El Evangelio de hoy termina con una frase que invita al examen. “Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura.” Nosotros todo se lo pedimos, pero qué hemos hecho antes por el reino de Dios.Lo más fácil es quejarnos de que Dios “no me escucha”, pero no nos preguntamos si nosotros le hemos escuchado. Nos lamentamos de que Dios “no nos echa una mano” cuando estamos mal y lo necesitamos, pero cuándo le echamos una mano nosotros a Dios para que su reino y su justicia sea una realidad.
No es que Dios cobre por adelantado. Dios no cobra ni adelantado ni retrasado. Es que para recibir los dones de Dios también nosotros necesitamos estar preparados y dispuestos. No basta echar la semilla en la tierra, si la tierra no está abonada y arada. La semilla puede ser buena y abundante, pero la semilla requiere de condiciones para su crecimiento.
No es Dios quien cobra primero. Somos nosotros los que necesitamos estar en condiciones de recibir sus dones y su ayuda. Es ahí donde posiblemente fracasen muchas de nuestras oraciones. El mejor abono y las mejores condiciones para recibir los dones de Dios es que Él nos encuentre metidos en sus intereses que, al fin y al cabo, más que intereses suyos son nuestros.
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