domingo, 16 de noviembre de 2008
El perdón
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Queremos ayudarlo a que usted aprenda a perdonar, porque perdonando será una persona mucho más feliz. En la vida humana es normal que existan errores, defectos y roces que nos afectan. Estar preparados para vivir es aprender a decir ¡BORRÓN Y CUENTA NUEVA!, es comprender la naturaleza humana y saber que el fallo es parte de ella y que no todo el mundo siempre está dispuesto a hacer el bien.
Hacer el bien no es igual para todos. Sí, es cierto que hay un bien objetivo; la forma de realizarlo es diferente. Depende de tantos factores: experiencias, conocimientos, etc. Hay criterios diferentes, porque hay distintas maneras de pensar. Hay quienes creen hacer el bien y de hecho lo están realizando al nivel de su conciencia, pero en la forma de hacerlo están fallando. Aun cosas hechas con la mejor intención no son hechas objetivamente de acuerdo con el bien y la moral. Debemos ser realistas y estar preparados para comprender.
Lo ideal sería que las cosas negativas que nos ocurren pudiésemos borrarlas de nuestra mente y no permitir que nos hiciesen daño. El ser humano es mucho más delicado que una computadora; hay muchos condicionamientos y circunstancias externas que afectan nuestro comportamiento.
Dios, que sí conoce la naturaleza humana, comprende. Por eso en la cruz lanzó esta frase: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Lo que significa: A pesar de todo, sigue amándolos - a mis enemigos, asesinos, a aquellos que me están crucificando en estos momentos - sigue amándolos. Esta naturaleza humana nuestra está tan corrupta que es "normal", por desgracia, que el hombre haga daño. El ambiente social fácilmente contamina a cualquiera. Muchas de las cosas malas que hacemos son por ignorancia y por las circunstancias que nos llevan a ello. Dios nos perdona, pero también nos pide que perdonemos "70 veces 7".
Queremos sugerirle los siguientes pasos que lo ayudarán a perdonar:
1.- Sea realista y comprenda que la naturaleza humana está muy corrupta por el pecado y que los verdugos también son víctimas. Muchas veces no sabemos cómo luchar contra nuestros primitivismos: esos instintos no moldeados que a veces florecen y hacen daño. Pero pensemos que otras veces fuimos nosotros los que hicimos daño. Es el mundo en que vivimos y debemos efectuar la operación de "BORRÓN Y CUENTA NUEVA".
2.- Cuando le ofendan, sea muy fuerte. En este mundo el débil la pasa muy mal. ¿Sabía usted que cuando a uno le ofenden, es uno mismo el que permite que la ofensa llegue a lo más profundo del alma? Si usted quiere, la ofensa quedará en la periferia de su ser. No esté rumiando su resentimiento y golpeando su auto-imagen. Sea muy fuerte y olvide.
3.- Analice si en lo que le han dicho hay algo de cierto. Muchas veces nuestras grandes verdades vienen de quienes dicen ser nuestros enemigos. Algunos de ellos se hacen "especialistas" en encontrar nuestros defectos y sin ningún reparo nos lanzan nuestras fallas. Y, a veces, tienen mucha razón.
4.- Una prueba de amor es orar y bendecir a quien nos ha hecho daño. Bombardéelo a fuerza de oración. Así él no le hará daño y usted será santo gracias a él. Vea también lo positivo que tiene esa persona, sus cualidades, su parte buena. AME A PESAR DE TODO, COMO LO HACE DIOS CON NOSOTROS.
5.- ¡Olvide! Entierre eso ya. No esté comentando con todo el mundo lo que le hicieron. Jesús nos enseñó un camino maravilloso: perdonar y olvidar enteramente lo malo. Él nunca tuvo resentimientos. ¿Quiere conservar su paz y su salud mental, el amor en su corazón? En verdad, ¿quiere amarse? Olvide, tenga muy mala memoria.
6.- Usted tiene derecho a defender su dignidad, a hablar con la persona y aclarar las circunstancias, pedirle una explicación sin alterarse. Pero no caiga en la grosería.
7.- Ore al Señor. Pídale protección a Dios cuando el rencor venga a su mente. Jesús sana su corazón herido. Pídale que la sangre de Cristo limpie su corazón como si esto fuera una infección. Construya una barrera interior que rechace el pecado. Ore por su enemigo y... olvide para siempre.
El camino de la sabiduría tiene un nombre: el perdón. Y no se olvide, ¡CON DIOS, USTED ES INVENCIBLE!
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