Todo “comenzó” en la experiencia pascual de la Última Cena en torno al mensaje de Jesús: amar a todos como él nos amó; ahí se condensa toda la fuerza del Dios-Amor que llegaría hasta su entrega total pocas horas más tarde, haciendo inseparables el culto de la vida. Desde entonces, nada es igual, hay un antes y un después porque Él es el motor de la Historia.
El término Iglesia (del griego Ekklesia) significa asamblea. Se puede decir que la Iglesia nació a partir de Pentecostés, cuando las primeras comunidades desarrollaron una sorprendente vitalidad y su notoriedad ejemplar al propagar la Buena Nueva gracias a la llegada del Espíritu cuando más temerosos estaban.
A los que no eran seguidores de Jesús les parecía más una secta que una nueva religión (les llamaban la secta de los "Nazarenos"). Nada les resultó fácil a aquellos primeros cristianos, guiados por ese Dios que respeta la libertad y la condición humana en toda su extensión, como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles, el “quinto Evangelio”.
El rechazo histórico que sufrieron entre su propio pueblo judío activó su labor misionera, acrecentada por sus primeros éxitos con los gentiles. Antioquía fue el primer lugar donde Pablo y los suyos recibieron el nombre de cristianos.
Pronto empezaron a ser vistos como un peligro que chocaba con los intereses del Imperio y con los de muchos ciudadanos romanos que se sentían incómodos con su apuesta de fe y de vida. A principios del siglo III comienza una represión brutal de casi dos siglos, planificada para hacer desaparecer a los cristianos.
En el siglo IV aparece Constantino y cambian las cosas. Cierto es que se consolida la Iglesia institución, pero tuvo su lado oscuro porque el cristianismo empezó a ser la religión de un emperador utilizando en su provecho a la Iglesia. Y sus sucesores siguieron la táctica de otorgar privilegios y ventajas para controlarla mejor como instrumento de su política imperial.
Pero aquella Iglesia primitiva, la más cercana en el tiempo a Jesús:
Tenía atractivo, su estilo de vida era una Buena Noticia;
Era una Iglesia con una vivencia comunitaria y solidaria;
Las dificultades existieron desde el principio: grandes diversidades culturales y con visiones teológicas diferentes. Pero el Mensaje no podía estar anclado en la ley sino en la vivencia religiosa de la entrega a los demás, frente al judaísmo clásico;
Aquellos cristianos no arrugaban su testimonio ante las dificultades.
En ella tendremos siempre un ejemplo a seguir en nuestras comunidades cristianas.
Jesús nos enseña que «la felicidad está más en dar que en recibir...». Si te gusto esta nota, ¡compártela! ¡Compartir no cuesta nada!.
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