Adviento...


Comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento.

Un año más volvemos a escuchar en nuestra Iglesia las mismas palabras: “Daos cuenta del momento en que vivís... Ya es hora de que despertéis del sueño…Dejemos las actividades de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Portémonos como en pleno día, con dignidad... Revestíos del Señor Jesucristo”. (Rom 13, 11-14).Con ello se nos advierte que es la hora apremiante de Dios, y hemos de adoptar un nuevo estilo de vida para acoger la salvación que Dios mismo nos ofrece.Adviento nos habla de esperanza. Celebrar HOY el adviento es ofrecer esperanza en un momento histórico desesperanzado. Para algunos pensadores, la historia ya no da más de sí, está estancada, estamos en el final. Son los conflictos, injusticias, amenazas y guerras que nos amenazan, la crisis económica, el nihilismo dominante. Parece que no hay esperanza en nuestro mundo.En esta situación, los creyentes nos preguntamos: “¿De dónde me vendrá mi auxilio?” Y afirmamos “Mi auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal. 121)Pero insistimos: ¿Por qué no hay esperanza? Probablemente por muchas razones de tipo filosófico, político, económico, cultural y social.Todo eso será verdad, pero hay un motivo más profundo, que es lo que la Palabra de Dios expresa con las palabras del salmo 146: "No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar, porque exhalan el espíritu y vuelven al polvo. Ese día perecen sus planes".La tentación del hombre moderno es la del comienzo de la Humanidad: "seréis como dioses". Pero se ha visto que esos “príncipes” eran "seres de polvo que no podían salvar", seres que, tras una efímera irradiación de poder y de gloria, "exhalan el espíritu y vuelven al polvo". Así ha sido y así ocurre: los sistemas filosóficos, sociales y políticos fallan; los grandes de la tierra mueren, las torres más altas caen, los personajes más famosos desaparecen...La conclusión es evidente: los dioses no nos salvan. El problema más grave de nuestro tiempo es el rechazo de Dios. Recordemos las palabras de Benedicto XVI en Santiago de Compostela:“Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad. Con esto se quería ensombrecer la verdadera fe bíblica en Dios, que envió al mundo a su Hijo Jesucristo, a fin de que nadie perezca, sino que todos tengan vida eterna (cf. Jn 3,16)…¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera intimidad o remitido a la penumbra? Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla? Por eso, es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.Nos preguntamos de nuevo: ¿Se acostumbrará nuestro mundo a vivir sin Dios y sin esperanza? ¿No sería esto caminar hacia la ruina total? En todo caso, los cristianos tenemos que hacer todo lo posible, con palabras verdaderas y el testimonio de una vida distinta, para que Dios vuelva a resonar en Europa, y se abran caminos de auténtica esperanza, una esperanza en la salvación plena y definitiva que no se agota en la liberación terrena.Y nosotros, en la realidad concreta de cada día, ¿dónde ponemos la esperanza de una vida realizada, tranquila y feliz? ¿Simplemente en unos buenos ingresos económicos?, ¿en la satisfacción de nuestros gustos y caprichos?¿O también nosotros hemos perdido la esperanza? Los problemas conyugales y familiares; las dificultades económicas; la falta de salud; la pérdida del puesto de trabajo; el hecho de una fe adormecida... Todo esto y otras muchas cosas pueden estar generando y manteniendo en nuestra vida una crisis de esperanza. En este caso, el Adviento puede ser la gran ocasión para abrir el corazón a la fe en el Dios que viene a iluminar nuestras tinieblas e inaugurar en el mundo su reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz".Una de las tareas más importantes que tenemos los sacerdotes consiste en ofrecer a los hombres signos de esperanza que encuentran en Cristo el gran Signo que explica toda nuestra vida y ministerio: “Cristo, nuestra esperanza”.
Julio García Velasco

Junto al Papa el Mundo reza por la Vida Naciente.

En adhesión a la "Vigilia de oración por la vida naciente" convocada por el Papa para mañana, sábado 27 de noviembre, y al "Año de la Vida" que la Conferencia Episcopal Argentina declaró para el año que se inicia, se realizarán vigilias en las diócesis, parroquias y capillas del país, y en varios lugares se llevarán a cabo distintas actividades programadas especialmente para esta ocasión.La iniciativa, convocada por Benedicto XVI y que se realizará además en las iglesias particulares de todo el mundo, coincidirá con las primeras Vísperas del primer domingo de Adviento, en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.Mañana Benedicto XVI presidirá en la basílica de San Pedro las primeras vísperas de Adviento, y la Vigilia de Oración por la Vida Naciente. El Pontífice explicó que la iniciativa “está en común con las Iglesias particulares de todo el mundo”, y recomendó su desarrollo “también en las parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos”. Afirmó asimismo que “el tiempo de preparación a la Santa Navidad es un momento propicio para invocar la protección divina sobre todo ser humano llamado a la existencia, también como agradecimiento a Dios por el don de la vida recibido de nuestros padres”.

En nuestro país, algunas de las celebraciones serán:

Buenos Aires
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, SJ, dispuso que en la tarde del sábado 27 de noviembre se celebre en todas las parroquias, iglesias y capillas, instituciones y movimientos, etc., una Vigilia por la Vida Naciente, para que sea toda la arquidiócesis “una gran vigilia”, según informaron desde el arzobispado. Además determinó que en cada parroquia y colegio católico se organicen a lo largo del año momentos de reflexión y oración en torno al don de la vida con motivo del “Año de la Vida”. Informes: (011) 4343-0812 y arzobispado@arzbaires.org.ar. También se puede encontrar el material de preparación para la vigilia ingresando aquí (modelo de la Conferencia Episcopal Española) o aquí (modelo propuesto por la Santa Sede).

lunes, 22 de noviembre de 2010

Santoral del dìa: Santa Cecilia.

Virgen y Mártir

Martirologio Romano:

Memoria de santa Cecilia, virgen y mártir, que, según la tradición, consiguió la doble palma por amor a Jesucristo, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma. El título de una iglesia en el Transtíber lleva desde antiguo su nombre (s. inc.).La gran devoción popular hacia la virgen y mártir romana hizo que el nuevo calendario litúrgico conservara su memoria, a pesar de que faltan documentos históricos anteriores al siglo VI.
Esta devoción y el mismo patrocinio de Santa Cecilia sobre la música sagrada se deben efectivamente al relato de su martirio, titulado Pasión, fechado después del año 486.
En ella la fundadora del “título” de la basílica de Santa Cecilia en Trastévere es identificada con una santa homónima, enterrada en las catacumbas de San Calixto y que habría sufrido el martirio durante el imperio de Alejandro Severo, hacia el 230.En la Liturgia de las Horas se lee: “El culto de Santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo”.
Cecilia, noble y rica, iba todos los días a la Misa celebrada por el Papa Urbano en las catacumbas próximas a la Vía Apia, y una multitud de pobres la esperaban porque conocían su generosidad. En el día de su boda con Valeriano, mientras el órgano tocaba, ella cantaba en su corazón: “solamente para el Señor” (de este pasaje de su Pasión tuvo origen el patrocinio de Cecilia sobre la música sagrada); después, llegada la noche, la joven le dijo a Valeriano: “Ninguna mano profana puede tocarme, porque un ángel me protege. Si tú me respetas, él te amará, como me ama a mí”.
Al contrariado esposo no le quedó otro remedio que seguir el consejo de Cecilia, hacerse instruir y bautizar por el Papa Urbano y después compartir el mismo ideal de pureza de la esposa, recibiendo en recompensa su misma gloria: la palma del martirio, al que por gracia divina se asoció también el hermano de Valeriano, Tiburcio. Aunque el relato del martirio parece fruto de una piadosa fantasía, históricamente es cierto que Valeriano y Tiburcio fueron mártires y que fueron enterrados en las catacumbas de Pretestato. Después del proceso, narrado con abundancia de detalles por el autor de la Pasión, Cecilia fue condenada a la decapitación, pero los tres poderosos golpes del verdugo no lograron cortarle la cabeza: esto se debió a que, según el relato, Cecilia había pedido al Señor la gracia de ver al Papa Urbano antes de morir.
En espera de esta visita, Cecilia pasó tres días en agonía, profesando su fe. No pudiendo decir ni una palabra, expresó con los dedos su credo en Dios uno y trino.

Oraciòn: Señor te pedimos ser como la viuda que entregò todo lo que tenìa...Amèn.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 1-4

Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

Valorar lo pequeño“Vio una viuda que echaba dos moneditas”Para ir más a fondo en el relato de hoy, es necesario que tengamos claro que se trata de la otra cara de la moneda de la escena anterior donde Jesús instruyó a los discípulos sobre comportamientos que hay que evitar: el querer llamar la atención de los demás (ver Lc 20,45-47).Al final de esa instrucción Jesús ha denunciado de los escribas que ellos “devoran la hacienda de las viudas” (20,47). Ahora Jesús se detiene en el Templo para observar y hacer observar a una viuda que llega al recinto sacro.El pasaje del “óbolo de la viuda” tiene dos partes:- Jesús observa el movimiento de la gente que echa sus donativos en el arca del Tesoro del Templo y repara en el gesto de unos ricos y el de una viuda pobre (21,1-2).- Jesús analiza lo que ha observado y hace un pronunciamiento (21,3-4).Subrayemos lo central del texto.Notemos que se destaca dos veces el verbo “ver”, cuyo sujeto es Jesús:- “Vio a unos ricos” (21,1).- “Vio a una viuda pobre” (21,2).No es extraño que se le de importancia a la mirada de Jesús. Según Lucas la mirada del Señor- Descubre las intenciones más profundas del corazón (Lc 6,8)- Elige (5,27).- Invita a sus discípulos a la alegría de las bienaventuranzas (6,20).- Capta la fe de los que cargan el paralítico (5,20).- Nota el dolor de la viuda de Naím (7,13).- Lleva a ver lo que él ha visto primero: el amor de la mujer pecadora (7,44).- Le recuerda a Pedro su pecado (22,61).Pues bien, Jesús ve –por supuesto- la ofrenda fastuosa de los ricos, pero también ve lo que los otros no ven: que la viuda no ha entregado solamente la ofrenda que estaba a su alcance, sino que su donación era ella misma.La frase “todo cuanto tenía para vivir” (21,4), muestra que la viuda entregó aquello de lo cual pendía su existencia.De esta manera Jesús nos enseña:1. Que debemos valorar lo pequeño. Hay que valorar los pequeños esfuerzos de conversión que hacen nuestros hermanos. Hay que valorar las pequeñas contribuciones que hacen de corazón. Hay que valorar los pequeños gestos de amor que nutren la amistad.2. Que la mujer viuda es un auténtico modelo de discípulo del Señor, porque el discípulo es aquél que –como su Maestro- aprende a vaciarse de sí mismo en la donación de su propia vida en la cotidianidad.3. Que en el pasar del “dar de lo que nos sobra” (la donación que no nos afecta) al “darnos nosotros mismos” (al perder algo fundamental de nuestra vida), abandonamos toda nuestra vida en Dios como lo hizo Jesús en la Cruz. La fuente y el culmen de la vida cristiana no es solo el celebrar sino el llegar a ser “Eucaristía” viviente.La mujer puso toda su vida en Dios. ¡Ojalá pudiéramos vivir este radical abandono en los brazos de Dios!
Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. Muchas veces esperamos cambios significativos en la vida de algunas de las personas que nos rodean, pero ¿les valoramos los pequeños pasos?
2. ¿Mi oración de alabanza se basa solamente en las grandes y notables acciones de Dios en mi vida o se nutre cada día de lo pequeñito y humilde?
3. ¿En mi entrega al Señor y a los demás: doy de lo que me sobra o me doy yo mismo con todo mi ser? ¿Soy una Eucaristía viviente?

martes, 16 de noviembre de 2010

La palabra del dìa...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más». Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

El encuentro de Jesús con Zaqueo“El hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”Del encuentro vivo de Jesús con el ciego que estaba a la entrada de Jericó, pasamos hoy a otro encuentro famoso que se realiza ya dentro de la ciudad: el encuentro con Zaqueo. Pasamos del encuentro con un mendigo al encuentro con un rico. En ambos casos asistimos a una catequesis sobre lo que es una experiencia de salvación.Veamos primero la persona de Zaqueo. Hay personas que a veces clasificamos como “difíciles” en la evangelización. Son personas “duras” para convertirse. Zaqueo parece ser una de ellas. Él llena todos los requisitos:(1) Es publicano (baste recordar 15,1-2), inclusivo es el jefe de ellos. No olvidemos que Jericó está en un lugar estratégico, es ciudad de frontera, donde debía haber una oficina de aduana para cobrar los impuestos de los mercaderes por el tránsito de la región de Judea hasta la región de Perea (al otro lado del Jordán).(2) Es rico, Jesús ya había dicho un poco antes: “¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!” (18,24).(3) Es un “pecador”, dice la gente en el v.7. La gente lo tiene “fichado”, sus malas acciones (sus injusticias y extorsiones) parecen ser conocidas por “todos” (como dice expresamente el texto).(4) En el momento de su conversión él no excluye haya podido ser deshonesto (v.8).(5) El mismo Jesús se refiere a él como uno que “estaba perdido” (v.10).El relato de la conversión de Zaqueo es una demostración del poder de Dios para cambiar los corazones duros, de manera que ellos puedan gustar también de la salvación. Bien dijo Jesús: “Lo imposible para los hombres, es posible para Dios” (18,27).¿Cómo sucede el encuentro con Jesús que le transformó la vida?Zaqueo quiere ver, montado desde un sicómoro, a Jesús. El texto dice que “trataba de ver quién era Jesús” (v.3), lo cual nos recuerda también la actitud de otro hombre poderoso, Herodes, cuando supo acerca de Jesús (ver Lc 9,9). Lo que llama la atención no es el improvisado balcón que supliría su baja estatura sino su profundo interés por Jesús. Para Zaqueo no es suficiente “escuchar” acerca de Jesús sino dar un nuevo paso hacia delante en el conocimiento de Él: el verlo.Zaqueo recibe a Jesús con alegría. Pero es Jesús quien “ve” a Zaqueo y le pide hospedaje. Es normal que Zaqueo lo haga “con alegría”, porque el hecho le da importancia. Esta valoración por parte Jesús, que es un signo de su misericordia, es salvífica porque rescata lo mejor que hay en su corazón. Por eso su “alegría” es la “alegría de la salvación” que ya comienza a experimentar. Y como sucedió con la historia del ciego: no es suficiente ver pasar al Señor, lo importante es estar con Él, entrar en relación estrecha con Él en el gozo festivo de la mesa.Zaqueo se comporta públicamente como un hombre según el Evangelio. A la “alegría” le sigue otro indicador de salvación: la generosidad. Él dice: “Daré la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo” (v.9). Desde el comienzo del Evangelio, en la predicación de Juan Bautista, se había dicho que la conversión no era cuestión de labios para fuera sino gestos de beneficencia (ver 3,12-13). Zaqueo ahora tiene el corazón del Evangelio (“dad y se os dará”, 6,38; “Dad en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros”, 11,41).Jesús concluye diciendo “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (v.9ª). Es el “hoy” de la salvación que fue anunciada en Lc 4,21. Entonces Zaqueo es acogido como miembro pleno de la comunidad: “También éste es hijo de Abraham” (v.9b).“El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (v.10). El encuentro de Jesús con Zaqueo ha sido como el pastor con la oveja perdida, que estaba descarriada, herida, maltratada (como lo ilustra Ezequiel 34,16). Una historia cargada de profundas emociones que nos sobrecoge también a nosotros hoy.

Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. ¿Cómo fue el itinerario del encuentro de Jesús con Zaqueo?
2. ¿En qué se nota el giro de la conversión que ocurre en Zaqueo?
3. ¿Qué me enseña este texto para una trabajo de evangelización urbana en las Jericó de hoy?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Evangelio del dìa...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 35-43

Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»«Señor, que yo vea otra vez».Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado». En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

El encuentro de Jesús con el ciego-mendigo de Jericó“¿Qué quieres que haga por ti? –Señor-, que vea otra vez”Jesús ya está cerca de Jerusalén. Ha viajado desde Galilea, bajando hacia el sur, por el valle del Jordán, hasta llegar a Jericó, la “ciudad de las palmeras”. Aquí comenzará la subida de la montaña hasta coronar la meta de su peregrinación a Jerusalén y su Templo.La curación de un ciego, antes de entrar en la ciudad, le permitirá a Jesús llegar a Jericó acompañado de un nuevo discípulo que da testimonio de su salvación.Como en el caso del leproso sanado, la historia de este ciego-mendigo es una preciosa ilustración del poder de la fe: “Tu fe te ha salvado” (v.42; ver también 8,48; 17,19; 18,42).

La apertura total del corazón ante Jesús, la fe, dispone a la persona para la acción salvífica de Dios.Igualmente nos encontramos con una catequesis sobre la oración. De hecho, la fe se ejerce en la oración. El ciego-mendigo ora antes (“¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”, v.38), durante (“¡Señor, que vea!”) y después de la curación (“Y le seguía glorificando a Dios”, v.43a). Por lo demás, la alabanza por su curación se transforma en una coral de alabanza por parte de todo el pueblo (v.43b).El ciego-mendigo vive una experiencia de Jesús, de la que vale notar sus momentos fundamentales:
1. Escucha la Palabra. Primero percibe el rumor de los pasos del cortejo de Jesús, luego se toma conocimiento de que se trata del “paso” de Jesús de Nazareth. El ciego inquieto, recibe un primer anuncio sobre Jesús y se interesa por él (ver también lo que comentamos sobre Herodes en el comentario de Lc 9,9).
2. Clama la misericordia del Señor. El ciego-mendigo comienza a orarle a Jesús pidiéndole misericordia. El título “Hijo de David”, indica que este hombre lo reconoce como Mesías. Es bueno que notemos en el texto el “crescendo” de los gritos del ciego. Otra magnífica ilustración de la perseverancia en la oración.
3. Jesús suscita una súplica creyente explícita. El ciego ha pedido misericordia, pero no ha dicho para qué. En el diálogo que sostiene con Jesús, que aparece en el centro del relato, Él le pregunta: “¿Qué quieres que te haga?”. Parecería una pregunta obvia, pero no lo es. Para Jesús es importante que uno tenga claridad sobre lo que queremos y esperamos de él. Muchas veces en nuestra vida espiritual nos pasa lo miso: ¿Sabemos qué es lo que queremos de Jesús?
4. El ciego es sanado. Es sanado con el poder de la Palabra de Jesús. Su curación es al instante.
5. El sanado se vuelve discípulo. El texto dice: “Y le seguía glorificando a Dios” (v.43ª), el término que indica discipulado, “seguir”, y el verbo que describe la oración de alabanza se colocan al mismo nivel. Como sucede con cierta frecuencia en Lucas, la oración de alabanza acompaña las acciones de poder de Jesús. Alaba aquél que se deja maravillar por Dios y esta capacidad de maravillarnos como los pequeños es el aceite que mantiene ardiente y festiva la lámpara de la oración.

Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. ¿Cuáles son los pasos del encuentro vivo de Jesús con el ciego de Jericó?
2. En mi relación con Jesús, ¿sé qué es lo quiero de Él?
3. ¿Qué me (o nos) enseña el relato de hoy sobre la vida de oración?

Te esperamos!!!!!!!!


Gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, produce grandes cambios.


El sábado 20 de noviembre a las 19 horas, la comunidad diocesana celebrará la XV Misa de la Esperanza en el Cruce Varela bajo el lema «Gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en espacios pequeños, produce grandes cambios».


Como es habitual cada año, gran cantidad de fieles participarán de esta Eucaristía que presidirá Monseñor Luis Stöckler.


En esta celebración, que no se suspenderá por lluvia, se juntarán fondos para los "Campamentos Brocherito" a través de las alcancías que estarán dispuestas en todo el predio.


Una tradición que se respeta


La Misa de la Esperanza es una celebración que se lleva a cabo en la Diócesis de Quilmes desde 1996. La situación política y social del país de aquellos tiempos –con los altísimos índices de desocupación, la congoja de la gente y la falta de horizontes– motivaron esta Eucaristía.
Por eso, en aquel año, Mons. Jorge Novak invitó a proclamar la esperanza cristiana en un día que luego quedó como fecha fija: la fiesta de Cristo Rey. Así, cada año se trata de afirmar concretamente la presencia del Reino de Dios en la vida de este pueblo diocesano, con su opción preferencial por los más pobres y necesitados, y su incondicional amor misionero.


Desde 2002, con Mons. Stöckler como Padre Obispo de Quilmes, la Misa de la Esperanza se profundizó como celebración donde el Pueblo de Dios alaba a su Señor, y considera junto con su Obispo, los grandes principios del magisterio social de la Iglesia para entender y afrontar cristianamente las distintas situaciones de la realidad en donde la vida de la gente se ve amenazada.

domingo, 14 de noviembre de 2010

XXXIII Domingo del T. O. - Año C – 14.11.2010

Malaquías 3,19-20 / Salmo 97 / 2Tesalonicenses 3,7-12Lucas 21,5-19

Reflexiones



¿El final del mundo, o el fin (la finalidad, el sentido) del mundo? La palabra de Jesús (Evangelio) ¿es realmente anunciadora de catástrofes o más bien reveladora del misterio amoroso de la vida y del cosmos? La conclusión cercana del año litúrgico y del año civil motiva la lectura de una serie de textos bíblicos complejos, en los cuales se sobreponen niveles diferentes: la destrucción de la hermosa ciudad de Jerusalén (v. 6), guerras entre pueblos, terremotos y otras calamidades, signos grandes en el cielo que llevan a pensar que todo se va a acabar pronto (v. 9-11). Lucas utiliza tonos encendidos, ardientes, como dice el profeta Malaquías (I lectura), el cual grita contra los soberbios y los injustos, destinados a quemar como paja (v. 19); mientras, el Señor protegerá con rayos benéficos a los que honran su nombre (v. 20). El género literario ‘apocalíptico’, propio de estas lecturas, antes que causar terror, es portador de una revelación, de un mensaje de salvación. ‘Apocalipsis’, en efecto, significa ‘revelación’. Siempre, la Palabra de Dios, aun cuando es apocalíptica, ilumina, juzga, salva, consuela. Se hace más cercana en las pruebas de la vida y de la fe.La comunidad del Evangelio de Lucas (alrededor de los años 70-80) estaba sufriendo persecuciones y muerte por parte de fuerzas externas (imperio, sinagoga, tribunales..., v. 12); pero sufría también por debilidades en su interior (abandonos, traiciones, odio...), siempre por el nombre de Jesús (v. 17). Para ellos Lucas escribe estas palabras de Jesús, el cual invita a sus seguidores a cuidarse de los anuncios engañosos (v. 8); a no dejarse atemorizar por guerras y revoluciones (v. 9). Las persecuciones serán para ellos un tiempo de gracia, un kairòs, una oportunidad para dar testimonio del nombre de Jesús (v. 13), con la certeza de su asistencia especial: el Señor mismo pondrá en sus labios las palabras sabias para el momento oportuno (v. 15). Y para garantizarles eso, utiliza una imagen concreta, nada banal: hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados y son todos importantes (v. 18).¡Un Dios que ‘pierde su tiempo’ en contar nuestros cabellos! Si Dios cuida hasta los fragmentos, si pone su omnipotencia al servicio de las cosas pequeñas, si es un Padre que alimenta las aves del cielo y viste los lirios del campo (cf. Mt 6,26s), cuánto más tendrá cuidado de sus hijos. De ahí la invitación a los cristianos a perseverar en la prueba, aun la más dura, con la certeza del éxito final (v. 19), gracias a la ayuda perenne y providente del Padre. La historia de los mártires de todos los tiempos (algunos los recordamos en esta semana: Cecilia el 22, Agustín Pro el 23, los mártires de Vietnam el 24) demuestra la verdad y fidelidad de la palabra de Jesús. Él sostiene a los que dan testimonio de su nombre. (*)En el caos de la historia humana Dios no pierde de vista ninguna criatura. El obrero del Evangelio lo sabe, lo anuncia, se lo dice a todos, porque siente que Dios lo mira con amor y le tiende la mano. La historia de la evangelización del mundo está marcada por la presencia amorosa del Señor hacia sus hijos. Las pruebas pasan, la misión se extiende: los frutos permanecen y son signos de vida. En el campo del Señor hay lugar y trabajo para todos los que quieran. Pablo invita a los fieles de Tesalónica (II lectura) a usar sus buenas cualidades en beneficio de los demás, renunciando a una vida desordenada, sin hacer nada y sólo ocupados en curiosearlo todo (v. 11). El apóstol no duda en proponerse a sí mismo como ejemplo, ya que ha trabajado con tesón y cansancio día y noche a fin de no ser un peso para nadie (v. 8–9). ¡Una llamada de atención, ciertamente, y un modelo para todo obrero del Evangelio!

Palabra del Papa(*)

«La historia debe seguir su curso, que implica también dramas humanos y calamidades naturales. En ella se desarrolla un designio de salvación, que Cristo ya cumplió en su encarnación, muerte y resurrección. La Iglesia sigue anunciando y actuando este misterio con la predicación, la celebración de los sacramentos y el testimonio de la caridad. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación de Cristo a afrontar los acontecimientos diarios confiando en su amor providente. No temamos el futuro, aun cuando pueda parecernos oscuro, porque el Dios de Jesucristo, que asumió la historia para abrirla a su meta trascendente, es su alfa y su omega, su principio y su fin (cf Ap 1, 8). Él nos garantiza que en cada pequeño, pero genuino, acto de amor está todo el sentido del universo, y que quien no duda en perder su vida por él, la encontrará en plenitud (cf Mt 16,25)».

Benedetto XV
Mensaje en el Angelus del 18 de noviembre de 2007

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo segùn San Lucas 21,5-19


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 5-19

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas».

Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia
Todos esos que sueñan en el final del mundo, como si ya estuviera cerca, o gozan con profecías aterradoras, a lo mejor se ponen muy contentos con el Evangelio de hoy.Pero nos equivocaríamos todos si pensáramos de la manera que esos soñadores nos quieren enseñar.Es cierto que Jesús mira hacia el final del mundo, pero se entretiene más bien en dar consejos a su Iglesia para que esté prevenida siempre, que no se espante por las persecuciones, y que siga adelante hasta el fin.Empieza todo por una pregunta curiosa de los apóstoles, que desde el monte de los Olivos están contemplando la ciudad:- ¿Cuándo ocurrirá todo eso que anuncias?Jesús señala Jerusalén, y les responde:- ¿Veis todas esas maravillosas construcciones? Pues, os aseguro que no quedará piedra sobre piedra sin que todo sea destruido.Los apóstoles, como todo judío, estaban orgullosos de la Capital. Herodes el Grande la había dejado espléndida. Sobre todo el Templo era una maravilla envidiada de todas las demás naciones circunvecinas. ¿Y todo eso iba a desaparecer?...Pero Jesús se mantiene firme en su profecía, y toma la destrucción de Jerusalén en la próxima guerra con los romanos como un signo de lo que un día le pasará al mundo entero, del cual dice ya desde ahora:- Se levantará pueblo contra pueblo y nación contra nación. Habrá terremotos, escasez de todo y pestes devastadoras. Se producirán hechos terribles y habrá grandes señales en el cielo.Los apóstoles se estremecen ante estas palabras de Jesús, porque las toman como si se tratara de algo inminente.Pero el Señor les tranquiliza, aunque les profetiza a ellos otras cosas muy personales:- Antes de que ocurran todas esas cosas os echarán mano a vosotros, os perseguirán, os llevarán a los tribunales, os meterán en la cárcel y os arrastrarán ante los reyes y gobernantes por causa de mi nombre.¿Se ponen a temblar los apóstoles? No, porque Jesús les anima:- Pero, no tengáis miedo. Esto os va a dar ocasión de dar testimonio de mí. No os preocupéis ni tan siquiera por vuestra defensa, pues yo os infundiré una sabiduría a la que nadie podrá resistir. Seréis odiados de todos por causa mía. Pero no tengáis miedo, que no se perderá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras almas.¡Vamos! ¿Hay que tener miedo? Estas palabras de Jesús son capaces de entusiasmar hasta al hombre y la mujer más apáticos.No hay cristiano que no se sienta enardecido con semejantes palabras del Señor.Porque Jesús no habla sólo a los Doce que tiene alrededor, sino que se dirige a toda la Iglesia, para la que traza unas líneas de acción a través de todos los siglos hasta que Él vuelva.Jesús asegura a su Iglesia la persecución, porque el mundo chocará con la doctrina del Señor, y la lucha se entablará queramos que no.Esto, tanto a nivel de Iglesia como de cada cristiano en particular.Porque quien quiera vivir conforme a Jesucristo, habrá de renunciar a lo que el mundo proclama y hace en oposición directa con el Evangelio. Y se impone la opción:- ¿Jesucristo o el mundo?... ¿Por cuál de los dos me tiro?... Si me inclino por Jesucristo, el mundo se reirá de mí y hasta me perseguirá. Si me decanto por el mundo, pierdo a Jesucristo y la vida eterna. ¿Qué escojo?...Al escoger nosotros a Jesucristo y vernos metidos en medio de la incomprensión, oposición y hasta persecución del mundo, ¿tenemos que temer? Jesucristo nos quita todo miedo, pues hemos oído sus palabras:- ¡Tranquilos!, que ni un cabello de vuestra cabeza se va a perder...Dios se pone de nuestra parte, y decimos con Pablo:- Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?...Jesús tiende ahora la mirada al final, y nos asegura:- Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.¡Qué perspectiva tan grandiosa! Pasará el mundo, con sus halagos y con sus desgracias. Lo único que quedará al fin será el Reino glorioso de Dios, y nosotros, los fieles de Jesucristo, los que hayamos dado testimonio de Él con nuestra vida valiente, metidos en ese Reino que ya no tendrá fin...¡Señor Jesucristo!¡Gracias por el coraje que nos inspiras!La vida cristiana puede ser a veces dura y exigente, pero Tú estás a nuestro lado, contemplando nuestro combate.Nosotros decimos con nuestro refrán popular que quien ríe el último, ríe de veras. ¿No podemos aplicar esto, Señor Jesús, a lo que Tú nos enseñas?... ¿Dónde pararán al final los enemigos de tu Iglesia? ¿Y dónde quedaremos nosotros, si estamos a tu lado y contigo?...Vemos cómo todo pasa, pero Tú permaneces.Tú, Jesucristo, eres el mismo ayer, hoy y siempre...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Programa:"Paz en la tormenta", Mièrcoles de 18 a 19 hs.


Programa:"Vocesitas de la calle" Viernes de 16 a 17 hs.


Programa: "Noche de avivamiento" Martes 21 a 22.30hs. Por tu comunidad del aire.


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo segùn San Lucas 18,1-8

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme"».Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

Perseverar en la oración“Dios hará justicia a los elegidos que le gritan”El relato de los leprosos (Lc 17,11-19) fue también una catequesis sobre la oración, éste aparece antes (“ten misericordia”, v.13) y después de la curación (“glorificaba... se postró... daba gracias”,v.15-16). Pues bien, lo mismo notamos con relación al discurso de la revelación de Jesús en la historia, este discurso está enmarcado por dos relatos de oración: el que acabamos de mencionar y el que leemos hoy, la parábola de la “viuda importuna” (Lc 18,1-8).La dilación del tiempo final, que ya esta aquí pero todavía no se revela completamente (ver Lc 17,20-37), hace más agudo el combate entre el bien y el mal. En medio de los conflictos de la historia, el discípulo debe ser perseverante en su caminar tomando la Cruz. Bajo esta luz, la parábola de la viuda, nos enseña cómo debe ser una experiencia de oración en medio de la prueba. En el fondo sentimos resonar una inquietud profunda y dolorosa que asalta con frecuencia nuestra fe: ¿Dónde está la justicia de Dios? ¿Por qué su silencio parece permitir que se prolonguen las injusticias y se agudice el sufrimiento de las víctimas?En medio de todo, las víctimas de las injusticias humanas parecieran no ser escuchadas. ¿Por qué Dios tarda tanto en responder y en hacer irrumpir su soberanía de manera definitiva sobre el mundo?Se confrontan dos personajes:- La viuda: que pertenece a este grupo de mujeres frágiles, sobre las cuales se cometen abusos legales, ya que no tienen un marido que las defienda. Ella no tiene como sobornar al juez ni pagar abogados (ver Isaías 1,17.23; Salmo 94,60).- El juez: normalmente tenía su despacho en la puerta de la ciudad, todo el mundo tenía acceso a él. Pero éste era “injusto”: “no temía a Dios ni respetaba a los hombres” (v.2).Según la parábola, la mujer no tiene otro recurso para convencer al juez, para doblegar su corazón, que su insistencia (v.3).Al final el juez cede: “como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme” (v.5). Estas palabras causan extrañeza: no actúa por amor, ni por cumplimiento de deber, sino más bien por egoísmo: “para no que no me fastidie más”. De hecho, la mujer está que le pega.Jesús nos invita a reparar en lo que dice el juez injusto (v.6) y de ahí concluye que, si un hombre en la tierra es así, es decir, que a pesar de su mal corazón al final concede lo pedido -no importa que sea por una razón poco valedera-, entonces ¿cómo será Dios cuyo corazón es misericordioso? Pues sí, Dios con mayor razón responderá, pero... todo tiene su tiempo. Jesús lo dice así: “Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?” (v.7). Este tiempo será “pronto” (v.8a).De esta forma la oración es el ejercicio de la fe, que a su vez nos da una visión de esperanza en medio de las dificultades. La oración ensancha el corazón para seguir amando y da nuevas energías para continuar luchando. Mucha gente se escandaliza con Dios y pierde la fe cuando tiene que enfrentar problemas, y sobre todo, cuando no ve la respuesta inmediata a sus peticiones. Por eso Jesús se pregunta: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (v.8b). Y no olvidemos que al leproso la “fe” lo “salvó” (ver 17,19).Aunque parezca que Dios tarda y esta paciencia divina torture nuestro corazón, no debemos dejar que nuestra vida se relaje. Más bien, con los brazos abiertos aguardando el glorioso futuro, dejemos que la oración cotidiana y perseverante le de tensión a nuestra vida. Cuando hoy Jesús nos dice que “es preciso orar siempre sin desfallecer” (v.1) y nos presenta como modelo a esta pobre mujer, sintamos nuevos alientos para no abandonar una fuerte vida de oración, no importa que los resultados se hagan esperar.
Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

El evangelio de hoy nos presenta en el rostro de una mujer a la Iglesia vigilante en oración hasta la vuelta del Señor. Incluso en la Iglesia primitiva se pintó en las catacumbas la imagen de una mujer orante de la cual no sabemos con precisión si es María o es la Iglesia o, a lo mejor, ambas en su misteriosa identidad.

1. ¿Cuáles son los tiempos y los modos que mi parroquia o mi comunidad me ofrece para ejercitar una oración frecuente?
2. ¿Consigo sostener una disciplina de oración? ¿Me canso fácilmente? ¿Soy inconstante?
3. Cómo se responde a la inquietud profunda: ¿Dios verdaderamente hace justicia?

martes, 2 de noviembre de 2010

Conmemoraciòn de todos los difuntos...


El pensamiento de la muerte nos enfrenta a un hecho sobre el que tenemos una seguridad y muchas inseguridades. La seguridad de que moriremos. Las inseguridades de no saber cuándo, ni cómo, ni dónde. Y a todo esto se añade la mayor de todas las inseguridades: ¿hay vida después de la muerte? Y si hay vida ¿en qué consiste esa vida? ¿Cómo será esa vida? ¿Feliz? ¿Desgraciada? Demasiadas preguntas, todas ellas demasiado graves.Desde nuestra fe religiosa, sabemos que la muerte no es el final, sino el paso a otra vida. Pero la fe religiosa no es evidencia, ni seguridad. La fe nos da confianza. Pero una confianza que no suprime las preguntas, ni las dudas, ni las oscuridades. La única seguridad que nos da el Evangelio es ésta: tenemos que centrar y concentrar nuestro interés, nuestras preocupaciones y nuestros esfuerzos no en “mi felicidad” para la “otra vida”, sino en la “felicidad de todos” en “esta vida”. Cuando la muerte se ve como el paso de las miserias de este mundo a la felicidad del cielo, esa visión de la muerte puede justificar la inmolación de un terrorista o, al menos, puede fomentar la desidia del que se desinteresa por el dolor del mundo, ya que lo que importa es la dicha del cielo. Éste es el peor servicio que las creencias religiosas pueden hacer a la humanidad.Esta bien visitar los cementerios el día de los difuntos. Está bien recordar a nuestros seres queridos que murieron. Pero lo más apremiante que nos debe recordar el día de los difuntos es que, ahora mismo, hay en el mundo más de ochocientos millones de seres humanos a los que les espera una muerte temprana e injusta. Una muerte que no esta lejos y que se podría evitar. Una muerte espantosa porque espantoso tiene que ser morir de hambre. Es desagradable añadir mas tristeza a la natural tristeza del día de los difuntos. Pero es más humano pensar que a los difuntos ya no podemos hacerles otra cosa que honrar su memoria. Lo mas humano sería sustituir el día de todos los muertos por el día de todos los moribundos, cuya muerte se podría retrasar, dignificar o, en todo caso, aliviar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La Iglesia hoy celebra la Fiesta de todos los Santos.



SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOSPor Fr. Santiago Agrelo Martínez

Lo escribió Juan, el vidente de Patmos; lo escribió para una Iglesia sumida en la oscuridad de la prueba, verdadera noche sobrevenida a los fieles ante la demora en el retorno del Señor y la experiencia amarga de la persecución sufrida y de la muerte. Los ojos del vidente fueron para aquella Iglesia testigos del futuro: “Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar… vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos”.Él vio con los ojos para que nosotros viéramos con la fe. La de hoy es una fiesta para la contemplación, para “ver” la obra de Dios en los hombres, la muchedumbre inmensa de los redimidos, la gloria del cielo.Hoy, a la luz de la fe, contemplamos el futuro de la Iglesia: la bienaventuranza de los Santos es la nuestra en esperanza.Hoy la voz de la Iglesia que aún peregrina en la tierra se une en un solo cántico de alabanza a la voz de la Iglesia que ya goza de Dios en el cielo: “¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!” De Dios y del Cordero son la gracia y la misericordia, la justicia y la santidad, la paz, la dicha y la gloria.Ya sabes de dónde viene la luz que hace blancos los vestidos. Pero, ¿quiénes son ésos que has visto iluminados por la salvación? “Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero”.Estos son los que vienen de la noche en la que tú peregrinas; estos fueron Iglesia de los caminos antes de ser Iglesia del cielo; estos fueron y son hijos de la noche e hijos de Dios, pobres a los que Dios regala su Reino, pequeños a los que Dios consuela, pecadores a los que Dios perdona, leprosos a los que Dios limpia, hambrientos saciados de justicia y de misericordia, operadores de paz reconocidos como nacidos de Dios.Para esta Iglesia que conoce de cerca la noche de su pasión, la impotencia frente a la injusticia, el grito de los pobres, la fatiga de buscar un pan que llevar a la mesa del hambriento; para esta Iglesia que da la vida por poner dignidad, humanidad, respeto y justicia en la vida de los humillados; para ella son las palabras de su Señor, del que es su salvación: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”.A él, a Cristo, han ido los hoy contemplas como multitud en la gloria del cielo. A él, a Cristo, vamos en la eucaristía los que hoy celebramos la salvación que en Cristo se nos ha dado. A él vamos, en él descansamos, para volver a llevar pan a las mesas y dignidad a las vidas.Feliz día de Todos los Santos, Iglesia peregrina. Feliz contemplación de lo que tu Señor prepara para ti, para tus pobres. Feliz encuentro con Cristo, feliz descanso en Cristo.
Una forma de vivir

Posted: 31 Oct 2010 08:32 PM PDT
Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre de 2010Por José Mª CastilloEvangelio: Mt 5, 1-12a

Jesús dijo en las bienaventuranzas pensando en su comunidad de discípulos y, por tanto, dirigiéndose a ellos. Las bienaventuranzas, dichas a todo el mundo, o sea a personas que ni conocen el proyecto de Jesús, ni eso les interesa, son un mensaje que carece de sentido. Es más, no sólo no tienen sentido, sino que las bienaventuranzas, como mensaje para quien no coincide con lo criterios que configuran las comunidad cristiana, son un contra-sentido. ¿Qué sentido puede tener decir a los pobres, a los que sufren, lloran y se ven perseguidos, que ellos son los “dichosos”, los que se deben sentir felices en este mundo?Las bienaventuranzas expresan los efectos sorprendentes y las inesperadas consecuencias que produce el mensaje del Evangelio cuando éste llega a ser la “convicción” que determina la vida de un grupo humano. Un grupo que se rige y organiza su vida a partir de lo que vivió y dijo Jesús, es un espacio humano en el que se producen hechos increíbles: los pobres dejan de ser unos desgraciados y se sienten felices, los que sufren y lloran encuentran el remedio para sus males. Los perseguidos y calumniados se dan cuenta de que el odio y la maldad de los demás no les hacen daño y que vale la pena pasar por encima de todo eso. Porque la dicha que se vive en la comunidad de discípulos vale más que cualquier otra cosa.Si efectivamente las bienaventuranzas expresan los frutos que se producen en una comunidad de personas que creen en Jesús y los siguen entonces hay que llegar a la conclusión de que Jesús no pensó ni pudo pensar, en que su mensaje podría (y tendría que) abarcar a toda la sociedad. Porque es absurdo pensar que toda la sociedad va a pensar así y va a vivir así. Una religión puede configurar a una sociedad entera, a una cultura, a millones de personas. Las bienaventuranzas no pueden abarcar tanto. Para eso sería necesario modificar la condición humana. El cristianismo y la iglesia han preferido la “extensión” a costa de la “autenticidad”. Hablamos de más de mil millones de cristianos. Pero, realmente, ¿somos tantos? Los pobres “cristianos”, ¿son felices?; ¿y los que sufren y lloran?, ¿qué hemos hecho del Evangelio? Mera palabrería vacía de contenido.

1 de Noviembre: Fiesta de todos los Santos
Posted: 31 Oct 2010 07:44 PM PDT

Publicado por Evangelio del Día

La fiesta de hoy se dedica a lo que san Juan describe como «una gran muchedumbre que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus y lenguas»; los que gozan de Dios, canonizados o no, desconocidos las más de las veces por nosotros, pero individualmente amados y redimidos por Dios, que conoce a cada uno de sus hijos por su nombre y su afán de perfección.Hay quien pone reparos a éste o aquél, reduce el número de las legiones de mártires, supone un origen fabuloso para tal o cual figura venerada. La Iglesia puede permitirse esos lujos, un solo santo en la tierra bastaría para llenar de gozo al universo entero, y hay carretadas.¡Aquellos veinticuatro carros repletos de huesos de mártires que Bonifacio IV hace trasladar al Panteón del paganismo para fundarlo de nuevo sobre cimientos de santidad! Montones, carretadas de santos, sobreabundancia de cristianos de quienes ni siquiera por aproximación conocemos el número, para los que faltan días en el calendario.Por eso hoy se aglomeran en la gran fiesta común. Los humanamente ilustres, Pedro, Pablo, Agustín, Jerónimo, Francisco, Domingo, Tomás, Ignacio, y los oscuros: el enfermo, el niño, la madre de familia, un oficinista, un albañil, la monjita que nadie recuerda, gente que en vida parecía tan gris, tan irreconocible, tan poco llamativa, la gente vulgar y buena de todos los tiempos y todos los lugares.Cualquiera que en cualquier momento y situación supo ser fiel sin que a su alrededor se enterara casi nadie, cualquiera sobre quien, al morir, alguien quizá comentó en una frase convencional: Era un santo. Y no sabíamos que se había dicho con tanta propiedad. Cristianos anónimos que a su manera, a escala humana, se parecían a Cristo.La solemnidad de Todos los Santos nació en el siglo Vlll entre los celtas la Iglesia nos propone esta Visión de gloria al comienzo del invierno, para invitarnos a vivir en la esperanza de una primavera, más allá de la muerte. Quiere también que caigamos en la cuenta de nuestra solidaridad con cuantos han pasado al mundo invisible.Festejamos con alegría a los Santos, pues creemos «que gozan de la gloria de la inmortalidad», en donde interceden por nosotros. Cada Santo vive intensamente la visión de Dios y su amor, mas su conjunto forma una ciudad, «la Jerusalén celeste», un Reino abierto a cuantos vivan de acuerdo con las Bienaventuranzas. Son la Iglesia del cielo.La Gloria de los «Santos, nuestros hermanos», procede de Dios, cuya imagen reproduce cada uno de ellos de una manera única. Por consiguiente, al venerarlos, proclamamos a Dios «admirable y solo Santo entre todos los Santos». Todos fueron salvados por Cristo, todos nacieron de su costado abierto. Este es el motivo por el que el lugar por excelencia de comunión con los Santos es la Eucaristía.En ella les santificó el Señor Jesús con la plenitud de su amor»; en ella podemos también nosotros suplicarle con humildad a Dios que nos haga pasar «de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos».