domingo, 9 de septiembre de 2012

Reflexionamos el Evangelio!







Reflexión: Isaías 35, 4-7a.

El profeta Isaías, en los primeros capítulos de su libro, refleja la situación en la que se encontraba el pueblo de Israel, allá por la segunda mitad del s. VIII antes de Cristo (aunque algunos sitúan estos capítulos 34 y 35 por los años 500 a. de Cristo, en la época posterior al exilio).

En la lectura de hoy se resalta la llamada a la alegría y al júbilo porque Dios interviene en favor de su pueblo.
El profeta hace una llamada a la esperanza porque la presencia de Dios se hará manifiesta en medio de su pueblo.

La venida del Salvador transformará el desierto en Paraíso, la maldición de Adán en bendición salvadora de Dios. Isaías propone lo "insospechado" como realidad para el futuro y como fuerza dinámica para el presente.
Si la esperanza es firme nadie puede recortar su fuerza liberadora. Cuando el Dios de la Biblia se manifiesta como un Dios liberador, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos, que libera a los cautivos, el hombre creyente comprende cuál debe ser el objeto de su esperanza y el cometido de su actuación.

En muchas ocasiones nos encontramos abrumados por problemas personales, familiares o desalentados por preocupaciones de diversa índole.

Hay acontecimientos que nos hacen sufrir: enfermedad, paro, accidentes... Estamos, como el "pueblo de Dios", bajo la tiranía de ciertos males.

No es fácil encontrar consuelo y, mucho menos, soluciones.

Sin embargo, la la lectura de hoy nos dice que no nos acobardemos, que levantemos nuestro ánimo porque Dios es capaz de "hacer oír al sordo y hablar al mudo"; el Señor hace brotar agua en el desierto y, sobre todo, salvará a quien confíe en él.






Reflexión: Santiago 2, 1-5

El domingo pasado el apóstol Santiago nos decía que no nos conformásemos con escuchar la Palabra de Dios sino que la practicásemos.

Hoy nos llama la atención sobre alguna de las formas por las que quebrantamos el respeto a la Palabra de Dios.

Dios mira el corazón del hombre y no su posición social o su situación económica.

Nosotros hacemos distinción entre los hombres; tratamos de distinto modo a los ricos que a los pobres, a los poderosos que a los humildes.

Pero la repulsa al favoritismo es tajante en la carta de Santiago, que es "Palabra de Dios".

Nuestras predilecciones han de ser, por tanto, las de Dios.

Si alguno ha de ser nuestro predilecto, debemos fijarnos en los humildes, en los necesitados, en los que carecen de todo.

Dios juzga según los valores de la sencillez, de la fidelidad y acogida a su mensaje salvador.

Por este motivo, tampoco pueden causarnos impresión ni sorpresa las declaraciones que a veces hacen gentes de alta posición económica, de gobierno, de popularidad artística, etc., sobre su falta de fe, su actitud indiferente u hostil a Dios, o su conducta poco respetable.

Para el creyente, estas palabras y estos comportamientos no pueden tener valor alguno de ejemplaridad.
En materia de fe, el corazón de un pordiosero puede ser más rico que el presidente del gobierno.




Reflexión: San Marcos 7, 31-37

En Jesús se cumple lo anunciado por los profetas: Jesús actúa como salvador, liberador del hombre.

En tiempos de Jesús, la sordera, la ceguera y otras enfermedades, se consideraban como castigo de Dios al pecado de los hombres. Por eso, la curación de la sordera, ceguera u otras enfermedades es signo de salvación y liberación.

La gente que ve los signos que hace el Señor, se queda admirada y exclama con entusiasmo: ¡todo lo ha hecho bien!

A través de ese signo milagroso nos está manifestando que él nos libera del pecado que nos ata y esclaviza.

Por otra parte, es el salvador de todos los hombres, pues el sordomudo de hoy es uno de los llamados "extranjeros" por el pueblo judío.

La curación de un sordomudo está proclamando que nosotros debemos:

* abrir los oídos a la Palabra de Dios, al Señor,

* abrir los labios para proclamarla con decisión y firmeza.

Decimos que la fe cura la sordera. Un creyente no podrá ser sordo a la Palabra que nos viene de la Escritura. No hará "oídos de mercader" cuando esa Palabra amenace su burguesía o ponga interrogantes a sus seguridades.

No será "sordo de conveniencia" seleccionando páginas del Evangelio en las que apoyar su egoísmo y marginando las que vienen a "desinstalarle".

Son millones quienes se acercan a Jesús y no se les oye; y son minoría quienes están alejados de él y su griterío se hace manifiesto en las calles, en los medios comunicación, etc.

En este campo recordamos lo que pasa con la gallina que pone un huevo y alborota a todo el gallinero y la tortuga que pone millones de huevos y no se entera nadie del acontecimiento.

Pero un acontecimiento salvador como el de Jesús, es preciso no silenciarlo.

El debilitamiento de la fe ha de ser contrarrestado por el descubrimiento de Cristo perdonador y salvador.

En el día de la Creación, Dios proclamó que "todo era bueno"; en el día de la Redención, "todo lo hace nuevo"; y hoy se dice de Jesús "todo lo ha hecho bien". Y es que, abrir a un hombre su boca y sus oídos, es hacer una "criatura nueva" que pueda degustar las palabras y los sabores del Reino de Dios.




Comentario: Mc 7,31-37

7,24-37 Curaciones en territorio pagano. La discusión sobre minucias legalistas y prescripciones rituales hace que Jesús sienta la necesidad urgente de cambiar de aires. En esas disputas se escuchan siempre los mismos discursos y él quiere oír, en territorio pagano, una palabra nueva. En esta ocasión será la palabra de una mujer sirofenicia que, en contraste con los fariseos –preocupados por tener bien lavadas las manos antes de gustar el pan– se apresura a pedir para su hija enferma las sobras del banquete celebrado en el desierto. Su fe es tan fuerte que no se rinde hasta conseguir lo que desea. Es una fe auténtica, sencilla y conmovedora, que se convierte en modélica para los destinatarios del evangelio –cristianos procedentes del paganismo– y que les garantiza a la vez que en la mesa salvífica de Jesús hay también pan para ellos.

El relato de la curación del sordomudo resalta todavía más la participación de los paganos al banquete de la salvación que Jesús ofrece. El sordomudo es el mejor representante del paganismo: sordo respecto a Dios e incapaz de alabarlo. No obstante, también sobre él recae el poder liberador de la palabra de Jesús, que rompe la sordera espiritual y suelta la lengua para la alabanza divina.

La exclamación conclusiva de la multitud, en la que se percibe el eco de Gn 1,31 e Is 35,4-6, expresa el reconocimiento de Jesús como aquel que, luchando contra el mal y el sufrimiento, devuelve a la creación su esplendor original e inaugura el tiempo de salvación anunciado por los profetas. Ello constituye para los lectores cristianos un motivo seguro de esperanza. Dios llevará a término la obra que en Jesús ha comenzado.



Reflexión personal


«Todo lo hizo bien», o «Hizo todo el bien que pudo». Sea cual sea el sentido original de la expresión que Marcos pone en boca de la gente que observaba a Jesús, en todo caso es un buen lema, una expresión que puede simbolizar adecuadamente nuestro mejor ideal. ¿Estoy a su altura?


- -Antes del Concilio Vaticano II en no pocos lugares la Iglesia tenía bodas, misas y entierros de primera, de segunda y de tercera, con más o menos ornamentación del templo, incluso más o menos oficiantes... según los honorarios que por tales ceremonias se abonaba. También, en los países de nacionalcatolicismo, las autoridades tenían un lugar destacado reservado para ellas. Hoy todo ello se suprimió, afortunadamente. ¿Se superó en la Iglesia la acepción de personas, la preferencia por los ricos y el desprecio a los pobres de las que nos habla la carta de Santiago? ¿En qué formas nuevas, o antiguas, puede hoy la Iglesia tener "acepción de personas en favor de los ricos?


- El profeta Isaías presenta a Dios como el que viene a despegar los ojos del ciego y abrir los oídos del sordo, el que hará saltar de alegría al cojo y cantar al mudo. Y con la asociación de la primera lectura de hoy con la tercera, la liturgia nos quiere decir que Jesús cumple y plenifica lo que los profetas del AT soñaron como enviado de Dios. Veinte siglos después, con una medicina totalmente diferente y tecnificada, la mayor parte de nosotros no cree en "curaciones" físicas milagrosas (sin desconocer una gran parte de cristianos, carismáticos sobre todo, que sí aciertan a creer en curaciones físicas por obra religiosa). Pero para los que tenemos una mente más "realista", o secularizada o científica... ¿qué relectura podemos hacer del anuncio del profeta y de la taumaturgia de Jesús? ¿Qué significa HOY para nosotros que Jesús desata la boca de un mudo?



«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos». (Mc 7, 37)

Preguntas y cuestiones

En Jesús encontramos un modelo de conducta. “Todo lo ha hecho bien”. Este eudemonismo hace que tratemos de imitar su conducta. ¿Seguimos a Jesús porque es un modelo moral atractivo o porque es el Hijo de Dios? Son dos aspectos relacionados e inseparables. ¿Nos olvidamos de alguno de ellos en algún momento? ¿Relegamos su divinidad por su moralidad? o ¿Su moralidad por su divinidad?

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