viernes, 19 de diciembre de 2008

La imágen de la guadalupana, hecha por en mismo Dios




¿UNA PINTURA IMPOSIBLE?

El primer misterio que se le presenta al Sr. Benítez es el informe realizado por el químico austríaco Kuhn, premio Nobel en 1.936. El conocido ufólogo navarro dice: “Ya en 1.936, un químico -todo un premio Nobel- había realizado lo que, sin duda, era el primer y último análisis directo de la supuesta pintura de la tilma.” (Pág. 48) Sin embargo, en las páginas siguientes explicará en qué consistió el “análisis directo” que vulneró las más elementales normas del procedimiento científico. Por de pronto, no existió un protocolo que controlara la recogida de muestras para su análisis. Sencillamente, el abad de la basílica regaló al obispo de Saltillo, Felipe Cortés, unos hilos supuestamente procedentes del tejido original. Éste, pasado algún tiempo, le entregó dos hebras al metalúrgico Sodi Pallarés que, por mediación del profesor de alemán Hahn, se las envió al doctor Kuhn. Ni uno sólo de estos pasos tuvo ningún tipo de control, lo que, por sí mismo, desvirtúa cualquier resultado obtenido.

La conclusión del químico austríaco fue que en los dos hilos entregados no había restos de colorantes vegetales, animales ni minerales, es decir, que no habían sido pintados por ninguna técnica existente en el S XVI. Sorprendente pero menos si tenemos en cuenta que idéntica pretensión existió sobre la Sábana Santa de Turín hasta que se encargó su análisis al doctor McCrone, recientemente fallecido. La experiencia en este caso demostró que los restos de determinados pigmentos sólo aparecían con el uso de técnicas muy avanzadas. Otra irregularidad en el caso del análisis químico es que se citan las conclusiones pero no la metodología del experimento. Los
pro-aparicionistas a los que sigue el Sr. Benítez no explican si se emplearon reactivos químicos (y si así fue, cuáles), microscopía (y si es así, con qué aumentos trabajaron...) o espectografía, lo que, a priori, parece la opción más probable puesto que fue por este motivo por el que se le concedió el Nobel. No obstante, desde esa fecha, la espectrografía ha avanzado lo suficiente como para que sea muy arriesgado el seguir repitiendo unos resultados de unos análisis con una recogida de muestras claramente defectuosa y sin confirmación ulterior por la negativa de la Iglesia Católica a permitir una investigación en profundidad sobre la supuesta tilma. Además, como veremos en su momento, las investigaciones realizadas de forma parcial no sólo no apoyan los resultados del austríaco sino que los desmienten por completo.

Así, tras una investigación mediante fotografía infrarroja realizada por Smith y Callagan éstos aseguraron que la Guadalupana había sido repintada y retocada en ocasiones. Por tanto, tienen que existir pigmentos en la tilma salvo que pensemos que las restauraciones fueran también milagrosas. El intento del Sr. Benítez, siguiendo a los autores antedichos, de conciliar estos hechos, mediante una imagen inicial inexplicable sobre la que se hicieron retoques humanos no resulta creíble. Aceptemos, como mero ejercicio teórico, la realidad del prodigio. ¿Qué pintor se hubiera atrevido a poner su pincel a rectificar una imagen celestial? Porque no se trata solamente de un arreglo de zonas deterioradas sino que, por ejemplo, las manos se acortaron, posiblemente para que parecieran las manos de una mestiza o indígena cuyos dedos son más cortos que los de las representaciones europeas góticas. También se añadieron (según Smith y Callagan), el ángel, la Luna, los bordes dorados del manto, los rayos solares, los adornos de la túnica, los brazaletes... Claro que no sólo se añadió, también se suprimió una corona dorada. (Pág 84-105)

Así las cosas ¿qué queda de la supuesta efigie milagrosa original? “Por encima de cualquier duda, las fotografías infrarrojas prueban que el azul del manto y el rosa de la túnica son originales y que nunca fueron retocados ni sobrepintados. Es más: han permanecido indemnes al tiempo a pesar de los cuatro siglos y medio transcurridos” (Pág. 104)

Vayamos por partes. ¿Los añadidos son tales o forman parte de la imagen original? Aquí el Sr. Benítez incurre en auto-contradicción con la siguiente descripción que nuestro autor considera como parte del Nican Mopohua y, además, casi contemporánea del supuesto hecho milagroso:


<>(Pág. 34)

Si como pretende en la página 34 ésa fuera la descripción contemporánea de la imagen ¿cómo es que en las páginas 84-105 los elementos originales se convierten es añadidos posteriores? Cualquiera de las explicaciones para esta incoherencia sería perjudicial para el “milagro”, si la descripción del Nican Mopohua fuera errónea, perdería su carácter de testimonio fideligno, algo tanto más grave cuando la historicidad de la Aparición se basa en este texto de forma casi exclusiva. Si, por otra parte, el estudio de Smith y Callagan estuviera mal realizado ya no habría razón para suponer que no estamos ante una pintura.

El Sr. Benítez intenta salvar ese problema afirmando que: “En resumen, si el documento más antiguo de que disponemos hoy, y en el que se hace ya una exhaustiva descripción de la imagen de la Señora de Guadalupe, se remonta a los años 1545 o 1550, ello quiere decir, lógicamente, que los retoque y añadidos tuvieron que ser ejecutados sobre el original entre estas fechas y 1531, fecha de las apariciones.” (Pág. 112) No obstante, se olvida de que el texto del Nican Mopohua asegura: “...se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyácac, que se nombra Guadalupe.” (Pág. 31) De forma que nuevamente volvemos a encontrarnos con la misma disyuntiva, el texto es erróneo o la equivocación está en el estudio de los norteamericanos.

La verdad, sin embargo, es que no existe tal necesidad de elección. El Sr. Benítez yerra al considerar que esa descripción es parte del Nican Mopohua, error que le viene dado por su consideración de que el Huei Tlamahuicoltica (publicado en 1.649) de Lasso de la Vega es lo mismo que el Nican Mopohua. No es su única equivocación sobre este aspecto. Resulta muy curiosa su afirmación de que: “Tuvieron que pasar algunos años, sin embargo, para que el relato de Valeriano -escrito originalmente en náhuatl- fuera traducido al castellano. El acierto fue obra del bachiller Luis Lasso de la Vega, que lo envió a la imprenta en 1649.” (Pág. 18) En realidad la obra de Lasso de la Vega, como habrán podido deducir fácilmente por el título, está escrita en náhuatl. La traducción al castellano fue obra de otro Luis, Luis Becerra Tanco en 1.666. Aunque el Huei Tlamahuicoltica contenga, por vez primera en una obra impresa, el Nican Mopohua también presenta añadidos de la mano de Lasso de la Vega. La descripción que cita el Sr. Benítez es uno de ellos. Por tanto, lo único que prueba esa descripción es que en torno a 1.649 la imagen ya tenía ese aspecto.

¿Es posible delimitar un poco más la cuestión de si se produjeron repintes y cuándo? Empecemos por el Nican Mopohua. En él se afirma que la imagen se formó tal y como se conservaba en ese momento. ¿Cuándo fue ese momento? Aunque por cuestiones filológicas se considere que es bastante anterior a la obra de Lasso de la Vega y que fue escrito en el S XVI, la fecha exacta de su composición es un misterio. Aunque los partidarios de su historicidad (por cierto, obviando que es una obra literaria) crean que se redactó en torno a 1.540 eso es imposible por cuanto el supuesto milagro (o aparición) no tuvo lugar hasta 1.555. Así se atestigua en los Anales de Juan Bautista, en el sermón del Padre Bustamante (que considera en 1.556 que la devoción era novedosa) y en la carta del virrey Martín Enríquez. Todos ellos coinciden en que fue en esas fechas cuando comenzó la devoción a la Guadalupana, contradiciendo la afirmación del Nican Mopohua de que tuvo lugar en 1.531 y explicando la paradoja que supone que el testigo del prodigio de la tilma, el obispo Zumárraga, negara en 1.547 que en su propia época se produjeran milagros. El por qué el anónimo escritor de este texto

martes, 16 de diciembre de 2008

El video que necesariamente debes propagar, es asunto de conciencia

Este video es un documental realizado por un médico que practicó miles de abortos. En él se observa un aborto en ultrasonido. Vea usted si hay o no vida humana. Analice si es un metódo de planificación o es un crimen. Las imágenes lo dicen todo, usted saque sus conclusiones. Decida usted, ¡pero bien informado!. Este video debe, necesariamente, verlo toda nuestra familia (de adolescentes en adelante). Urge difundir la verdad de esto con todos nuestros amigos, familiares y conocidos. Únase a la campaña para su difusión. Es un asunto de conciencia. Luego de verlo, respóndase si muchos y muchas lo hubiesen visto antes...¿qué hubiese sucedido? ¿no sería distinta la situación y habría más conciencia?. Analicemos por qué se quiere ocultar esta realidad. Rompamos este complot de silencio, cada uno de nosotros es fundamental para que la cadena de los bien informados crezca geométricamente y llegue a miles y miles. Envía este mensaje por correo a todos tus contactos, que nuestros mails se difundan por todos lados, reúne a tu familia y veánlo. Reitero: es un asunto de conciencia.

EL GRITO SILENCIOSO

http://es.youtube.com/watch?v=aJ--ZIs8RFg&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=4u7SSqt5Cd8&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=U_Z6EpeUGdI&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=f4Kt_wcNSAE&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=ViD0R_1EVVU&feature=related

LOS FRUTOS NACEN DEL CORAZON



Durante el Adviento la Iglesia nos anuncia, de una forma muy clara y muy fuerte, que tenemos que estar atentos para captar la venida del Señor; que constantemente debemos estar preparando la venida de Dios.

Jesucristo en el Evangelio nos pone una parábola en la que narra lo que sucede con unos niños que están en una plaza y les dicen a sus compañeros: "Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado; os hemos entonado endechas y no os habéis lamentado". A veces, así podemos ser los seres humanos: Jesucristo nos habla y nos orienta, y nosotros no le hacemos caso, seguimos actuando a nuestro estilo, a nuestro modo, sin preocuparnos demasiado de lo que se nos está diciendo. Lógicamente, el hecho de que hay alguien que anuncia, y el que tiene que recibir el anuncio no quiera recibirlo, tiene sus consecuencias y, a veces, consecuencias muy serias.

La tarea de hacer presente a Cristo, de anunciar la venida del Señor, no es una tarea que se realiza de una forma misteriosa, extraña, sino que es una tarea que se lleva a cabo de una manera particular a través de las mediaciones humanas. Es decir, por medio de diversos precursores que Dios nos va mandando. Sin embargo, cuántas veces el precursor puede no ser recibido, como lo vemos en el Evangelio, cuando Cristo dice: "Vino Juan, que no comía ni bebía y dijeron: ‘Tiene un demonio’. Viene el Hijo del hombre, y dicen: ‘Ese es un glotón y un borracho; amigo de publicanos y gente de mal vivir”.

Lo que estos versículos del Evangelio de San Mateo nos dicen es que el precursor no debe su eficacia ni su fecundidad a si es o no es acogido, a si es o no es recibido, a si es o no es comprendido, sino que el precursor debe su fecundidad al hecho mismo de ejercer su tarea de precursor, al hecho mismo de predicar. O sea, que nosotros en la medida que somos precursores, somos fecundos, somos eficaces. La verdadera fecundidad de todo hombre y de toda mujer en esta vida no está sólo en la medida en que consigue que la gente lo escuche, sino en la medida en que es fiel a su misión. Podrá darse, además, que los otros escuchen y que reciban su palabra, pero la tarea fundamental de todo ser humano es, como dice un salmo: "gozarme en la ley del Señor, cumplir sus mandamientos”.

A cada uno de nosotros el Señor nos manda ser precursores. Y como precursores, nos toca hablar, nos toca manifestar y nos toca proclamar con nuestro testimonio lo que es Dios en la vida del hombre. Podemos ser acogidos y comprendidos y tener grandes éxitos; o por el contrario, podemos no ser recibidos y encontrar, aparentemente, esterilidad. Sin embargo, como dice Jesús en la última frase de este Evangelio: "La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.

Es decir, yo no necesito que otro me diga que estoy actuando bien, que está de acuerdo conmigo, o que el camino que llevo es el correcto; el precursor es fecundo por el simple hecho de proclamar el mensaje de aquel de quien es precursor. Cometeríamos un error si pensáramos que porque no vemos los frutos, estamos siendo infructuosos. Cometeríamos un error si nosotros pensamos que por el simple hecho de que la gente no nos reciba, no estamos siendo fecundos.

Si nosotros queremos ser verdaderos precursores de Cristo es necesario que nunca dejemos de entregarnos, que siempre mantengamos con la misma frescura la donación de nosotros mismos, independientemente de los frutos que veamos. A lo mejor nos moriremos y no veremos los frutos que queríamos obtener. Sin embargo, nosotros no sembramos para esta vida, sembramos para la vida eterna: "Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios [...]. Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita”. Los frutos de Dios —nunca lo olvidemos— con mucha frecuencia son frutos interiores, son frutos que nacen del corazón y que a veces se quedan en él.

Cada uno de nosotros tiene que pedirle a Dios que nuestras palabras nunca queden sin fruto. No le pidamos ver los frutos; sólo pidámosle que no seamos obstáculo para que los frutos que, a través de nosotros tengan que darse, se puedan dar, porque si así lo hacemos, en nosotros se está cumpliendo lo que dice la Escritura: "La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.

No busquemos que la sabiduría de Dios se justifique por nuestras obras. Permitamos que sea el Señor, que viene en esta Navidad, el que justifique las obras. Hagamos de este Adviento, días de una especial e intensa purificación interior. Y para lograrlo, hagamos un serio examen para revisar dónde nuestra vida no está sabiendo ser precursora, y roguemos al Señor para que nunca seamos una puerta que cierra el paso a los frutos que Él quiere obtener de los demás, por nuestra mediación.
P. Cipriano Sánchez LC

Los Sacramentos

47. Penitencia. Declaración de los pecados y satisfacción

-Es necesaria la declaración íntegra
-El hombre puede satisfacer a Dios por su pena temporal
-La satisfacción fue prefigurada en el A. T.
-La satisfacción es necesaria para evitar la pena eterna y disminuir la temporal
-Por institución de Cristo, es necesaria la confesión íntegra de los pecados mortales.
A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retengáis les serán retenidos (Jn. 20, 23).
Aclaración. Es evidente que los apóstoles recibieron de Cristo el poder de perdonar y de retener.
Ahora bien, esto no lo pueden determinar ni decidir por su propio parecer personal, sino hay que someterlo a juicio.
Para sentenciar un juicio, hay que conocer las acusaciones del reo, en este caso el penitente, y por tanto el penitente tiene necesidad de manifestar sus pecados con el fin de la absolución.
Y todo esto es de institución divina puesto que se apoya en las mismas palabras de Cristo, antes citadas.
-En esta vida el hombre justo puede satisfacer a Dios por su pena temporal.
La limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas (Tob. 4, 10).
Con amor y lealtad se expía la falta (Tob. 16, 6).
Por eso, Oh rey, acepta mi consejo: rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga (Dan. 4, 24).
Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios (Hch. 10, 4).
Aclaración. Dios exhorta a los pecadores para que con limosnas y otras obras rediman sus pecados, y que Dios lo acepta con este mismo fin.
-La satisfacción con una pena temporal fue prefigurada en el Antiguo Testamento.
a) -Dios le levantó de su caída (a Adán) (Sab. 10, 1).
y sin embargo tuvo que continuar cultivando la tierra,
Con el amor de tu rostro comerás el pan,... (Gn. 3, 19).
b) -Moisés, en castigo de una culpa ya perdonada, no entró en la tierra prometida.
Dijo Yahvéh a Moisés y Aarón: «Por no haber confiado en mí, honrándome ante los hijos de Israel, os aseguro que no guiaréis a esta asamblea hasta la tierra que les he dado» (Núm. 20. 12).
-La satisfacción sacramental opuesta a Dios por los pecados cometidos después del Bautismo, es necesaria para evitar la pena eterna y para disminuir la temporal que no es perdonada siempre totalmente.
La satisfacción sacramental es una obra impuesta al penitente por el confesor para reparar la injuria inferida a Dios por el pecado y para redimir toda o parte de la pena temporal.
Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cera (Mt. 3, 2).
Dad pues, digno fruto de conversión, y no os contentéis con decir en vuestro interior: «Tenemos por padre a Abraham;... (Mt. 3, 8).
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt. 4, 17).
Date cuenta, pues, de donde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera (Apoc. 2, 5).
Aclaración. La conversión supone un cambio de actitud de enemistad a amistad con Dios un una reparación por la ofensa inferida.

jueves, 4 de diciembre de 2008

15 razones para vivir el Adviento





Amo el Adviento. Lo amó apasionadamente, y necesito contarles por qué.

1 El Adviento es un privilegio, o digo mejor: un acto precioso de condescendencia divina.

2 Es un despertador que revela los límites de lo que termina, para llamarnos hacia aquello que no tiene límite ni término.

3 Es el tiempo por excelencia para la esperanza.

4 Son semanas de genuina catequesis, sentados junto al fogón del amor de los profetas.

5 Es una escuela que tiene el estilo y la impronta de la Virgen de Nazareth.

6 Es como una metáfora gigantesca de lo que es la Iglesia entera en este mundo... hasta que el Señor vuelva.

7 Es un retiro espiriual para mil millones de personas.

8 Es el recordatorio del lugar irreemplazable de la ternura y la mansedumbre como casa que preparamos a Jesús.

9 Es el momento para sentirnos más hermanos que nunca de los judíos, y de todos aquellos que sabiéndolo o sin saber, aguardan al Mesías y su salvación.

10 Bien vivido, es una senda de profundo autoconocimiento a la luz de Dios.

12 Es tiempo para darnos cuenta de cuántas cosas ya no necesitamos, y por tanto, para hacer más liviana y generosa la vida.

12 Tiempo para "hacer hambre" de modo que el banquete del Pan de Vida--que es Cristo--nos encuentre preparados y alegres.

13 Es la época del año en que el Antiguo Testamento se hace diáfano, y el Nuevo Testamento, deslumbrante.

14 Son días de oración y de escucha, días sobre todo para aprender que ninguna presencia de Cristo será suficiente hasta que llegue el día en que él sea todo en todos.

15 Tiempo que condensa la experiencia del desierto y la alegría del Jordán
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Fray Nelson M.