jueves, 9 de septiembre de 2010

Evangelio Misionero del 9 de Septiembre del 2010.


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-36

Jesús dijo a sus discípulos:Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigas, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

Compartiendo la PalabraPor Conrado Bueno, cmfAmar, bendecir, orarSubversivoAquí todo resulta revolucionario, subversivo. Este evangelio lleva metralla. Es poner al mundo patas arriba. Es la locura de Dios, la lógica divina. ¿Quién entiende eso de “amar a los enemigos”? Otros revolucionarios se centran en “el otro”, que es oprimido y explotado. La revolución de Jesús se fija en las afrentas que otros nos hacen a nosotros. Y aquí la respuesta es desconcertante, hay que saber perdonar. Esta sí que es una revolución que cambia a la sociedad, al mundo, a las personas.Ahora aparece más injusto ese dicterio de algunos llamando “cristianismo de rebajas” a una presentación del Evangelio desde la misericordia y el perdón. Y todo, porque no se insiste, como antes, en ciertos mandamientos o ciertos puntos dogmáticos.La locura de Jesús“Amad, haced el bien, bendecid, orad por ellos” Hasta aquí todo suena bien en las palabras de Jesús. Todo “choca” cuando añadimos el complemento: “Los enemigos, los que nos odian, los que nos maldicen”. Y todo, subrayado con imágenes expresivas: te pegan en una mejilla y has de poner la otra; te quitan la capa y has de dar la túnica.Jesús apunta la razón de tal comportamiento evangélico: amar al amigo es también de paganos; amar al enemigo es cosa de los “hijos del Altísimo”. Porque Dios es bueno también con los malvados y desagradecidos.¿Y nosotros?Con lo claro que habla el Evangelio, y la capacidad que tenemos de esquivar su mensaje. Qué regates ideológicos se nos ocurren. Te asomas a una página de información religiosa de Internet. Y, desde el anonimato, qué descarga de insultos, de improperios se lanzan, entre sí, los que dicen amar a Jesucristo y a la Iglesia. Y, encima, acabamos diciendo que rezamos por el pobrecillo a quien hemos asaeteado con nuestras palabras. Se diría que hemos cambiado el elogio dirigido a los primeros cristianos; hoy parece que habría que exclamar: “Mirad cómo se odian”.Nuestro amor al prójimo, como el de Jesús. Amor universal, sin fronteras, porque sí, totalmente gratuito. Seguimos al Dios que “hace llover sobre buenos y malos”. Siempre, en la confianza de que el amor transforma, renueva, recrea a las personas y al mundo.Lo malo es que tenemos la mala costumbre de los “peros”. Proclamamos el mandamiento del amor y, a la vez, lo llenamos de estos “peros”. Por ejemplo: “Bien está la misericordia, “pero” también hay que aplicar la justicia”. Se podría hacer una lista larga de ejemplos. Creo que es una trampa del diablo. No caigamos en esta insidiosa tentación.

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