sábado, 28 de julio de 2012


Las 4 estaciones de la vida

Lucas 2:36-38 Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años, y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones. Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 

La primera es la niñez, la segunda la adolescencia, la tercera la adultez y la cuarta la ancianidad. Jesús se conectaba con los niños, con los adolescentes, con los adultos y ancianos porque él tenía las cuatro edades dentro de él.
Quiero hablarte de qué cosas tenemos que llevar porque la vida es un tren de una sola mano y una vez que avanzamos, ya no se puede volver atrás. Y lo importante es que cada etapa nos llevemos lo que Dios designó. Y si no nos llevamos algo que tendríamos haber llevado de bendición hoy Dios lo va a recrear para que esté con nosotros en el nombre del Señor.
Primera etapa. Es la etapa de la niñez. La niñez fue hecha para que nos llevemos algo a todas las etapas de la vida que es la capacidad de jugar.
Cuando leés en la Biblia cantar, saltar, gritar habla de la parte infantil. El apóstol Pablo está preso en una cárcel y se pusieron a cantar y en la medianoche Dios bajó, les abrió las puertas porque cuando soltás la capacidad de jugar traés a Dios a escena para tu próximo milagro. Tenemos que jugar, reírnos más, ésta es la cosa más importante que nos llevamos de la infancia. Cuando Salomón hizo el templo hizo fiesta catorce días seguidos.

Yo te profetizo que vas a construir cosas grandes para Dios y durante catorce días seguidos va a estar la sonrisa en tu boca. Hay gente que no juega, no sonríe, no ríe. Pero Dios lo va a generar y lo va a dibujar en tu rostro porque vas a construir cosas grandes. Dios va a restaurar la capacidad de divertirnos. La gente más divertida de la Argentina va a ser los hijos de Dios de Presencia de Dios. Reír, jugar.
Había dos nenes, hicieron un castillo en la arena, vino una ola y destruyó el castillito. Los nenes se tomaron de la mano, caminaron unos pasos más, hicieron otro castillito, porque así es el corazón del niño. Cuando la vida te destruye los castillos, te tomás de la mano de otro nene y caminás unos pasos y volvés a empezar otra vez. Dios te va a dar la capacidad que cuando la vida, el viento y las tormentas destruyan lo que más anhelabas no te pongas a llorar, solamente da unos pasos más y digas, vamos a seguir jugando porque todavía el juego no se ha terminado.
Había un nene que estaba dibujando y la maestra le dice, ¿qué estás dibujando? Estoy dibujando a Dios. Y la maestra lo mira y le dice, no puede ser porque a Dios nadie nunca le vio la cara y nadie sabe cómo es Dios. El nene la mira y le dice, en unos minutos todo el mundo va a saber cómo es.
Porque esa es la capacidad. Yo te digo algo, vamos a jugar más con la deuda, con los problemas familiares, nos vamos a reír, porque Dios va a activar ese niño interno para que volvamos a divertirnos, porque Dios derrama gozo a los que honramos su nombre.

Había un nene y la mamá le decía, nene, que te tomen para actuar en la obra del colegio. Tenés que actuar, tenés que actuar, porque lo más importante es que actúes en la obra. Y a la tarde el nene llega del colegio con una sonrisa de oreja a oreja y la mamá le dice, ¿y qué pasó, te tomaron para actuar? No mamá, algo mejor, me eligieron para aplaudir y motivar a los que actúan. ¿No es genial mamá?
Porque eso es lo que tienen los niños, tienen una sabiduría extraordinaria. Y Dios nos va a dar la capacidad que cuando no nos elijan para actuar, nos elijan para aplaudir y también lo disfrutemos en el nombre del Señor. Jugar.

El primer milagro que Jesús hizo no fue sanar a un ciego, a un paralítico, fue hacer agua en vino en una fiesta de casamiento para que la gente siga divirtiéndose.
Lo primero que Dios te va a restaurar es la capacidad de alegría y de jugar. La fe en el Señor es una fe divertida, hermosa y Dios la va activar y vamos a ser la gente más divertida de la Argentina. Jugar.
Hay gente que en la infancia no jugó y te falta eso, pero Dios lo va a generar hoy en la estación de la vida donde estás, porque vas a llevar en los próximos años la capacidad de divertirte en el nombre del Señor.

Después que dejamos la estación de la niñez pasamos a la adolescencia.
¿Por qué la adolescencia fue creada por Dios? Para soñar. El adolescente es utópico, es idealista, se rebela. El adolescente tiene proyectos grandes. El adolescente es loco pero tiene un gran problema. La adolescencia que es el súper yo, la voz crítica, la conciencia que lo castiga, está mal, hiciste mal. Por eso, cuando los papás les dan cariño, abrazamos a nuestros hijos, el adolescente lo lee como un súper yo, como una voz crítica. Dicen, a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer. Pero te estoy aconsejando. Yo voy a hacer mi vida.
Porque el gran problema de todo adolescente es su súper yo, es esa voz que te hace dudar, te dice, y si hago esto me puede pasar esto y si hago esto me puede pasar esto otro. Y la voz crítica te dice, si te equivocaste te voy a  castigar, voy a lastimarte por eso. Hay gente que no decide por eso. Hay gente que se condena de grande. Dice, cómo le hablás a Dios con los pecados que hiciste. Es esa voz crítica que si no la desarmás, te lleva a juzgar a los demás, a evaluar a los demás. Mirá ese, mira ese otro.

A veces hay gente que saca esa voz crítica y la pone en los demás, se sienten perseguidos. El paranoico es eso, el paranoico dice, me van a lastimar, me van a robar, me van a engañar, me van a maltratar, porque agarró esa voz interna. ¿Qué le pasa al depresivo? También tiene esa voz interna que dice, nadie te quiere, no servís para nada, no lo vas a lograr. Esa voz es la que no nos deja soñar y Dios tiene que desactivar esa voz crítica para que empecemos a soñar, para que soñemos cosas grandes.
¿Cuántos son músicos? Son raros los músicos porque hablan raro, caminan raro, porque son creativos y el creativo es un soñador que logró desactivar la voz crítica. No le importa la vergüenza, lo que dirán,  lo que va a pasar, lo que no va a pasar y se atreven a soñar.
Lo segundo que Dios va a restaurar es la capacidad de soñar cosas grandes maravillosas.
Yo soy un gran soñador y sueño que de Presencia de Dios se va a levantar el próximo dueño de América TV y nos van a llamar a Alejandra y a mí. Van a decir, pastor, venga que las luces ya están puestas para que hagan el programa y no le tengamos que pedir permiso a ningún productor más. Yo sueño que se van a levantar los que van a comprar Telefé, Canal 13, Canal 9. Yo sueño que de acá se van a levantar los grandes millonarios, las familias más bendecidas, las mujeres más extraordinarias, las familias más gloriosas. Yo voy a soñar.
Es esa voz la que te dice que vas a soñar. Si no podés, no servís, todo lo hacés mal, nadie te quiere. Es esa voz la que te hace mirar el cuerpo y lastimarte internamente. Pero esa alarma la vamos a desactivar y nos vamos a animar a soñar cosas grandes. Yo oro para que un espíritu de locura divina caiga sobre nosotros y la gente más soñadora, más extraordinaria esté acá en Presencia de Dios. Jugar, soñar.

Entramos a la media vida entre los treinta y cinco y los sesenta y cinco, adultez. Es la etapa más larga, la etapa donde mirás para adentro y te das cuenta que hay cosas que no lograste, que no te animaste, el proyecto, que no estudiaste, que la carrera que te quedó por la mitad, qué lograste y qué no lograste, porque te das cuenta del tiempo. Porque en la adolescencia el tiempo no existe, es todo eterno, todo hermoso, pero cuando entrás en la tercera estación te das cuenta que el tiempo pasa porque empezás a ver a la gente envejecer, empezás a ver que la gente se muere.
Empezás a ver que en tu agenda solamente tenés los teléfonos de los doctores, que el tiempo está avanzando y te das cuenta qué lograste, qué no lograste. Si tu papá vive está más viejito y hay una conciencia, una interioridad, una búsqueda interna. Después empezás a ver el cuerpo y te das cuenta que ha cambiado el pelo, se empieza a caer, los párpados se empiezan a caer, los dientes también caen, la panza se empieza a caer. Y empiezan las enfermedades.
Decís, a mí nunca me pasó esto, a mí nunca me salió sangre, a mí nunca me dolió el cuerpo. Estás en la etapa de la mitad de la vida. A las mujeres les viene la menopausia, tienen calor, frío, calor y a los varones nos baja la testosterona, tenemos diferentes voces. Es una etapa para crecer porque esa etapa fue hecha para conquistar. Jugar, vamos a jugar, a soñar. Después viene la etapa de la conquista. De qué te sirve quedarte con los sueños, ahora vas a prosperar, ahora vas a avanzar, ahora lo vas a lograr, ahora tenés fuerzas internas para ir para adelante. Y en esa etapa hay que crecer, aprender, enriquecer el mundo interno.

Salomón dejó de ser adolescente y cuando entró en la tercera estación de su vida le pidió a Dios sabiduría. Y Dios le dijo, te voy a bendecir porque pediste inteligentemente. Porque lo que necesitamos es crecer, es que la gente nos vea y no nos reconozca. Es que crecí, invertí tiempo para prepararme.
Por eso tenés que agarrar tu agenda y decirle que Dios la ministre para que haya tiempo para conocer más a Dios, para aprender, para enriquecer tu mundo interno, para que no seas el mismo. Porque todo lo que nos vamos a llevar a la eternidad son las experiencias que guardemos en nuestro espíritu, nada más. Por eso la tercera etapa es la etapa de la conquista. Jugar, soñar, conquistar.

Después de los sesenta y cinco, después que estamos conquistando viene la ancianidad, la vejez. Y la vejez es la etapa de la trascendencia. No es que cuando uno es niño juega y cuando es adolescente no juega más, no, le suma el juego al sueño. Y cuando uno entra en la media vida juega, sueña y conquista. Y cuando uno entra en la ancianidad juega, sueña, conquista y trasciende. Pero el Espíritu Santo me dijo que no necesitamos llegar a viejos para guardar estas cuatro cosas, las podemos usar ahora, no importa la edad cronológica. Podemos jugar podemos soñar, podemos conquistar y podemos trascender. Y eso es lo que te hace una persona completa.
Por eso el apóstol Pablo le decía, Señor, completame. Yo nunca entendí eso. ¿Qué quiere decir completame? Dame esos cuatro recursos para que me sienta completo, pueda jugar, pueda soñar, pueda conquistar y pueda trascender. Y una de las mentiras más grandes de la vejez es que vejez es igual a enfermedad.

Y dice un médico muy importante que el 40% de los medicamentos del mundo los consumen los viejos, porque la cultura enseña que cuando llegues a viejo vas a quedar internado en un geriátrico. Nadie te va a querer, vas a necesitar los medicamentos. Y eso es una profecía auto cumplida porque decís, cuando entre en esa etapa voy a quedar mal y cuando lo creés se te empieza a complicar.
El sesenta y cinco por ciento de los ancianos en el mundo se valen por sus propios medios. Sólo el 2% está en un geriátrico. Entonces, llegar a viejo ya es una bendición, porque tenés dos opciones en la vida o te morís de joven o llegás a viejo. Queremos la segunda. O te morís joven o llegás a viejo.

Me decía una enfermera en el año nuevo, Bernardo, estamos viendo gente de veinte, treinta años con ACV, con infartos, con muertes súbitas, chicos jóvenes que se están muriendo. O sea que llegar a viejo ya es una bendición. Tenés que saber de que el cuerpo se va apagando, pero los dones del Espíritu y la gloria del Señor van creciendo.
Darío nos predicó que cuando el cuerpo se va desgastando, la gloria que Dios te ha dado adentro sigue creciendo en el nombre del Señor. Beethoven se quedó sordo pero seguía haciendo música. Porque aunque tu cuerpo se va desgastando por fuera, los dones por dentro siguen funcionando en el nombre del Señor. ¿Hay soñadores locos que ya apagaron esas voces críticas? ¿Hay gente conquistadora que va a ir detrás de su sueño?
Cuarto es la trascendencia. Están en el templo y viene María, la mamá de Jesús con José y Jesús. Lo traen a presentar al templo y aparece Simeón. Tenía ochenta años y toma el bebito y bendice. Dice, gracias, Señor, acá está el salvador. No bendice al bebé, porque el bebé era la bendición y bendice al Padre y le dice, Dios acá está el salvador.

En eso viene la viejita Ana, que quiere decir llena de gracia. Era profetiza. Hacía años que no había una profetiza, pero Dios levantó una mujer. Mujer, Dios te va a levantar como una voz profética en medio de la nada para que celebres cosas grandes. Cuando la viejita vio al bebé empezó a hablarle a todo el mundo que el salvador ya había nacido. Preparate porque en tu templo, en tu casa, en tu trabajo, se vienen noticias que nunca jamás imaginaste que ibas a oír, que ibas a ver y que ibas a tocar, mas Dios las ha preparado para los que le amamos.
Había estado casada siete años y ochenta y cuatro viuda. Ochenta y cuatro viuda más siete de casados son noventa y uno. Se casó a los quince años, tenía ciento cinco o seis años. Y dice la Biblia que estaba en el templo del Señor día y noche. Porque tenés que ser una persona que no se pierda nada de Dios, que estés conectado de día y de noche, porque Dios te va a bendecir de día y te va a bendecir de noche, te va a bendecir lunes y te va a bendecir martes, miércoles, jueves y enero, marzo y 2012 pero no te tenés que perder nada.

La viejita no estaba llorando, no me quiere nadie, no, la viejita estaba en el templo diciendo, Dios tiene todavía cosas grandes para mí. Porque Dios no mira la edad, mira la disponibilidad. Cuando trajeron a Jesús la viejita se alegró. Y acá va lo que leí que me impactó tanto. Dice Ana, hija de Fenuel, de la tribu de Aser y eso me impactó. Yo me detuve en eso y el Espíritu Santo me dijo porqué está el papá y está la tribu, porque ellos sembraron algo en ella para que ella lo pudiera cosechar.
Hay alguien en tu familia que sembró algo en vos y que hoy estás cosechando gracias a la semilla que ellos sembraron. Y cuando me vino eso, me vinieron muchas cosas. Me acordé que cuando mi papá vino de Grecia, vino con dos libras esterlinas. Era todo su capital y un día fue a una reunión en la iglesia griega y ofrendó todo lo que tenía. Y cuando me vino ese recuerdo, el Señor me dijo, Bernardo, nunca te ha faltado nada. Has vendido los libros, te invitaron las empresas, por la semilla que tu papá una vez sembró a tu favor y que estás cosechando. Hay alguien que sembró cosas por tu vida.

Le pregunte a Alejandra qué sembraron sus papás. Cuando mi papá tuvo una herencia, él se la regaló a los hermanos. No la tomó y esa es la semilla que mi papá sembró y que hoy estoy cosechando. Por eso nunca nos ha faltado nada. Nunca en todos estos años tuvimos una sola deuda, porque nuestros papás sembraron una semilla y nosotros disfrutamos de la cosecha. Alguien sembró en tu vida para que estés donde hoy estás. Y lo tenés que identificar.
Puse en Internet bendiciones generacionales y no me aparecía nada sino maldición. Y el Señor me dijo, Bernardo, decile a mi pueblo que identifique qué cosas tu papá, tu mamá, tu abuelo sembraron en tu vida. Mi mamá me contó que vivió la segunda guerra mundial. Cuando Italia y Alemania invadieron Grecia, invadieron el pueblo donde ella estaba.

Y me decía que vio a la gente morir, como los nazis mataban gente, explotar con granadas y cuando me contaba su historia el Espíritu Santo me dijo, ella venció la guerra, por eso estás cosechando fortaleza, Bernardo. No te matan las balas, no te detiene nada, porque tu mamá pasó la guerra para darte la victoria. Alguien sembró algo en tu vida que hoy estás disfrutando.
Me contaba mi mamá que sus papás eran cinco. Él trabajaba limpiando en una maderera y todos los domingos iban a la iglesia y viajaban con uno de los pastores de la iglesia griega con los que me crié. Y mi abuelo pagaba sus cinco pasajes y le pagaba al pastor porque viajaban todos en el mismo colectivo.

Era una manera de honrarlo y al tercer domingo el pastor, que era comerciante, tenía mucho dinero, le dijo, no me pague más el pasaje. Para mí es un honor. No me lo pague más, me lo paga y me está obligando a que el otro domingo yo pague cinco pasajes y pierdo. Porque usted paga uno pero yo tengo que pagar cinco. Y cuando escuché eso me indigné y dije, habrá gente tan miserable. Y el Espíritu Santo me dijo, tu abuelo sembró un pasaje y vos estás cosechando  porque Presencia de Dios trae miles de gente gratis a este lugar. Alguien sembró en tu lugar, a tu favor.
Pablo le dice a Timoteo, que era el más querido, Timoteo, tu abuela Loida, que quiere decir victoriosa, te sembró fe. No sos quien sos solo por tu orgullo, tu abuela te sembró fe. Abuelos, ustedes son la imagen del envejecimiento delante de los niños. Dejen de llorar, de quejarse y sean como las Loidas que siembren fe, porque vas a sembrar una semilla a tus nietos y ellos van a ser los próximos Timoteos de este país. Dios va a levantar abuelos llenos de la presencia de Dios.
Alguien sembró algo a tu favor. Identificá, tu mamá sembró algo, tu papá, algo bueno sembraron tu abuela, tu tío, alguien, tu hijo. Alguien sembró algo y vos lo estás cosechando. Identificá tu cosecha.

Pablo le dijo a Timoteo, tu abuela te sembró fe, tu mamá te sembró fe. Pero Timoteo no tenía papá, había muerto y le dijo, tu abuela te sembró una semilla y tu mamá también, tenés doble cosecha. Y Pablo le dijo a Timoteo, yo soy tu papá espiritual. Quiere decir que lo que tu papá físico no te puedo dar, te lo doy yo como papá espiritual. Timoteo tenía tres cosechas para recibir y yo te digo algo, lo que no te dieron tus papás físicos, un papá, una mamá espiritual te va a sembrar algo espiritual, porque vas a cosechar por tres, vas a cosechar lo que otros sembraron a tu favor.
Yo recorrí muchos países del mundo. Y recordé que cuando tenía doce años iba al puerto con mi papá a los barcos a dar folletos. Y yo iba porque me daban las cajitas de fósforos, que las coleccionaba. Y el Señor me mostró, me dijo, esa fue una semilla que hiciste, por eso te abrí las naciones de la tierra. Pueden ir con Alejandra a cualquier país para hablar, porque abriste caminos. Todo lo que siembres en alguien, eso va a ser una puerta abierta a tu destino y a tu mañana. Alguien sembró en tu vida.

Estaba Ana y tenía como cien años y sabía que el papá le sembró algo y la tribu. Gente que no es tu parentesco directo te sembraron algo. Y ella ahora salió y le hablaba a la gente, empezó a sembrar en otros. Eso se llama "trascender", se llama, no alcanza con que yo disfrute la cosecha de lo que sembraron, sino que salga a sembrarle a alguien una semilla.
¿Te animarías a trascender? ¿Te gustaría que hoy identifiquemos a los que nos sembraron y darle gracias a Dios y también que salgamos con un puñado de semillas y sembrarle a alguien y bendecir a alguien con un abrazo, una oración, una palabra?

Gastón me decía que un matrimonio estaba en el hospital con el tratamiento de su hijo. Ellos iban a las habitaciones orándole a la gente. Estaban sembrando. Eso se llama trascender. No es necesario esperar a la vejez física, lo podemos hacer ahora, tomar semillas y sembrar en alguien.
Te voy  decir algo que me mostró el Señor. Ana le empezó a hablar a la gente de ese bebé, Jesús. Y Jesús cosechó multitudes. Cuando las multitudes lo seguían a Jesús, no fue por Jesús, fue porque estaba cosechando la semilla que la viejita le había sembrado cuando era un bebé. Y si Jesús necesitó que los pastores, los magos, Simeón, Ana le siembren algo para él cosechar, cuanto más la gente que está esperando que vayamos con algo, un abrazo, una oración, sembrarle una palabra y ganarlos del reino de las tinieblas y traerlos para el reino de Jesucristo. ¿Estás de acuerdo en que le vaciemos el infierno en Argentina al diablo y llenemos el cielo en el nombre del Señor y podamos trascender? Alguien sembró en vos. ¿Vas a sembrar en alguien? ¿Cuántas cosas estás cosechando? Alguien sembró una palabra.
Cuando empecé a dar clases, a predicar, le decía, Alejandra, ¿cómo estuve? Ella me decía, bárbaro. Yo decía, no, me parece que estuve mal. No, me decía ella, estuviste increíble. Y ella sembró en mí. Y yo sé que donde voy Dios obra, porque alguien sembró en mí y ahora tengo que sembrar en alguien.

¿Vas a orar, bendice mi trabajo o vas a orar que mi trabajo bendiga tu reino? ¿Vas a orar, dame plata, Señor o vas a orar, dame plata que bendiga tu reino? ¿Vas a orar, bendice mi casa o que mi casa bendiga tu reino? ¿Vas a orar, dame el coche nuevo o vas a orar, que mi coche bendiga tu reino, Señor? Yo quiero ser un sembrador, quiero trascender. Apocalipsis dice que cuando los muertos se vayan, sus obras continuarán con ellos. Eso es trascender. Cuando nos agarran con Alejandra, dicen, pastora, hace cinco meses me drogaba. Yo conocí al Señor acá. Eso es una alegría. Son la corona nuestra. Son nuestra cosecha. Y la gente es cambiada.

¿Te animás a sembrar? Estaba el pastor Osteen y fueron a comer. Y la mesera lo trató mal. Y el pastor dice, no le voy a dejar propina a esta mujer que me trata mal. Y el Espíritu Santo le dijo, le vas a dejar la mejor propina que diste en toda tu vida. No, decía él, me trató mal. Le vas a dar la mejor propina. Y cuando viene la mujer, le dejó una propina más grande que el plato que habían comido. Y la mujer se sorprendió.
Al otro día le mandó un correo. Pastores, yo era cristiana, maltratada, apartada. Me engañaron, abusaron y lo traté mal. Sé que le traje mal la comida, está muy mal, pero cuando vi la propina que me dio dije, este es un varón de Dios. Y a partir de ahora toda mi familia, todos nos vamos a congregar con usted. Ustedes son gente de Dios. El Espíritu Santo le habló y le dijo, ves lo que hiciste. Le cambiaste la cosecha a la mujer, porque el diablo le había sembrado problemas y le cambiaste la semilla, le cambiaste la cosecha.

¿No será que a la gente en el mundo el diablo les está sembrando basura y tendremos que ir los hijos de Dios a cambiarles la cosecha? ¿Será que ha llegado nuestra hora de decir, ahora vamos a sembrar nosotros? Porque Jesús dijo, si le sembrás algo bueno al que te siembra algo bueno, ¿dónde está tu recompensa? Pero si al que te hace algo malo le sembrás una semilla de bendición, le cambiás la cosecha. Ahí hubo victoria. ¿Qué te parece si en esta semana le cambiamos la cosecha a más de uno con un abrazo, una oración, una palabra?
Jugar, soñar, conquistar, trascender. Voy a orar para que esas cuatro cosas las tengamos ahora y tengamos vidas plenas. Les hablo a los adolescentes y a los jóvenes. Ojalá me hubiesen soltado esta palabra a tu edad, pero hoy Dios me da la posibilidad de sembrar en tu vida. Yo sé que se van a levantar los próximos Timoteos, las líderes, las pastoras, las millonarias, la gente extraordinaria, porque te estoy sembrando algo grande de parte de Señor.

Me dijo mi papá, a ver, ¿quién es la persona más importante de toda la Biblia? Yo le dije, no sé. El hombre más importante de toda la Biblia fue José, el esposo de María. Pero si de José nunca habla la Biblia. Me dice, cuánto Dios tuvo que haber confiado en ese hombre para entregarle el bebé, a su hijo amado para que lo cuide y lo crié. ¿No es ese hombre más importante? ¿Le dejarías a tu hija, un bebé, a alguien en quién no confías totalmente para que lo cuide y lo críe?
José cargaba con el bebito fruto del Espíritu Santo. Cargaba con todos los comentarios del pueblo que le decían, sí, del Espíritu Santo, con toda la humillación durante su vida. Pero José no habló nunca. Dios le habla en sueños, nada más. Pero él fue el hombre más importante. ¿Podrá Dios confiarte algo que él ama? ¿Podrá Dios poner algo en tu mano? Querido adolescente, niño, querido adulto, querido anciano, ¿podrá Dios confiarte algo que él ama y podrás cuidarlo y hacerlo crecer y llevarlo como una semilla para que la gente sea bendecida?
El hombre más importante de la Biblia es José. Yo oro para que Dios levante a los Josés que le digan, Señor, lo que me has dado lo voy a sembrar, porque hoy estoy cosechando de lo que me han sembrado, pero voy a salir a sembrarle a otros y a cambiarles la cosecha, porque en el 2012 el infierno que está sobre Argentina se va a vaciar y el cielo que está sobre Argentina se va a llenar con tu poder.

Jugar, soñar, conquistar, trascender. Yo declaro en el nombre de Jesús que semillas del cielo vienen sobre tus manos para que disfrutes de la cosecha que otros te han sembrado y salgas a sembrar a las nuevas gentes. Yo declaro, Presencia, que hoy nos levantamos para que Argentina sepa que ha nacido un salvador. Su nombre es Jesús de Nazaret.
Hay gente afuera que está en la agenda de Dios. Tienen tu nombre,  están esperando que les siembres algo, como alguien sembró en tu vida una oración, un abrazo, una palabra, un regalo. Evangelizar no es una técnica, es amar a la gente. Por eso, en estos veinte años hemos recorrido cada centímetro de la Argentina, porque los pastores hemos sembrado sin parar, porque Dios nos llamó a trascender, porque lo único que nos vamos a llevar al cielo es lo que hayamos hecho, nada más.
Cuando Alejandro Magno murió, dijo, entiérrenme con las palmas hacia arriba para mostrarle al mundo que no me llevo nada aunque he conquistado todo. No nos vamos a llevar nada sino la cosecha que alguien hizo en nosotros y que hemos hecho en los demás.

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