sábado, 1 de mayo de 2010


El Evangelio de hoy


Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?" Y se negaban a creer en él.

Entonces, Jesús les dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa". Y no hizo muchos milagros ahí por la incredulidad de ellos.


+ Reflexión


Ciertamente el lugar más difícil para que nuestro testimonio y nuestro anuncio evangélico sea aceptado es nuestro propio medio, y más aún, nuestra propia casa. Ni para el mismo Jesús fue diferente. Generalmente la gente que vive con nosotros no es fácil de convencer. Sin embargo, es ahí donde podemos verdaderamente ser luz, ser modelo. No se trata de imponer, sino de convencer; no se trata de acusar, sino de amar. Muchas veces vale más nuestro testimonio de amor silencioso que muchas exhortaciones y amonestaciones que lo único que consiguen es dividir y generar discordia, sobre todo en la familia, lugar que debe ser de paz y armonía.

Si experimentamos problemas y no vemos cambios en nuestra propia familia o comunidad, recordemos las palabras de San Pablo: "Cree tú, y creerá tu familia".


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

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