MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2010
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El Sábado, 06 de febrero de 2010 a las 22:07
Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2010. El texto, fechado el 30 de Octubre de 2009, lleva por tيtulo la siguiente afirmaciَn de San Pablo en su Carta a los Romanos: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. Este es un resumen del Mensaje Papal:"Cada aٌo, con ocasiَn de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisiَn de nuestra vida a la luz de las enseٌanzas evangélicas. Este aٌo quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmaciَn paulina: La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (cf. Rm 3,21-22).Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra "justicia", que en el lenguaje comْn implica "dar a cada uno lo suyo" - "dare cuique suum", segْn la famosa expresiَn de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clلsica definiciَn no aclara en realidad en qué consiste "lo suyo" que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene mلs necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo mلs يntimo que se le puede conceder sَlo gratuitamente: podrيamos decir que el hombre vive del amor que sَlo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son ْtiles y necesarios (es mلs, Jesْs mismo se preocupَ de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguيa y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia "distributiva" no proporciona al ser humano todo "lo suyo" que le corresponde. Este, ademلs del pan y mلs que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustيn: si "la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios" (De Civitate Dei, XIX, 21).El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apَstol Pablo en la Carta a los Romanos: "Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y estلn privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redenciَn realizada en Cristo Jesْs, a quien exhibiَ Dios como instrumento de propiciaciَn por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).؟Cuلl es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sي mismo y a los demلs. El hecho de que la "propiciaciَn" tenga lugar en la "sangre" de Jesْs significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sي mismo la "maldiciَn" que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la "bendiciَn" que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeciَn: ؟qué justicia existe dَnde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendiciَn que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de "lo suyo"? En realidad, aquي se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autلrquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusiَn de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demلs y de Dios, exigencia de su perdَn y de su amistad.Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cَmodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo "mيo", para darme gratuitamente lo "suyo". Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristيa. Gracias a la acciَn de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia "mلs grande", que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre mلs deudor que acreedor, porque ha recibido mلs de lo que podيa esperar.Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formaciَn de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir segْn su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este aٌo volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvaciَn. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversiَn y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazَn la bendiciَn apostَlica".
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El Sábado, 06 de febrero de 2010 a las 22:07
Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2010. El texto, fechado el 30 de Octubre de 2009, lleva por tيtulo la siguiente afirmaciَn de San Pablo en su Carta a los Romanos: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. Este es un resumen del Mensaje Papal:"Cada aٌo, con ocasiَn de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisiَn de nuestra vida a la luz de las enseٌanzas evangélicas. Este aٌo quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmaciَn paulina: La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (cf. Rm 3,21-22).Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra "justicia", que en el lenguaje comْn implica "dar a cada uno lo suyo" - "dare cuique suum", segْn la famosa expresiَn de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clلsica definiciَn no aclara en realidad en qué consiste "lo suyo" que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene mلs necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo mلs يntimo que se le puede conceder sَlo gratuitamente: podrيamos decir que el hombre vive del amor que sَlo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son ْtiles y necesarios (es mلs, Jesْs mismo se preocupَ de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguيa y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia "distributiva" no proporciona al ser humano todo "lo suyo" que le corresponde. Este, ademلs del pan y mلs que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustيn: si "la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios" (De Civitate Dei, XIX, 21).El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apَstol Pablo en la Carta a los Romanos: "Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y estلn privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redenciَn realizada en Cristo Jesْs, a quien exhibiَ Dios como instrumento de propiciaciَn por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).؟Cuلl es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sي mismo y a los demلs. El hecho de que la "propiciaciَn" tenga lugar en la "sangre" de Jesْs significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sي mismo la "maldiciَn" que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la "bendiciَn" que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeciَn: ؟qué justicia existe dَnde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendiciَn que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de "lo suyo"? En realidad, aquي se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autلrquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusiَn de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demلs y de Dios, exigencia de su perdَn y de su amistad.Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cَmodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo "mيo", para darme gratuitamente lo "suyo". Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristيa. Gracias a la acciَn de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia "mلs grande", que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre mلs deudor que acreedor, porque ha recibido mلs de lo que podيa esperar.Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formaciَn de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir segْn su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este aٌo volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvaciَn. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversiَn y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazَn la bendiciَn apostَlica".
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