domingo, 23 de septiembre de 2012

DE LOS QUE SE HACEN COMO NIÑOS, ES EL REINO DE DIOS


 Evangelio según San Marcos 9, 30-37


Segundo Anuncio de la Pasión
Salieron de allí y se fueron caminando por Galilea. Él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; lo matarán, más a los tres días de haber muerto resucitará". Pero ellos, que no entendían sus palabras, tenían miedo de preguntarle.
¿Quién es el mayor?
Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntó: "¿De que discutías por el camino?". Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "si uno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: "El que acoja a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoja a mí, no me acoge a mí, sino a Aquel que me ha enviado."
Palabra del Señor



Compartiendo la Palabra


¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?
Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará.
Marcos dice que "no le entendieron y les daba miedo preguntarle". En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje. Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: "¿De qué discutíais por el camino?". Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús? Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos. La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar. Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico. Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención. Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos le recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí...acoge al que me ha enviado". La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?Difunde la enseñanza de Jesús. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Reflexionamos el Evangelio!







Reflexión: Isaías 35, 4-7a.

El profeta Isaías, en los primeros capítulos de su libro, refleja la situación en la que se encontraba el pueblo de Israel, allá por la segunda mitad del s. VIII antes de Cristo (aunque algunos sitúan estos capítulos 34 y 35 por los años 500 a. de Cristo, en la época posterior al exilio).

En la lectura de hoy se resalta la llamada a la alegría y al júbilo porque Dios interviene en favor de su pueblo.
El profeta hace una llamada a la esperanza porque la presencia de Dios se hará manifiesta en medio de su pueblo.

La venida del Salvador transformará el desierto en Paraíso, la maldición de Adán en bendición salvadora de Dios. Isaías propone lo "insospechado" como realidad para el futuro y como fuerza dinámica para el presente.
Si la esperanza es firme nadie puede recortar su fuerza liberadora. Cuando el Dios de la Biblia se manifiesta como un Dios liberador, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos, que libera a los cautivos, el hombre creyente comprende cuál debe ser el objeto de su esperanza y el cometido de su actuación.

En muchas ocasiones nos encontramos abrumados por problemas personales, familiares o desalentados por preocupaciones de diversa índole.

Hay acontecimientos que nos hacen sufrir: enfermedad, paro, accidentes... Estamos, como el "pueblo de Dios", bajo la tiranía de ciertos males.

No es fácil encontrar consuelo y, mucho menos, soluciones.

Sin embargo, la la lectura de hoy nos dice que no nos acobardemos, que levantemos nuestro ánimo porque Dios es capaz de "hacer oír al sordo y hablar al mudo"; el Señor hace brotar agua en el desierto y, sobre todo, salvará a quien confíe en él.






Reflexión: Santiago 2, 1-5

El domingo pasado el apóstol Santiago nos decía que no nos conformásemos con escuchar la Palabra de Dios sino que la practicásemos.

Hoy nos llama la atención sobre alguna de las formas por las que quebrantamos el respeto a la Palabra de Dios.

Dios mira el corazón del hombre y no su posición social o su situación económica.

Nosotros hacemos distinción entre los hombres; tratamos de distinto modo a los ricos que a los pobres, a los poderosos que a los humildes.

Pero la repulsa al favoritismo es tajante en la carta de Santiago, que es "Palabra de Dios".

Nuestras predilecciones han de ser, por tanto, las de Dios.

Si alguno ha de ser nuestro predilecto, debemos fijarnos en los humildes, en los necesitados, en los que carecen de todo.

Dios juzga según los valores de la sencillez, de la fidelidad y acogida a su mensaje salvador.

Por este motivo, tampoco pueden causarnos impresión ni sorpresa las declaraciones que a veces hacen gentes de alta posición económica, de gobierno, de popularidad artística, etc., sobre su falta de fe, su actitud indiferente u hostil a Dios, o su conducta poco respetable.

Para el creyente, estas palabras y estos comportamientos no pueden tener valor alguno de ejemplaridad.
En materia de fe, el corazón de un pordiosero puede ser más rico que el presidente del gobierno.




Reflexión: San Marcos 7, 31-37

En Jesús se cumple lo anunciado por los profetas: Jesús actúa como salvador, liberador del hombre.

En tiempos de Jesús, la sordera, la ceguera y otras enfermedades, se consideraban como castigo de Dios al pecado de los hombres. Por eso, la curación de la sordera, ceguera u otras enfermedades es signo de salvación y liberación.

La gente que ve los signos que hace el Señor, se queda admirada y exclama con entusiasmo: ¡todo lo ha hecho bien!

A través de ese signo milagroso nos está manifestando que él nos libera del pecado que nos ata y esclaviza.

Por otra parte, es el salvador de todos los hombres, pues el sordomudo de hoy es uno de los llamados "extranjeros" por el pueblo judío.

La curación de un sordomudo está proclamando que nosotros debemos:

* abrir los oídos a la Palabra de Dios, al Señor,

* abrir los labios para proclamarla con decisión y firmeza.

Decimos que la fe cura la sordera. Un creyente no podrá ser sordo a la Palabra que nos viene de la Escritura. No hará "oídos de mercader" cuando esa Palabra amenace su burguesía o ponga interrogantes a sus seguridades.

No será "sordo de conveniencia" seleccionando páginas del Evangelio en las que apoyar su egoísmo y marginando las que vienen a "desinstalarle".

Son millones quienes se acercan a Jesús y no se les oye; y son minoría quienes están alejados de él y su griterío se hace manifiesto en las calles, en los medios comunicación, etc.

En este campo recordamos lo que pasa con la gallina que pone un huevo y alborota a todo el gallinero y la tortuga que pone millones de huevos y no se entera nadie del acontecimiento.

Pero un acontecimiento salvador como el de Jesús, es preciso no silenciarlo.

El debilitamiento de la fe ha de ser contrarrestado por el descubrimiento de Cristo perdonador y salvador.

En el día de la Creación, Dios proclamó que "todo era bueno"; en el día de la Redención, "todo lo hace nuevo"; y hoy se dice de Jesús "todo lo ha hecho bien". Y es que, abrir a un hombre su boca y sus oídos, es hacer una "criatura nueva" que pueda degustar las palabras y los sabores del Reino de Dios.




Comentario: Mc 7,31-37

7,24-37 Curaciones en territorio pagano. La discusión sobre minucias legalistas y prescripciones rituales hace que Jesús sienta la necesidad urgente de cambiar de aires. En esas disputas se escuchan siempre los mismos discursos y él quiere oír, en territorio pagano, una palabra nueva. En esta ocasión será la palabra de una mujer sirofenicia que, en contraste con los fariseos –preocupados por tener bien lavadas las manos antes de gustar el pan– se apresura a pedir para su hija enferma las sobras del banquete celebrado en el desierto. Su fe es tan fuerte que no se rinde hasta conseguir lo que desea. Es una fe auténtica, sencilla y conmovedora, que se convierte en modélica para los destinatarios del evangelio –cristianos procedentes del paganismo– y que les garantiza a la vez que en la mesa salvífica de Jesús hay también pan para ellos.

El relato de la curación del sordomudo resalta todavía más la participación de los paganos al banquete de la salvación que Jesús ofrece. El sordomudo es el mejor representante del paganismo: sordo respecto a Dios e incapaz de alabarlo. No obstante, también sobre él recae el poder liberador de la palabra de Jesús, que rompe la sordera espiritual y suelta la lengua para la alabanza divina.

La exclamación conclusiva de la multitud, en la que se percibe el eco de Gn 1,31 e Is 35,4-6, expresa el reconocimiento de Jesús como aquel que, luchando contra el mal y el sufrimiento, devuelve a la creación su esplendor original e inaugura el tiempo de salvación anunciado por los profetas. Ello constituye para los lectores cristianos un motivo seguro de esperanza. Dios llevará a término la obra que en Jesús ha comenzado.



Reflexión personal


«Todo lo hizo bien», o «Hizo todo el bien que pudo». Sea cual sea el sentido original de la expresión que Marcos pone en boca de la gente que observaba a Jesús, en todo caso es un buen lema, una expresión que puede simbolizar adecuadamente nuestro mejor ideal. ¿Estoy a su altura?


- -Antes del Concilio Vaticano II en no pocos lugares la Iglesia tenía bodas, misas y entierros de primera, de segunda y de tercera, con más o menos ornamentación del templo, incluso más o menos oficiantes... según los honorarios que por tales ceremonias se abonaba. También, en los países de nacionalcatolicismo, las autoridades tenían un lugar destacado reservado para ellas. Hoy todo ello se suprimió, afortunadamente. ¿Se superó en la Iglesia la acepción de personas, la preferencia por los ricos y el desprecio a los pobres de las que nos habla la carta de Santiago? ¿En qué formas nuevas, o antiguas, puede hoy la Iglesia tener "acepción de personas en favor de los ricos?


- El profeta Isaías presenta a Dios como el que viene a despegar los ojos del ciego y abrir los oídos del sordo, el que hará saltar de alegría al cojo y cantar al mudo. Y con la asociación de la primera lectura de hoy con la tercera, la liturgia nos quiere decir que Jesús cumple y plenifica lo que los profetas del AT soñaron como enviado de Dios. Veinte siglos después, con una medicina totalmente diferente y tecnificada, la mayor parte de nosotros no cree en "curaciones" físicas milagrosas (sin desconocer una gran parte de cristianos, carismáticos sobre todo, que sí aciertan a creer en curaciones físicas por obra religiosa). Pero para los que tenemos una mente más "realista", o secularizada o científica... ¿qué relectura podemos hacer del anuncio del profeta y de la taumaturgia de Jesús? ¿Qué significa HOY para nosotros que Jesús desata la boca de un mudo?



«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos». (Mc 7, 37)

Preguntas y cuestiones

En Jesús encontramos un modelo de conducta. “Todo lo ha hecho bien”. Este eudemonismo hace que tratemos de imitar su conducta. ¿Seguimos a Jesús porque es un modelo moral atractivo o porque es el Hijo de Dios? Son dos aspectos relacionados e inseparables. ¿Nos olvidamos de alguno de ellos en algún momento? ¿Relegamos su divinidad por su moralidad? o ¿Su moralidad por su divinidad?

Abres mis oídos desde dentro!




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua; Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

Compartiendo la Palabra


CURAR LA SORDERA

La curación de un sordomudo en la región pagana de Sidón está narrada por Marcos con una intención claramente pedagógica. Es un enfermo muy especial. Ni oye ni habla. Vive encerrado en sí mismo, sin comunicarse con nadie. No se entera de que Jesús está pasando cerca de él. Son otros los que lo llevan hasta el Profeta.

También la actuación de Jesús es especial. No impone sus manos sobre él como le han pedido, sino que lo toma aparte y lo lleva a un lugar retirado de la gente. Allí trabaja intensamente, primero sus oídos y luego su lengua. Quiere que el enfermo sienta su contacto curador. Solo un encuentro profundo con Jesús podrá curarlo de una sordera tan tenaz.

Al parecer, no es suficiente todo aquel esfuerzo. La sordera se resiste. Entonces Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo, suspira y grita al enfermo una sola palabra: "Effetá", es decir, "Abrete". Esta es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. No está dirigida a los oídos del sordo sino a su corazón.

Sin duda, Marcos quiere que esta palabra de Jesús resuene con fuerza en las comunidades cristianas que leerán su relato. Conoce a más de uno que vive sordo a la Palabra de Dios. Cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y lo comunican mal.

Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.

A veces se diría que la Iglesia, nacida de Jesús para anunciar la Buena Noticia de Jesús, va haciendo su propio camino, lejos de la vida concreta de preocupaciones, miedos, trabajos y esperanzas de la gente. Si no escuchamos bien las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren.

Hay algo paradójico en algunos discursos de la Iglesia. Se dicen grandes verdades y se proclaman mensajes muy positivos, pero no tocan el corazón de las personas. Algo de esto está sucediendo en estos tiempos de crisis. La sociedad no está esperando "doctrina social" de los especialistas, pero escucha con atención una palabra clarividente, inspirada en el Evangelio y pronunciada por una Iglesia sensible al sufrimiento de las víctimas, que sale instintivamente en su defensa invitando a todos a estar cerca de quienes más ayuda necesitan para vivir con dignidad.

jueves, 6 de septiembre de 2012

La Oración!


¡Cuida tu corazón!
"¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.



Cuida tus alas!", decía san Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: "¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.

Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!

Qué es el corazón

El pensamiento griego -particularmente Aristóteles- separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.

El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.

Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo "se cocina" ahí dentro.

Corazón y moralidad

En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.

El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: "¡Sé más!". So pena de ser menos.

El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede "destigrarse", el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.

Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.

La maldad del corazón

El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.

El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»

Corazón y libertad

Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.

De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.

Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta "animalizar" a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy "preso" que estuviera. Así seguía siendo "dueño de sí mismo".

La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.

Y tú, ¿cuidas tu corazón?

Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.

El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.

María

María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.

domingo, 2 de septiembre de 2012

LAVA TUS MANOS EN MI AMOR




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?»
Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:
"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto:
las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos".
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».
Y Jesús, llamando a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».

Compartiendo la Palabra
LA QUEJA DE DIOS


Un grupo de fariseos de Galilea se acerca a Jesús en actitud crítica. No vienen solos. Los acompañan algunos escribas, venidos de Jerusalén, preocupados sin duda por defender la ortodoxia de los sencillos campesinos de las aldeas. La actuación de Jesús es peligrosa. Conviene corregirla.

Han observado que, en algunos aspectos, sus discípulos no siguen la tradición de los mayores. Aunque hablan del comportamiento de los discípulos, su pregunta se dirige a Jesús, pues saben que es él quien les ha enseñado a vivir con aquella libertad sorprendente. ¿Por qué?

Jesús les responde con unas palabras del profeta Isaías que iluminan muy bien su mensaje y su actuación. Estas palabras con las que Jesús se identifica totalmente hemos de escucharlas con atención, pues tocan algo muy fundamental de nuestra religión. Según el profeta, esta es la queja Dios.

"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Este es siempre el riesgo de toda religión: dar culto a Dios con los labios, repitiendo fórmulas, recitando salmos, pronunciando palabras hermosas, mientras nuestro corazón "está lejos de él". Sin embargo, el culto que agrada a Dios nace del corazón, de la adhesión interior, de ese centro íntimo de la persona de donde nacen nuestras decisiones y proyectos.

"El culto que me dan está vacío". Cuando nuestro corazón está lejos de Dios, nuestro culto queda sin contenido. Le falta la vida, la escucha sincera de la Palabra de Dios, el amor al hermano. La religión se convierte en algo exterior que se practica por costumbre, pero donde faltan los frutos de una vida fiel a Dios.

"La doctrina que enseñan son preceptos humanos". En toda religión hay tradiciones que son "humanas". Normas, costumbres, devociones que han nacido para vivir la religiosidad en una determinada cultura. Pueden hacer mucho bien. Pero hacen mucho daño cuando nos distraen y alejan de la Palabra de Dios. Nunca han de tener la primacía.

Al terminar la cita del profeta Isaías, Jesús resume su pensamiento con unas palabras muy graves: "Dejáis de lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres". Cuando nos aferramos ciegamente a tradiciones humanas, corremos el riesgo de olvidar el mandato del amor y desviarnos del seguimiento a Jesús, Palabra encarnada de Dios. En la religión cristiana lo primero es siempre Jesús y su llamada al amor. Solo después vienen nuestras tradiciones humanas por muy importantes que nos puedan parecer. No hemos de olvidar nunca lo esencial.

Anima a dar culto a Dios con el corazón y la vida. 

lunes, 20 de agosto de 2012

El joven rico!


Mateo 19, 16-22. Tiempo Ordinario. Nuestra vida no siempre es una respuesta generosa a lo que Dios nos pide. 

Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22


En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama al prójimo como a ti mismo". El muchacho le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

Oración introductoria

Señor, me acercó a Ti como el ese joven que se creía muy bueno. Quiero confirmar qué he de hacer para ganar la vida eterna, qué tengo que cambiar, qué tengo que hacer... Dame la gracia de saber escucharte y tener el valor de ser desprendido de los bienes materiales, pero sobre todo, de mí mismo, para poder entregarme a tu amor y vivir la caridad.

Petición

Jesús, no permitas nunca que me convierta en otro triste «joven rico».

Meditación del Papa

El joven rico del Evangelio, después de que Jesús le propuso dejar todo y seguirle - como sabemos - se fue de allí triste, porque estaba demasiado apegado a sus bienes. ¡Yo en cambio leo en vosotros la alegría! Y también este es un signo de que sois cristianos: que para vosotros Jesucristo vale mucho, aunque sea comprometido seguirle, vale más que cualquier cosa. Habéis creído que Dios es la perla preciosa que da valor a todo lo demás: en la familia, en el estudio, en el trabajo, en el amor humano... en la vida misma. Habéis comprendido que Dios no os quita nada, sino que os da el ciento por uno y hace eterna vuestra vida, porque Dios es Amor infinito: el único que sacia nuestro corazón. Me gustaría recordar la experiencia de san Agustín, un joven que buscó con gran dificultad, durante mucho tiempo, fuera de Dios, algo que saciase su sed de verdad y de felicidad. Pero al final de este camino de búsqueda ha comprendido que nuestro corazón está sin paz mientras que no encuentre a Dios, mientras no repose en Él. ¡Queridos jóvenes! ¡Conservad vuestro entusiasmo, vuestra alegría, la que nace de haber encontrado al Señor, y sabed comunicarla también a vuestros amigos. Benedicto XVI, 5 de julio de 2010.

Reflexión

También decía Cristo que: "Los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios" (Mt 21, 31). Es una sentencia escandalosa no sólo para aquella época en la que Jesús vivía. Hoy también debemos sentir su "escozor" cuando quienes nos sentimos cristianos vemos que nuestra vida no siempre es una respuesta generosa a lo que Dios nos pide.

Si bien esta persona tenía el mérito de buscar la vida eterna, de ser un cumplidor de los mandamientos, quizás le faltó concretar ese amor y esa búsqueda de Dios. Porque vivir en plenitud la fe en Jesucristo es querer y saber decir "Sí". La generosidad, la esperanza y sobre todo el amor nos mueven a ello. La coherencia cristiana nos obligará a dejar las cosas superfluas, costumbres o situaciones humanamente más cómodas por elegir bienes mayores.

Pero todo esto no supone tristeza cuando se abraza por amor la voluntad de Dios. La dificultad se suple con la asistencia de la gracia y del Espíritu Santo. Ellos nos "modelan" y nos infunden la fuerza y la luz necesarias para no errar el camino. Confiar más en ellos es una de las claves para escuchar la insistente voz de Jesús que nos llama a aceptar sus retos.

Propósito

Para estar hoy presente con las personas que me rodean, renunciar a tener mi teléfono celular conmigo todo el día. Y cuando vaya a hacer oración, siempre dejarlo donde no me interrumpa.

Diálogo con Cristo

Señor, ¿realmente quiero saber qué más puedo hacer? Tú me conoces, sabes que soy débil y que rehúyo o me excuso con facilidad del sacrificio, de la renuncia. Por eso te suplico, dame tu gracia para corresponderte, ayúdame a amarte sobre todas las cosas. Sé que estoy apegando a tantas cosas que fácilmente te olvido. Ayúdame a descubrir que de nada sirve tener o hacer muchas cosas, si no estás Tú, si no es tu voluntad. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

El triunfo definitivo de María!


Lucas 1, 39-56. Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Que asunta hoy al cielo, sea siempre nuestra Madre, guía y compañera de camino hasta la eternidad. 

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia- como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa. 

Oración introductoria

María, madre de Jesús y madre mía, tú escuchaste siempre a tu Hijo. Tú supiste glorificarlo y te llenaste de júbilo al saber reconocer a Dios. Estrella de la mañana, refugio de los pecadores, háblame de Él y muéstrame el camino para seguir a Cristo por el camino de la fe.

Petición

María, ayúdanos a imitar tu docilidad, tu silencio y escucha. María, háblanos de Jesús.

Meditación del Papa

Me parece importante destacar la expresión "con prontitud": las cosas de Dios merecen esta urgencia, incluso podemos decir que las únicas cosas que merecen urgencia son las de Dios, la verdadera urgencia de nuestra vida. [...]¡Queridos hermanos! Estamos hablando de María, pero, de alguna manera, estamos hablando también de nosotros, de cada uno de nosotros: también nosotros somos destinatarios de este amor inmenso que Dios ha reservado -de una manera única e irrepetible- para María. En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella, nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en los que sentimos que nuestras cruces se hacen pesadas. María, el arca de la alianza que está en el Santuario del Cielo, nos indica con luminosa claridad que estamos en el camino hacia nuestra verdadera Casa, comunión de alegría y de paz con Dios. ¡Amén!. Benedicto XVI, 16 de agosto de 2011.

Reflexión

Hay, en Jerusalén, dos basílicas cristianas dedicadas a la Asunción de la Santísima Virgen. Una, más pequeña y modesta en su fachada, pero muy hermosa por dentro, se encuentra al lado del huerto de Getsemaní. Está en el fondo del torrente Cedrón y muy cerquita de la basílica de la "Agonía" o de "Todas las naciones". La fachada es cruzada, pero el interior es la cripta de la primitiva iglesia bizantina construida a finales del siglo IV, durante el reinado de Teodosio el Grande (379-395). Y se cree que en este santo lugar yació el cuerpo de la Virgen María antes de ser asunta a los cielos.

La otra iglesia, ubicada en el Monte Sión, es una de las iglesias católicas más grandes y más magníficas de Jerusalén, y se le conoce con el nombre de "iglesia de la Dormición", pues en ella se pretende recordar y celebrar el "tránsito" de la Virgen de este mundo al otro. Está ubicada a unos cuantos pasos del Cenáculo, en donde nuestro Señor celebró la Última Cena con sus discípulos y en donde instituyó la Eucaristía.

Otra tradición dice que María murió en Éfeso, bajo el cuidado del apóstol san Juan. Pero no consta, ni parece verosímil que la Virgen se fuera a una ciudad tan lejana, ya anciana, siendo que en Jerusalén tendría a muchos de sus familiares. Además, la antiquísima veneración del sepulcro de la Virgen en Getsemaní y la celebración de la fiesta de la Dormición de María en Jerusalén inclinan la balanza hacia esta afirmación.

Sea como sea, el hecho es que, desde los primerísimos años de la Iglesia, ya se hablaba del "tránsito" de la Santísima Virgen, de su "dormición" temporal y de su “asunción” a los cielos. Y, sin embargo, aunque era una creencia general del pueblo cristiano, la Iglesia no proclamó este dogma sino hasta el año santo de 1950. Ha sido, hasta el presente, el último dogma mariano. La bula declaratoria de Pío XII reza así: "Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial".

La Asunción de María no se contiene de modo explícito en la Sagrada Escritura, pero sí implicítamente. El texto del Apocalipsis que escuchamos en la primera lectura de la Misa de hoy puede ser un atisbo, aunque no tiene allí su fundamento bíblico. Más bien, los Santos Padres y los teólogos católicos han visto vislumbrada esta verdad en tres elementos incontestables de nuestra fe: la unión estrecha entre el Hijo y la Madre, atestiguada en los Evangelios de la Infancia; la teología de la nueva Eva, imagen de la mujer nueva y madre nuestra en el orden de la gracia; y la maternidad divina y la perfecta redención de María por parte de Cristo. Todo esto "exigía" la proclamación de la Asunción de nuestra santísima Madre al cielo.

En efecto, la persuasión de todo el orbe católico acerca de la excelsa santidad de María, toda pura e inmaculada desde el primer instante de su concepción; el privilegio singularísimo de su divina maternidad y de su virginidad intacta; y su unión íntima e inseparable con Jesucristo, desde el momento de la Encarnación hasta el pie de la cruz y el día de la Ascensión de su Hijo al cielo, han sido siempre, desde los inicios, los argumentos más contundentes para creer que Dios no permitiría que su Madre se corrompiera en la oscuridad del sepulcro. Ella no podía sufrir las consecuencias de un pecado que no había conocido jamás.

"Con razón no quisiste, Señor -rezamos en el prefacio de la Misa de hoy- que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro".

La Asunción de nuestra Madre santísima constituye, además, una participación muy singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección y del triunfo definitivo de los demás cristianos, hijos suyos.

Ella, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y primicia de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. Y ya desde ahora, María brilla ante el pueblo de Dios, aún peregrino en este mundo, como faro luminoso, como estrella de la mañana, como señal de esperanza cierta, como causa de nuestra alegría, como auxilio de los cristianos, refugio de los pecadores y consuelo de los afligidos. ¡El triunfo de María es ya nuestro triunfo!

Propósito

¡Acójamos hoy a su regazo maternal y que María santísima, asunta hoy al cielo, sea siempre nuestra Madre, nuestra guía, nuestra protectora y abogada, nuestra reina y nuestra compañera de camino hasta la eternidad!

Diálogo con Cristo 

"No se aparte María de tus labios ni de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora, no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si la contemplas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; si ella es tu guía, no te fatigarás; y si ella te ampara, llegarás felizmente al puerto". Texto de san Bernardo

María ha subido al cielo en cuerpo y alma!



Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria. 

El triunfo de María es también el triunfo de sus hijos. María ha subido al cielo en cuerpo y alma para decirnos que un día estaremos con Ella, de manera semejante. Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.

La mujer que podemos definir como Amor vivió en este mundo sólo amando: amando a Dios, a su Hijo Jesús desde que lo llevaba en su seno hasta que lo tuvo en brazos desclavado de la cruz. Amó a su querido esposo san José, y amó a todos y cada uno de sus hijos desde que Jesús la proclamó madre de todos ellos.

Desde su asunción a los cielos ha seguido amando durante dos mil años a Dios y a los hombres: Es un amor muy largo y profundo. Y apenas ha comenzado la eternidad de su amor.

Dentro de ese océano de ternura que es el Corazón de María estamos tú y yo para alegrarnos infinitamente. Desde el cielo una Madre nos ama con singular predilección. La fe en este amor debe llenar nuestra vida de alegría, de paz y de esperanza.

Dios adelantó el reloj de la eternidad para que María pudiese inaugurar con su hijo nuestra eternidad. Mientras nosotros esperamos, Ella goza de Dios con su cuerpo inmaculado, el que fue cuna de Jesús durante nueve meses.

El cuerpo en el que Dios habitó es digno de todo respeto. Está eternizado en el cielo, incorrupto, feliz como estará un día el nuestro. El cuerpo que vivirá eternamente en el cielo es digno de todo respeto. No se debe degradar lo que será tan dignamente tratado. Pasará por la corrupción, pero sólo para resucitar en nueva espiga y nuevo cuerpo inmortal, incorrupto, puro y santo.

"Voy a prepararos un lugar": Así hablaba Jesús a los apóstoles con emoción contenida. Personalmente se encargaría de tener listo ese lugar. Pero sabemos quién le ayudaría cariñosamente a preparar dicho lugar: María Santísima. Ella le ayudó -y de qué manera tan eficaz- en sus primeros pasos a la Iglesia militante. Ella sigue ayudando con su amorosa intercesión a la Iglesia purgante y, de manera muy particular, a preparar la definitiva estancia a la Iglesia triunfante.

Podremos estar seguros de ver un ramo de flores con una tarjeta y nuestro nombre: Hijo, hija, cuánto me costaste. Pero ya estás aquí. También habrá un crucifijo con esta leyenda: “Te amé y me entregué a la muerte por ti”. Jesús. Habrá un ramo de almendro florido colocado por Jesús de parte de María.

El premio de los justos es el cielo, la felicidad eterna. Poco lo pensamos. Mucho lo ponemos en peligro. “Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo”. Sabremos entonces por qué decía Jesús estas solemnes palabras, cuando veamos con los ojos extasiados lo que ha preparado Dios a sus hijos. Si les dio su sangre y su vida, ¿no les iba a dar el cielo?

Pero aquí andamos distraídos, perdidos, olvidados, comiendo los frutos agraces del pecado que pudre la sangre y envenena el alma. Cuantas veces emprendimos el camino del infierno. Tantas otras una mano cariñosa y firme nos hizo volver al camino del cielo. Pensamos en todo menos en los mejor y lo más hermoso. ¡Pobres ignorantes, ingratos, desconsiderados!


El cielo es cielo por Dios y María. Al fin nos encontraremos cara a cara con los dos más grandes amores de nuestra vida. Entonces sabremos lo que es estar locamente enamorados y para siempre de las personas más dignas de ser amadas. Enamorados de Dios, en un éxtasis eterno de amor: amados por el Amor Infinito, la Bondad Infinita. Ahí comprenderemos los misterios del amor aquí muy poco comprendidos. Volveremos a Belén a amar infinitamente, eternamente a aquel Dios hecho niño por nosotros. Volveremos a la fuente de Nazareth donde Jesús llenó el cántaro de María tantas veces. Volveremos al Cenáculo a quedar de rodillas y extasiados ante la institución de la Eucaristía, y comprenderemos las palabras del evangelista Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Volveremos al Calvario y querremos quedarnos allí mucho, mucho tiempo, siglos para contemplar con el corazón en llamas el amor más grande, la ternura más delicada, y comprenderemos cada uno lo que Pablo decía: “Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Pediremos permiso de bajar a la tierra para visitar los Santos lugares no como turistas sino como locamente enamorados.

Al cielo subió la Puerta del cielo. Sueño en ese momento en que tocaré a la puerta. Y saldrá a abrirme con los brazos abiertos y una sonrisa celestial María Santísima. Tendré que sostenerme para no morir otra vez, pero de puro gozo al ver sus ojos de cielo, su rostro bellísimo, su amor increíble pero real.

María es la mujer más triunfadora. La humilde esclava del Señor ha logrado lo que ninguna mujer famosa ha conseguido. Eligió como meta cumplir la voluntad de Dios; como motivación el amor. El Premio: La Asunción los cielos en cuerpo y alma. Así nos enseña de forma contundente la mejor forma de vivir.

domingo, 5 de agosto de 2012

La primera condición.....¡que creas!


Juan 6, 24-35. Tiempo Ordinario. Si yo creyera que Jesús está de verdad en la Eucaristía, nadie sería capaz de moverme del Sagrario. 

Del santo Evangelio según san Juan 6, 24-35

Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.» Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

Oración introductoria

Señor, ¡dame siempre de tu pan! De ese pan Eucaristía que diviniza mi humanidad. De ese pan de tu Palabra que me muestra el camino que hay que recorrer, con sus luces y sombras. Y en este momento, de ese pan de la oración que fortalece mi espíritu, por eso te pido que ilumines esta oración para llenarme de Ti y poder, así, llevarte a los demás.

Petición

Señor, no permitas que busque señales sino que siempre confíe en tu amor.

Meditación del Papa

"Que creáis en el que Él ha enviado...Este es el Misterio de la fe". Con esta expresión, pronunciada inmediatamente después de las palabras de la consagración, el sacerdote proclama el misterio celebrado y manifiesta su admiración ante la conversión sustancial del pan y el vino en el cuerpo y la sangre del Señor Jesús, una realidad que supera toda comprensión humana. En efecto, la Eucaristía es “misterio de la fe” por excelencia: "es el compendio y la suma de nuestra fe". La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta de modo particular en la mesa de la Eucaristía. La fe y los sacramentos son dos aspectos complementarios de la vida eclesial. La fe que suscita el anuncio de la Palabra de Dios se alimenta y crece en el encuentro de gracia con el Señor resucitado que se produce en los sacramentos: "La fe se expresa en el rito y el rito refuerza y fortalece la fe". Por eso, el Sacramento del altar está siempre en el centro de la vida eclesial; "gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo". Cuanto más viva es la fe eucarística en el Pueblo de Dios, tanto más profunda es su participación en la vida eclesial a través de la adhesión consciente a la misión que Cristo ha confiado a sus discípulos. Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, n. 6.

Reflexión

Después de la multiplicación de los panes, san Juan nos presenta el discurso eucarístico.

Juan nos narra el milagro de los panes en función de la Eucaristía y lo coloca precisamente antes del sermón eucarístico de Jesús. Es posible que históricamente así haya ocurrido porque Juan se preocupa más por la cronología de los hechos, pero los otros evangelios no lo refieren. Mateo y Marcos nos ofrecen esta narración dentro del ministerio público de nuestro Señor: Jesús es visto como el gran Maestro y taumaturgo, entregado en cuerpo y alma a la predicación del Reino; y, en consecuencia, se dedica a curar a numerosos enfermos de todos los males de los que padecían. Pero no sólo. Jesús es el Hijo de Dios a quien todo le está sometido, aun las fuerzas de la naturaleza, y se muestra como el señor absoluto de la materia. Además, es el Mesías anunciado por los profetas, descrito como el buen Pastor del pueblo elegido. Es manso y misericordioso, y siente ternura y compasión por todas esas gentes "porque andaban como ovejas sin pastor". La multiplicación de los panes es, pues, una respuesta a esas necesidades de la multitud, una manifestación de la infinita caridad y compasión de Jesús. Pero Juan nos presenta el milagro a la luz de la Eucaristía, de la que ahora nos va a hablar el Señor con tonos sublimes e impresionantes.

La muchedumbre sigue entusiasmada a Jesús. Pero El se da cuenta de que esa búsqueda no es totalmente desinteresada. "Me buscáis -les dice con toda claridad- no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido pan hasta saciaros". O sea, que lo buscan no porque creen de verdad en El, sino por conveniencia personal; más por lo que esperan recibir que por la Persona misma de nuestro Señor. ¡Cuántas amistades humanas se fundan precisamente en intereses materiales y en cálculos egoístas! Diría yo que casi infinitas.... Como aquel rey persa que cruzaba el desierto, con sus camellos cargados de joyas y de diamantes.... ¿Recuerdas en qué acaba la historia? Pues sí, aquel ministro fiel, que prefirió seguir a su rey en vez de quedarse con los tesoros, afirmó: "Me importa más mi rey que todas las perlas de mi rey". ¡Qué pocos son este tipo de hombres!

Pero, volviendo al evangelio, Jesús, en todo el discurso que viene a continuación, con un esfuerzo colosal de paciencia, va a tratar de "elevar" a esa gente a un plano superior: les va a hablar de otro pan muy distinto al que han comido, del "pan que no perece, sino que perdura, que baja del cielo y da la vida eterna".

Al multiplicar los panes, Jesús les quiere hacer ver que El tiene el poder para saciar su hambre; pero habla del hambre que anida en lo más profundo del corazón humano. Y con este milagro nos ofrece un “signo” para que creamos en El. Juan, en su evangelio, habla más de "signos" que de milagros, porque las obras de Cristo son, precisamente, "signos" para suscitar la fe de sus oyentes. Y es necesario querer creer para poder creer. Por eso, les dice a los que lo buscan: "Esta es la obra que Dios quiere: que creáis en aquel que El ha enviado". Es la primera condición para poder buscarlo y seguirlo, porque bien sabe lo que va a decirles a continuación. Y sólo si tienen FE, van a escuchar y acoger sus palabras, pues van a ser palabras muy fuertes... Y sin fe, seguro que se van a escandalizar; como, de hecho, sucedió a muchos de esos judíos.

Sólo con una fe auténtica, profunda y sincera podemos acercarnos a este misterio sacrosanto de la Eucaristía. De lo contrario, nos sucederá lo que casi siempre nos ocurre: que no nos damos cuenta del misterio que celebramos, ante quién estamos o qué es lo que sucede allí en el altar... Tristemente, somos a veces tan superficiales y nos hemos acostumbrado a fuerza de rutina, que ya no nos dice cada nada la presencia de Jesús en el Sagrario o en la Santa Misa... ¡y el que está allí es Dios mismo! "Si nos acercáramos con fe a la Eucaristía -afirmaba santa Teresa- estoy segura de que obtendríamos milagros".

Concluyo con un breve recuerdo: en una ocasión en que fui de misiones a la sierra de Puebla, me decía una señora protestante: "Si yo creyera que Jesús está de verdad en la Eucaristía, nadie sería capaz de moverme del Sagrario". Y tú y yo, querido amigo, ¿lo creemos de verdad?

Propósito

Motivado por el amor a Cristo, revisar mi vida sacramental y poner medios concretos para mejorar mi participación en la Eucaristía.

Diálogo con Cristo 

Perdona, Señor, mi ingratitud. En mi necedad me limito a pedirte cosas pasajeras, alimento que me satisface hoy pero no es suficiente para mañana, mientras que Tú me ofreces el alimento espiritual que auténticamente puede saciar mi hambre. Gracias, Señor, por tu Eucaristía, por el gran don de Ti mismo, gracias por esta gran prueba de tu amor. Quiero corresponderte siempre.

domingo, 29 de julio de 2012

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo segùn San Juan!!

¡Desconcertante!.....
Juan 6, 1-15. Tiempo Ordinario. Pongamos a disposición de nuestro Señor y de nuestros semejantes “todo” lo que somos y tenemos. 

Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.» Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.» Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.» Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, se retiró de nuevo al monte él solo.

Oración preparatoria

Señor, te ofrezco sinceramente toda mi vida, para que sea como esos cinco panes y dos pescados que dieron de comer a tantas personas. Ilumina esta oración para que, con determinación, no desperdicie tu gracia, la gratuidad de tu amor.

Petición

Señor, te ofrezco todo lo que soy, multiplícalo con tu gracia, para que sea un mejor servidor de los demás.

Meditación del Papa

El Evangelio de este domingo describe el milagro de la multiplicación de los panes, que Jesús realiza para una multitud de personas que lo seguían para escucharlo y ser curados de diversas enfermedades. Al atardecer, los discípulos sugieren a Jesús que despida a la multitud, para que puedan ir a comer. Pero el Señor tiene en mente otra cosa: "Dadles vosotros de comer". Ellos, sin embargo, no tienen "más que cinco panes y dos peces". Jesús entonces realiza un gesto que hace pensar en el sacramento de la Eucaristía: "Alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos, y los discípulos se los dieron a la gente". El milagro consiste en compartir fraternamente unos pocos panes que, confiados al poder de Dios, no sólo bastan para todos, sino que incluso sobran, hasta llenar doce canastos. El Señor invita a los discípulos a que sean ellos quienes distribuyan el pan a la multitud; de este modo los instruye y los prepara para la futura misión apostólica: en efecto, deberán llevar a todos el alimento de la Palabra de vida y del Sacramento. Benedicto XVI, 31 de julio de 2011.

Reflexión

¡Jesús es verdaderamente desconcertante! Y no podía ser de otra manera. El es Dios y toda su persona humano-divina está envuelta en el misterio. Más aún, El mismo es un misterio para el hombre. Y también su acción, en consecuencia, es parte del misterio y muchas veces nos desconcierta con su manera de actuar, tan distinta a los criterios de los hombres.

Hace dos semanas meditábamos en el poder de Dios, y cómo actúa en muchísimas ocasiones sin contar con los medios humanos para llevar a cabo sus obras. Los instrumentos que usa son absolutamente desproporcionados para los fines que pretende conseguir. Y lo más maravilloso es que, aun así, ¡los consigue! Y allí tenemos a David, haciendo frente a Goliat, y venciéndolo. Y lo mismo le sucede a Gedeón, a los profetas, a los apóstoles y a la Iglesia a lo largo de toda su historia. Así es Dios.

Pues hoy el Evangelio nos presenta otra de esas acciones desconcertantes de nuestro Señor: la multiplicación de los panes. Pero fijémonos bien en los detalles que nos ofrece la narración evangélica: ¿cuántos panes y peces tenía nuestro Señor? ¿y a cuántos tenía que dar de comer? Efectivamente: cinco panes y dos peces para cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. ¿Verdad que es una desproporción impresionante? ¡Pues para Cristo no hay imposibles! Una palabra, una bendición, una orden a sus discípulos, y los panes se multiplican por millares. Y, por si fuera poco, todavía llenan doce canastas con los pedazos sobrantes.

¡Aquí tenemos otra vez a nuestro Señor con otra de sus "salidas" típicas de El! ¿Por qué escogió a ese pobre muchacho que traía unos cuantos panes y dos pececillos para realizar el milagro? Porque a Dios le gusta actuar a través de instrumentos pobres, frágiles y limitados. Y es que la contabilidad y las matemáticas de Dios no son, por fortuna, como las nuestras.

El cardenal Van Thuan, ese arzobispo vietnamita que fue perseguido por el régimen comunista de su país y que transcurrió trece años en la prisión, comenta bellamente en su libro "Testigos de la esperanza" que él "ama a Jesús por sus defectos". No es una herejía, aunque lo parezca, sino una verdad más grande que una catedral. Sus "defectos" son los que lo hacen más atractivo, más humano, más amable y más cercano a nosotros. Algunos de esos defectos -nos dice el cardenal- son: que Jesús no conoce las matemáticas, que no actúa con lógica humana y que no es experto en finanzas ni en economía. ¡Y aquí tenemos otra prueba de ello!

Esa desproporción con la que obra nuestro Señor se supera no a base de "prudentes" cálculos humanos o de razonamientos "lógicos" según nuestra manera de ver las cosas, sino a base de fe, de confianza en el poder de Dios y de caridad hacia nuestros prójimos. Pero la condición para que Cristo obre el milagro es que pongamos a su disposición TODO lo que somos y tenemos. Puede ser que seamos muy poca cosa y que no tengamos casi nada. No importa. Pero lo que sí es indispensable es que lo pongamos todo. Ese muchacho puso a disposición de Cristo sus cinco panes y sus dos peces, sin guardarse nada para sí mismo "por si acaso". Y es esa pobreza -no la abundancia de bienes- la que el Señor quiere que pongamos a disposición de El y de los demás. Es la imagen más provocadora de una Iglesia pobre y desprovista de medios, débil e insignificante en el plano humano, compuesta de gente "que no cuenta", la que sirve y desconcierta al mundo, a los "grandes" y a los poderosos. La desproporción se anula -como comenta un escritor contemporáneo- cuando lo poco que se tiene, lo nada que se es, se convierte en el todo que se da y que se pone al servicio del prójimo. "Tener fe -dice Pronzato- no significa tanto creer en los milagros, cuanto creer que Cristo, para hacer el milagro, tiene necesidad de nuestra alforja, aunque muchas veces se encuentre casi vacía. Tener fe no quiere decir solicitar a Jesús que cambie las piedras en pan -ésta es una tentación, rechazada por El de una vez por todas, ya desde el principio-. Tener fe significa aceptar que El transforme nuestro corazón de piedra, apto solamente para hacer cálculos exactos, en un corazón de carne, capaz de saciar a la gente con la irracionalidad de la pérdida y del servicio".

Propósito

Ojalá que nosotros también pongamos a disposición de nuestro Señor y de nuestros semejantes "todo" lo que somos y tenemos -aunque objetivamente sea muy poco- para que El pueda realizar milagros en nuestra vida, con nosotros, en nosotros y a través de nosotros.

Diálogo con Cristo

«Toma Señor mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Todo mi ser y poseer, tú me lo diste, a ti Señor lo torno. Todo es tuyo, dispón de mí, según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta». Gracias, Señor, por enseñarme a amar con obras concretas, sabiendo que tu gracia multiplica mi pobre esfuerzo.

Santa del Dìa!


Marta de Betania, Santa
Hemana de Lázaro y María, Julio 29 
Autor: . | Fuente: Corazones.org

Hemana de Lázaro y María

Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5).

Lucas añade: "Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

San Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú". San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

La resurrección de Lázaro

El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: "Señor aquel que tú amas, está enfermo". En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: "Esta enfermedad será para gloria de Dios". Y luego les añade: "Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer".

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: "Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá"

Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".

Marta le contesta: "Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos".

Jesús añadió: "Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?"

Marta respondió: "Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."

Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?". Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta: "Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado". Le dice Jesús: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?". Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

El Banquete

Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.


ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA
A SANTA MARTA

Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Amén.

sábado, 28 de julio de 2012


Las 4 estaciones de la vida

Lucas 2:36-38 Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años, y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones. Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 

La primera es la niñez, la segunda la adolescencia, la tercera la adultez y la cuarta la ancianidad. Jesús se conectaba con los niños, con los adolescentes, con los adultos y ancianos porque él tenía las cuatro edades dentro de él.
Quiero hablarte de qué cosas tenemos que llevar porque la vida es un tren de una sola mano y una vez que avanzamos, ya no se puede volver atrás. Y lo importante es que cada etapa nos llevemos lo que Dios designó. Y si no nos llevamos algo que tendríamos haber llevado de bendición hoy Dios lo va a recrear para que esté con nosotros en el nombre del Señor.
Primera etapa. Es la etapa de la niñez. La niñez fue hecha para que nos llevemos algo a todas las etapas de la vida que es la capacidad de jugar.
Cuando leés en la Biblia cantar, saltar, gritar habla de la parte infantil. El apóstol Pablo está preso en una cárcel y se pusieron a cantar y en la medianoche Dios bajó, les abrió las puertas porque cuando soltás la capacidad de jugar traés a Dios a escena para tu próximo milagro. Tenemos que jugar, reírnos más, ésta es la cosa más importante que nos llevamos de la infancia. Cuando Salomón hizo el templo hizo fiesta catorce días seguidos.

Yo te profetizo que vas a construir cosas grandes para Dios y durante catorce días seguidos va a estar la sonrisa en tu boca. Hay gente que no juega, no sonríe, no ríe. Pero Dios lo va a generar y lo va a dibujar en tu rostro porque vas a construir cosas grandes. Dios va a restaurar la capacidad de divertirnos. La gente más divertida de la Argentina va a ser los hijos de Dios de Presencia de Dios. Reír, jugar.
Había dos nenes, hicieron un castillo en la arena, vino una ola y destruyó el castillito. Los nenes se tomaron de la mano, caminaron unos pasos más, hicieron otro castillito, porque así es el corazón del niño. Cuando la vida te destruye los castillos, te tomás de la mano de otro nene y caminás unos pasos y volvés a empezar otra vez. Dios te va a dar la capacidad que cuando la vida, el viento y las tormentas destruyan lo que más anhelabas no te pongas a llorar, solamente da unos pasos más y digas, vamos a seguir jugando porque todavía el juego no se ha terminado.
Había un nene que estaba dibujando y la maestra le dice, ¿qué estás dibujando? Estoy dibujando a Dios. Y la maestra lo mira y le dice, no puede ser porque a Dios nadie nunca le vio la cara y nadie sabe cómo es Dios. El nene la mira y le dice, en unos minutos todo el mundo va a saber cómo es.
Porque esa es la capacidad. Yo te digo algo, vamos a jugar más con la deuda, con los problemas familiares, nos vamos a reír, porque Dios va a activar ese niño interno para que volvamos a divertirnos, porque Dios derrama gozo a los que honramos su nombre.

Había un nene y la mamá le decía, nene, que te tomen para actuar en la obra del colegio. Tenés que actuar, tenés que actuar, porque lo más importante es que actúes en la obra. Y a la tarde el nene llega del colegio con una sonrisa de oreja a oreja y la mamá le dice, ¿y qué pasó, te tomaron para actuar? No mamá, algo mejor, me eligieron para aplaudir y motivar a los que actúan. ¿No es genial mamá?
Porque eso es lo que tienen los niños, tienen una sabiduría extraordinaria. Y Dios nos va a dar la capacidad que cuando no nos elijan para actuar, nos elijan para aplaudir y también lo disfrutemos en el nombre del Señor. Jugar.

El primer milagro que Jesús hizo no fue sanar a un ciego, a un paralítico, fue hacer agua en vino en una fiesta de casamiento para que la gente siga divirtiéndose.
Lo primero que Dios te va a restaurar es la capacidad de alegría y de jugar. La fe en el Señor es una fe divertida, hermosa y Dios la va activar y vamos a ser la gente más divertida de la Argentina. Jugar.
Hay gente que en la infancia no jugó y te falta eso, pero Dios lo va a generar hoy en la estación de la vida donde estás, porque vas a llevar en los próximos años la capacidad de divertirte en el nombre del Señor.

Después que dejamos la estación de la niñez pasamos a la adolescencia.
¿Por qué la adolescencia fue creada por Dios? Para soñar. El adolescente es utópico, es idealista, se rebela. El adolescente tiene proyectos grandes. El adolescente es loco pero tiene un gran problema. La adolescencia que es el súper yo, la voz crítica, la conciencia que lo castiga, está mal, hiciste mal. Por eso, cuando los papás les dan cariño, abrazamos a nuestros hijos, el adolescente lo lee como un súper yo, como una voz crítica. Dicen, a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer. Pero te estoy aconsejando. Yo voy a hacer mi vida.
Porque el gran problema de todo adolescente es su súper yo, es esa voz que te hace dudar, te dice, y si hago esto me puede pasar esto y si hago esto me puede pasar esto otro. Y la voz crítica te dice, si te equivocaste te voy a  castigar, voy a lastimarte por eso. Hay gente que no decide por eso. Hay gente que se condena de grande. Dice, cómo le hablás a Dios con los pecados que hiciste. Es esa voz crítica que si no la desarmás, te lleva a juzgar a los demás, a evaluar a los demás. Mirá ese, mira ese otro.

A veces hay gente que saca esa voz crítica y la pone en los demás, se sienten perseguidos. El paranoico es eso, el paranoico dice, me van a lastimar, me van a robar, me van a engañar, me van a maltratar, porque agarró esa voz interna. ¿Qué le pasa al depresivo? También tiene esa voz interna que dice, nadie te quiere, no servís para nada, no lo vas a lograr. Esa voz es la que no nos deja soñar y Dios tiene que desactivar esa voz crítica para que empecemos a soñar, para que soñemos cosas grandes.
¿Cuántos son músicos? Son raros los músicos porque hablan raro, caminan raro, porque son creativos y el creativo es un soñador que logró desactivar la voz crítica. No le importa la vergüenza, lo que dirán,  lo que va a pasar, lo que no va a pasar y se atreven a soñar.
Lo segundo que Dios va a restaurar es la capacidad de soñar cosas grandes maravillosas.
Yo soy un gran soñador y sueño que de Presencia de Dios se va a levantar el próximo dueño de América TV y nos van a llamar a Alejandra y a mí. Van a decir, pastor, venga que las luces ya están puestas para que hagan el programa y no le tengamos que pedir permiso a ningún productor más. Yo sueño que se van a levantar los que van a comprar Telefé, Canal 13, Canal 9. Yo sueño que de acá se van a levantar los grandes millonarios, las familias más bendecidas, las mujeres más extraordinarias, las familias más gloriosas. Yo voy a soñar.
Es esa voz la que te dice que vas a soñar. Si no podés, no servís, todo lo hacés mal, nadie te quiere. Es esa voz la que te hace mirar el cuerpo y lastimarte internamente. Pero esa alarma la vamos a desactivar y nos vamos a animar a soñar cosas grandes. Yo oro para que un espíritu de locura divina caiga sobre nosotros y la gente más soñadora, más extraordinaria esté acá en Presencia de Dios. Jugar, soñar.

Entramos a la media vida entre los treinta y cinco y los sesenta y cinco, adultez. Es la etapa más larga, la etapa donde mirás para adentro y te das cuenta que hay cosas que no lograste, que no te animaste, el proyecto, que no estudiaste, que la carrera que te quedó por la mitad, qué lograste y qué no lograste, porque te das cuenta del tiempo. Porque en la adolescencia el tiempo no existe, es todo eterno, todo hermoso, pero cuando entrás en la tercera estación te das cuenta que el tiempo pasa porque empezás a ver a la gente envejecer, empezás a ver que la gente se muere.
Empezás a ver que en tu agenda solamente tenés los teléfonos de los doctores, que el tiempo está avanzando y te das cuenta qué lograste, qué no lograste. Si tu papá vive está más viejito y hay una conciencia, una interioridad, una búsqueda interna. Después empezás a ver el cuerpo y te das cuenta que ha cambiado el pelo, se empieza a caer, los párpados se empiezan a caer, los dientes también caen, la panza se empieza a caer. Y empiezan las enfermedades.
Decís, a mí nunca me pasó esto, a mí nunca me salió sangre, a mí nunca me dolió el cuerpo. Estás en la etapa de la mitad de la vida. A las mujeres les viene la menopausia, tienen calor, frío, calor y a los varones nos baja la testosterona, tenemos diferentes voces. Es una etapa para crecer porque esa etapa fue hecha para conquistar. Jugar, vamos a jugar, a soñar. Después viene la etapa de la conquista. De qué te sirve quedarte con los sueños, ahora vas a prosperar, ahora vas a avanzar, ahora lo vas a lograr, ahora tenés fuerzas internas para ir para adelante. Y en esa etapa hay que crecer, aprender, enriquecer el mundo interno.

Salomón dejó de ser adolescente y cuando entró en la tercera estación de su vida le pidió a Dios sabiduría. Y Dios le dijo, te voy a bendecir porque pediste inteligentemente. Porque lo que necesitamos es crecer, es que la gente nos vea y no nos reconozca. Es que crecí, invertí tiempo para prepararme.
Por eso tenés que agarrar tu agenda y decirle que Dios la ministre para que haya tiempo para conocer más a Dios, para aprender, para enriquecer tu mundo interno, para que no seas el mismo. Porque todo lo que nos vamos a llevar a la eternidad son las experiencias que guardemos en nuestro espíritu, nada más. Por eso la tercera etapa es la etapa de la conquista. Jugar, soñar, conquistar.

Después de los sesenta y cinco, después que estamos conquistando viene la ancianidad, la vejez. Y la vejez es la etapa de la trascendencia. No es que cuando uno es niño juega y cuando es adolescente no juega más, no, le suma el juego al sueño. Y cuando uno entra en la media vida juega, sueña y conquista. Y cuando uno entra en la ancianidad juega, sueña, conquista y trasciende. Pero el Espíritu Santo me dijo que no necesitamos llegar a viejos para guardar estas cuatro cosas, las podemos usar ahora, no importa la edad cronológica. Podemos jugar podemos soñar, podemos conquistar y podemos trascender. Y eso es lo que te hace una persona completa.
Por eso el apóstol Pablo le decía, Señor, completame. Yo nunca entendí eso. ¿Qué quiere decir completame? Dame esos cuatro recursos para que me sienta completo, pueda jugar, pueda soñar, pueda conquistar y pueda trascender. Y una de las mentiras más grandes de la vejez es que vejez es igual a enfermedad.

Y dice un médico muy importante que el 40% de los medicamentos del mundo los consumen los viejos, porque la cultura enseña que cuando llegues a viejo vas a quedar internado en un geriátrico. Nadie te va a querer, vas a necesitar los medicamentos. Y eso es una profecía auto cumplida porque decís, cuando entre en esa etapa voy a quedar mal y cuando lo creés se te empieza a complicar.
El sesenta y cinco por ciento de los ancianos en el mundo se valen por sus propios medios. Sólo el 2% está en un geriátrico. Entonces, llegar a viejo ya es una bendición, porque tenés dos opciones en la vida o te morís de joven o llegás a viejo. Queremos la segunda. O te morís joven o llegás a viejo.

Me decía una enfermera en el año nuevo, Bernardo, estamos viendo gente de veinte, treinta años con ACV, con infartos, con muertes súbitas, chicos jóvenes que se están muriendo. O sea que llegar a viejo ya es una bendición. Tenés que saber de que el cuerpo se va apagando, pero los dones del Espíritu y la gloria del Señor van creciendo.
Darío nos predicó que cuando el cuerpo se va desgastando, la gloria que Dios te ha dado adentro sigue creciendo en el nombre del Señor. Beethoven se quedó sordo pero seguía haciendo música. Porque aunque tu cuerpo se va desgastando por fuera, los dones por dentro siguen funcionando en el nombre del Señor. ¿Hay soñadores locos que ya apagaron esas voces críticas? ¿Hay gente conquistadora que va a ir detrás de su sueño?
Cuarto es la trascendencia. Están en el templo y viene María, la mamá de Jesús con José y Jesús. Lo traen a presentar al templo y aparece Simeón. Tenía ochenta años y toma el bebito y bendice. Dice, gracias, Señor, acá está el salvador. No bendice al bebé, porque el bebé era la bendición y bendice al Padre y le dice, Dios acá está el salvador.

En eso viene la viejita Ana, que quiere decir llena de gracia. Era profetiza. Hacía años que no había una profetiza, pero Dios levantó una mujer. Mujer, Dios te va a levantar como una voz profética en medio de la nada para que celebres cosas grandes. Cuando la viejita vio al bebé empezó a hablarle a todo el mundo que el salvador ya había nacido. Preparate porque en tu templo, en tu casa, en tu trabajo, se vienen noticias que nunca jamás imaginaste que ibas a oír, que ibas a ver y que ibas a tocar, mas Dios las ha preparado para los que le amamos.
Había estado casada siete años y ochenta y cuatro viuda. Ochenta y cuatro viuda más siete de casados son noventa y uno. Se casó a los quince años, tenía ciento cinco o seis años. Y dice la Biblia que estaba en el templo del Señor día y noche. Porque tenés que ser una persona que no se pierda nada de Dios, que estés conectado de día y de noche, porque Dios te va a bendecir de día y te va a bendecir de noche, te va a bendecir lunes y te va a bendecir martes, miércoles, jueves y enero, marzo y 2012 pero no te tenés que perder nada.

La viejita no estaba llorando, no me quiere nadie, no, la viejita estaba en el templo diciendo, Dios tiene todavía cosas grandes para mí. Porque Dios no mira la edad, mira la disponibilidad. Cuando trajeron a Jesús la viejita se alegró. Y acá va lo que leí que me impactó tanto. Dice Ana, hija de Fenuel, de la tribu de Aser y eso me impactó. Yo me detuve en eso y el Espíritu Santo me dijo porqué está el papá y está la tribu, porque ellos sembraron algo en ella para que ella lo pudiera cosechar.
Hay alguien en tu familia que sembró algo en vos y que hoy estás cosechando gracias a la semilla que ellos sembraron. Y cuando me vino eso, me vinieron muchas cosas. Me acordé que cuando mi papá vino de Grecia, vino con dos libras esterlinas. Era todo su capital y un día fue a una reunión en la iglesia griega y ofrendó todo lo que tenía. Y cuando me vino ese recuerdo, el Señor me dijo, Bernardo, nunca te ha faltado nada. Has vendido los libros, te invitaron las empresas, por la semilla que tu papá una vez sembró a tu favor y que estás cosechando. Hay alguien que sembró cosas por tu vida.

Le pregunte a Alejandra qué sembraron sus papás. Cuando mi papá tuvo una herencia, él se la regaló a los hermanos. No la tomó y esa es la semilla que mi papá sembró y que hoy estoy cosechando. Por eso nunca nos ha faltado nada. Nunca en todos estos años tuvimos una sola deuda, porque nuestros papás sembraron una semilla y nosotros disfrutamos de la cosecha. Alguien sembró en tu vida para que estés donde hoy estás. Y lo tenés que identificar.
Puse en Internet bendiciones generacionales y no me aparecía nada sino maldición. Y el Señor me dijo, Bernardo, decile a mi pueblo que identifique qué cosas tu papá, tu mamá, tu abuelo sembraron en tu vida. Mi mamá me contó que vivió la segunda guerra mundial. Cuando Italia y Alemania invadieron Grecia, invadieron el pueblo donde ella estaba.

Y me decía que vio a la gente morir, como los nazis mataban gente, explotar con granadas y cuando me contaba su historia el Espíritu Santo me dijo, ella venció la guerra, por eso estás cosechando fortaleza, Bernardo. No te matan las balas, no te detiene nada, porque tu mamá pasó la guerra para darte la victoria. Alguien sembró algo en tu vida que hoy estás disfrutando.
Me contaba mi mamá que sus papás eran cinco. Él trabajaba limpiando en una maderera y todos los domingos iban a la iglesia y viajaban con uno de los pastores de la iglesia griega con los que me crié. Y mi abuelo pagaba sus cinco pasajes y le pagaba al pastor porque viajaban todos en el mismo colectivo.

Era una manera de honrarlo y al tercer domingo el pastor, que era comerciante, tenía mucho dinero, le dijo, no me pague más el pasaje. Para mí es un honor. No me lo pague más, me lo paga y me está obligando a que el otro domingo yo pague cinco pasajes y pierdo. Porque usted paga uno pero yo tengo que pagar cinco. Y cuando escuché eso me indigné y dije, habrá gente tan miserable. Y el Espíritu Santo me dijo, tu abuelo sembró un pasaje y vos estás cosechando  porque Presencia de Dios trae miles de gente gratis a este lugar. Alguien sembró en tu lugar, a tu favor.
Pablo le dice a Timoteo, que era el más querido, Timoteo, tu abuela Loida, que quiere decir victoriosa, te sembró fe. No sos quien sos solo por tu orgullo, tu abuela te sembró fe. Abuelos, ustedes son la imagen del envejecimiento delante de los niños. Dejen de llorar, de quejarse y sean como las Loidas que siembren fe, porque vas a sembrar una semilla a tus nietos y ellos van a ser los próximos Timoteos de este país. Dios va a levantar abuelos llenos de la presencia de Dios.
Alguien sembró algo a tu favor. Identificá, tu mamá sembró algo, tu papá, algo bueno sembraron tu abuela, tu tío, alguien, tu hijo. Alguien sembró algo y vos lo estás cosechando. Identificá tu cosecha.

Pablo le dijo a Timoteo, tu abuela te sembró fe, tu mamá te sembró fe. Pero Timoteo no tenía papá, había muerto y le dijo, tu abuela te sembró una semilla y tu mamá también, tenés doble cosecha. Y Pablo le dijo a Timoteo, yo soy tu papá espiritual. Quiere decir que lo que tu papá físico no te puedo dar, te lo doy yo como papá espiritual. Timoteo tenía tres cosechas para recibir y yo te digo algo, lo que no te dieron tus papás físicos, un papá, una mamá espiritual te va a sembrar algo espiritual, porque vas a cosechar por tres, vas a cosechar lo que otros sembraron a tu favor.
Yo recorrí muchos países del mundo. Y recordé que cuando tenía doce años iba al puerto con mi papá a los barcos a dar folletos. Y yo iba porque me daban las cajitas de fósforos, que las coleccionaba. Y el Señor me mostró, me dijo, esa fue una semilla que hiciste, por eso te abrí las naciones de la tierra. Pueden ir con Alejandra a cualquier país para hablar, porque abriste caminos. Todo lo que siembres en alguien, eso va a ser una puerta abierta a tu destino y a tu mañana. Alguien sembró en tu vida.

Estaba Ana y tenía como cien años y sabía que el papá le sembró algo y la tribu. Gente que no es tu parentesco directo te sembraron algo. Y ella ahora salió y le hablaba a la gente, empezó a sembrar en otros. Eso se llama "trascender", se llama, no alcanza con que yo disfrute la cosecha de lo que sembraron, sino que salga a sembrarle a alguien una semilla.
¿Te animarías a trascender? ¿Te gustaría que hoy identifiquemos a los que nos sembraron y darle gracias a Dios y también que salgamos con un puñado de semillas y sembrarle a alguien y bendecir a alguien con un abrazo, una oración, una palabra?

Gastón me decía que un matrimonio estaba en el hospital con el tratamiento de su hijo. Ellos iban a las habitaciones orándole a la gente. Estaban sembrando. Eso se llama trascender. No es necesario esperar a la vejez física, lo podemos hacer ahora, tomar semillas y sembrar en alguien.
Te voy  decir algo que me mostró el Señor. Ana le empezó a hablar a la gente de ese bebé, Jesús. Y Jesús cosechó multitudes. Cuando las multitudes lo seguían a Jesús, no fue por Jesús, fue porque estaba cosechando la semilla que la viejita le había sembrado cuando era un bebé. Y si Jesús necesitó que los pastores, los magos, Simeón, Ana le siembren algo para él cosechar, cuanto más la gente que está esperando que vayamos con algo, un abrazo, una oración, sembrarle una palabra y ganarlos del reino de las tinieblas y traerlos para el reino de Jesucristo. ¿Estás de acuerdo en que le vaciemos el infierno en Argentina al diablo y llenemos el cielo en el nombre del Señor y podamos trascender? Alguien sembró en vos. ¿Vas a sembrar en alguien? ¿Cuántas cosas estás cosechando? Alguien sembró una palabra.
Cuando empecé a dar clases, a predicar, le decía, Alejandra, ¿cómo estuve? Ella me decía, bárbaro. Yo decía, no, me parece que estuve mal. No, me decía ella, estuviste increíble. Y ella sembró en mí. Y yo sé que donde voy Dios obra, porque alguien sembró en mí y ahora tengo que sembrar en alguien.

¿Vas a orar, bendice mi trabajo o vas a orar que mi trabajo bendiga tu reino? ¿Vas a orar, dame plata, Señor o vas a orar, dame plata que bendiga tu reino? ¿Vas a orar, bendice mi casa o que mi casa bendiga tu reino? ¿Vas a orar, dame el coche nuevo o vas a orar, que mi coche bendiga tu reino, Señor? Yo quiero ser un sembrador, quiero trascender. Apocalipsis dice que cuando los muertos se vayan, sus obras continuarán con ellos. Eso es trascender. Cuando nos agarran con Alejandra, dicen, pastora, hace cinco meses me drogaba. Yo conocí al Señor acá. Eso es una alegría. Son la corona nuestra. Son nuestra cosecha. Y la gente es cambiada.

¿Te animás a sembrar? Estaba el pastor Osteen y fueron a comer. Y la mesera lo trató mal. Y el pastor dice, no le voy a dejar propina a esta mujer que me trata mal. Y el Espíritu Santo le dijo, le vas a dejar la mejor propina que diste en toda tu vida. No, decía él, me trató mal. Le vas a dar la mejor propina. Y cuando viene la mujer, le dejó una propina más grande que el plato que habían comido. Y la mujer se sorprendió.
Al otro día le mandó un correo. Pastores, yo era cristiana, maltratada, apartada. Me engañaron, abusaron y lo traté mal. Sé que le traje mal la comida, está muy mal, pero cuando vi la propina que me dio dije, este es un varón de Dios. Y a partir de ahora toda mi familia, todos nos vamos a congregar con usted. Ustedes son gente de Dios. El Espíritu Santo le habló y le dijo, ves lo que hiciste. Le cambiaste la cosecha a la mujer, porque el diablo le había sembrado problemas y le cambiaste la semilla, le cambiaste la cosecha.

¿No será que a la gente en el mundo el diablo les está sembrando basura y tendremos que ir los hijos de Dios a cambiarles la cosecha? ¿Será que ha llegado nuestra hora de decir, ahora vamos a sembrar nosotros? Porque Jesús dijo, si le sembrás algo bueno al que te siembra algo bueno, ¿dónde está tu recompensa? Pero si al que te hace algo malo le sembrás una semilla de bendición, le cambiás la cosecha. Ahí hubo victoria. ¿Qué te parece si en esta semana le cambiamos la cosecha a más de uno con un abrazo, una oración, una palabra?
Jugar, soñar, conquistar, trascender. Voy a orar para que esas cuatro cosas las tengamos ahora y tengamos vidas plenas. Les hablo a los adolescentes y a los jóvenes. Ojalá me hubiesen soltado esta palabra a tu edad, pero hoy Dios me da la posibilidad de sembrar en tu vida. Yo sé que se van a levantar los próximos Timoteos, las líderes, las pastoras, las millonarias, la gente extraordinaria, porque te estoy sembrando algo grande de parte de Señor.

Me dijo mi papá, a ver, ¿quién es la persona más importante de toda la Biblia? Yo le dije, no sé. El hombre más importante de toda la Biblia fue José, el esposo de María. Pero si de José nunca habla la Biblia. Me dice, cuánto Dios tuvo que haber confiado en ese hombre para entregarle el bebé, a su hijo amado para que lo cuide y lo crié. ¿No es ese hombre más importante? ¿Le dejarías a tu hija, un bebé, a alguien en quién no confías totalmente para que lo cuide y lo críe?
José cargaba con el bebito fruto del Espíritu Santo. Cargaba con todos los comentarios del pueblo que le decían, sí, del Espíritu Santo, con toda la humillación durante su vida. Pero José no habló nunca. Dios le habla en sueños, nada más. Pero él fue el hombre más importante. ¿Podrá Dios confiarte algo que él ama? ¿Podrá Dios poner algo en tu mano? Querido adolescente, niño, querido adulto, querido anciano, ¿podrá Dios confiarte algo que él ama y podrás cuidarlo y hacerlo crecer y llevarlo como una semilla para que la gente sea bendecida?
El hombre más importante de la Biblia es José. Yo oro para que Dios levante a los Josés que le digan, Señor, lo que me has dado lo voy a sembrar, porque hoy estoy cosechando de lo que me han sembrado, pero voy a salir a sembrarle a otros y a cambiarles la cosecha, porque en el 2012 el infierno que está sobre Argentina se va a vaciar y el cielo que está sobre Argentina se va a llenar con tu poder.

Jugar, soñar, conquistar, trascender. Yo declaro en el nombre de Jesús que semillas del cielo vienen sobre tus manos para que disfrutes de la cosecha que otros te han sembrado y salgas a sembrar a las nuevas gentes. Yo declaro, Presencia, que hoy nos levantamos para que Argentina sepa que ha nacido un salvador. Su nombre es Jesús de Nazaret.
Hay gente afuera que está en la agenda de Dios. Tienen tu nombre,  están esperando que les siembres algo, como alguien sembró en tu vida una oración, un abrazo, una palabra, un regalo. Evangelizar no es una técnica, es amar a la gente. Por eso, en estos veinte años hemos recorrido cada centímetro de la Argentina, porque los pastores hemos sembrado sin parar, porque Dios nos llamó a trascender, porque lo único que nos vamos a llevar al cielo es lo que hayamos hecho, nada más.
Cuando Alejandro Magno murió, dijo, entiérrenme con las palmas hacia arriba para mostrarle al mundo que no me llevo nada aunque he conquistado todo. No nos vamos a llevar nada sino la cosecha que alguien hizo en nosotros y que hemos hecho en los demás.