domingo, 28 de noviembre de 2010

Adviento tiempo de Esperanza...

AHORA LE TOCA A LA ESPERANZA

Todos los tiempos son tiempos de fe porque sin fe todo carece de base y fundamento. Todos los tiempos son tiempos de amor y caridad porque sin amor la vida carece de sentido. ¿Y dónde están los tiempos de la esperanza? Cada año comenzamos el Adviento como tiempo de esperanza, pero en realidad le damos poca importancia. Como decía Peguy la esperanza es la “hermana menor”, pero luego añade que es “la hermana preferida de por Dios”.Sin la fe carecemos de base y sin amor, carecemos de vida; pero sin esperanza carecemos de futuro. Sin esperanza no hay amanecer. Sin esperanza no hay ilusión y nos quedamos todos encerrados en el pasado que ya no existe. Sólo la esperanza es capaz de sacarnos del poco de nuestras desilusiones y fracasos y abrirnos al cambio y a lo nuevo. Sin esperanza la vida es como un camino que tropieza contra un muro sin saber lo que hay al otro lado.Dios es amor, pero también es esperanza. Vive de la esperanza de un nuevo futuro, un nuevo mundo, un hombre nuevo, por eso el libro del Eclesiástico nos dice: “ No preguntes: ¿Por qué los tiempos pasados fueron mejores que los presentes? Eso no lo pregunta el sabio”. (Ecl 7,10)Hemos hablado mucho de la fe, ahora le toca a la esperanza, hemos hablado mucho de la caridad, ahora la toca a la esperanza. Nos han hablado mucho de la fe, ahora le toca el turno a la esperanza. Nos han hablado mucho de la caridad, ahora le toca el turno a la esperanza.Nuestra vida cristiana tiene necesita del trípode de la fe, la caridad y de la esperanza. Si le falta una de las patas al trípode, el resto se nos viene abajo. La fe sostiene la esperanza, pero la esperanza da futuro a la fe. Sin esperanza somos pasado, es decir, ya no somos.José Luís Martín Descalzo escribía en el Prólogo a su libro Razones para la esperanza: “Dicen que la gran enfermedad de ese mundo es la falta de fe o la crisis moral que atraviesa. No lo creo. Me temo que en nuestro mundo lo que está agonizando es la esperanza, las ganas de vivir y luchar, el redescubrimiento de las infinitas zonas luminosas que hay en las gentes y en las cosas que nos rodean.”Por eso es maravilloso que el Ciclo o Año Litúrgico comience siempre con el Adviento como tiempo de Esperanza. Tiempo de espera. De espera del triunfo definitivo de Jesús al final de los tiempos, pero la espera de algo más inmediato que es la venida misma de Jesús en Navidad. Esa es la gran espera de Dios durante siglos. Nosotros celebramos esa espera y esperanza de Dios para convertirla también en esperanza nuestra.Esperar es saber que hay un futuro distinto. Cuando descubrimos este futuro como cierto y como “realidad positiva, se hace llevadero también el presente”. ¿Reconocemos a la Navidad como algo que esperamos no por los regalos sino porque con ella podemos encontrar la razón de nuestras vidas?”

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