Cuando la oportunidad llama a tu puerta
Estas palabras no son para venderte nada, ni para alquiles no sé qué cosa. No. Sencillamente te quiero hablar de Dios. Sí, de Dios. Es tanto lo que nos jugamos que sólo te pido que te detengas. Mejor dicho, que pares un poco la velocidad de tu vida. Piensa por un instante en que momentos de tu vida, más o menos larga, has dejado que Dios entre en tu vida. Seguro que cuando le has abierto tu puerta, las cosas han sido de otra manera. Pero no porque a lo mejor haya desaparecido de tu vida aquello que te fastidiaba o te dolía, o te agobiaba. No. Sencillamente todo era de otra manera, porque veías las cosas de otra forma.
Cuando le haces sitio a Dios, miras a la gente de distinta forma, utilizas las muchas o pocas cosas que posees de otra manera; es más hasta percibes a Dios de otro modo. Las personas, las cosas, Dios mismo, ocupan nuestra vida en mayor o menor medida. La clave de todo está en qué lugar le dejamos a Dios.Cuando Dios está en el centro de tu vida, cuando lo vives como lo más importante que tienes, te das cuenta que puedes amar a la gente, y que con respecto a aquellas cosas que posees puedes actuar de forma libre, responsable y generosa.
Tiempo de oportunidades
Pero a veces olvidamos. Nos falla la memoria. Y o bien dejamos a Dios de forma permanente en el último lugar de nuestra ocupada vida, o bien lo posponemos para alguna otra ocasión, menos gratuita, para casos de “emergencia” y de uso interesado. En cualquiera de estos casos salimos perdiendo. Cuando vives de espaldas a Dios, tarde o temprano, te importan más tus cosas que cualquier persona. Y al final sólo te importas tú, y solo tú, y nadie más que tú. Todo a tu servicioPero esto no tiene porque ser siempre así. Dios no deja de preocuparse por ti.
Jesucristo, nos ha abierto la puertas del corazón de Dios. Él nos muestra como es Dios. Es amor siempre. Por eso, si hasta ahora en tu vida no has contado mucho con Dios y no has escuchado lo que él desea para ti, este es el momento. Este momento se llama Cuaresma. Un tiempo para reencontrarnos con Dios, para escucharle, para que de nuevo sintamos de forma palpable su amor en nosotros. Para que así podamos ser para otros presencia de ese amor fiel y gratuito.
Las oportunidades nunca vienen solas
Dios a través de esta familia de sus Hijos que es la Iglesia, de la que formamos parte desde nuestro Bautismo, nos ofrece esta oportunidad. Y ya sabes que las oportunidades no vienen solas. De ahí: la Oración, la caridad y la penitencia. Ya sé, a lo mejor dices. “lo de siempre”. No es así. Dios es novedad permanente. En la medida que dejamos que Dios actúe en nosotros vemos como Dios no se repite. Todo lo hace nuevo. Nos renueva, nos hace personas nuevas. Y el ejemplo que sigue, la imagen que tiene en su memoria es la de su Hijo Jesucristo.
Por eso la oración, el trato de amistad y de hijos con Él, también la escucha de su Palabra, la participación en la Eucaristía, el celebrar el Sacramento de la Reconciliación…Tantas y tantas cosas para recolocar a Dios en el centro de nuestra vida. Así podemos vivir desde Él para los demás. De ahí la caridad con nuestro prójimo. Comparto lo que soy y tengo porque Dios es amor.Y también en este tiempo el ayuno de aquellas cosas que nos atan, nos separan de Dios y de los hermanos. Renunciar a las cosas para mostrar nuestra libertad y dominio sobre ellas, y a la vez agradecimiento con Dios, de quien proviene todo, y que es el único Señor.
Ponle nombre a tu oportunidad
Ojalá que esta Cuaresma sea para ti distinta. No sé si será un momento de oración, o un tiempo de formación en torno a la Biblia, no sé si será en un gesto de compartir lo que tienes con los necesitados, o un momento de gozo en tu familia, en tu comunidad. Pero seguro que si tú quieres, en uno de esos momentos, Dios se hace el encontradizo contigo.
No desaproveches esta oportunidad. Pon a Dios en tu corazón, y seguro que todo será distinto. Así la Pascua de Cristo será también tu Pascua. Porque habrás aprendido a vivir de las palabras que salen de la boca de Dios. Te sentirás una persona nueva porque Dios se fija cada día en ti y te propone un proyecto de vida plena: Jesucristo. No lo dudes. Dile: Sí.
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