Había una vez un anciano, que solo buscaba alguien que lo escuchara. Caminó por ciudades, transitó por caminos buscando siquiera una sonrisa humana.....pero.... era tanta la prisa que todos llevaban....que ni esa sonrisa la pudo encontrar.
Desanimado, y falto de fuerza, se sentó sin esperanza junto a un árbol....allí, precisamente allí, encontró a otro anciano también desanimado porque tampoco había encontrado quien le brindara una sonrisa y lo escuchara.....ambos comenzaron hablar de sus tristezas, de sus amarguras, de su desesperanza. Ambos encontraron el mismo camino de ingratitud, de egoísmo y amargura....ambos terminaron convencido de una cosa: lo importante de saber escuchar y ser escuchado, de saber compartir las penas y los sufrimientos de los demás....
Ambos aprendieron la gran lección que le habían dado los hombres.... el camino del egoísmo sólo lleva a la destrucción de los valores más importantes de la humanidad: amar, compartir y servir.
Aprendamos también nosotros ésta hermosa lección, que estos dos ancianos nos dan: vivir solo para sí ,es el pecado más grave de la humanidad de hoy.
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