A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta».
Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?
El que me ha visto, ha visto al Padre.
¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"?
¿No crees
que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que digo no son mías:
el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro
que el que cree en mí
hará también las obras que Yo hago,
y aún mayores,
porque Yo me voy al Padre.
Y Yo haré todo lo que ustedes
pidan en mi Nombre,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré».
Queridos amigos y amigas:
Comenzamos hoy el Salmo con la expresión de que el clamor y la gloria de Dios llegan a toda la Creación.
¿Qué nos quieren expresar el cielo, el firmamento, el día, la noche...? Que la Voluntad y la Gracia de Dios lo recorren todo y nos llegan a todos. Su Gracia, su Providencia y su Mensaje inundan a toda la Creación. ¿Cuál ha de ser nuestra actitud ante este Mensaje que se nos susurra?
La profunda seguridad y confianza en la mano providente de un Dios que es todo Gracia. Que cuida día a día lo que ha creado y especialmente al hombre. Dios no nos falla nunca. Su Voluntad y su Gracia nos llenan de seguridad y confianza. De Dios puedo fiarme porque nunca abandona a los seres creados por Él. Hoy queremos unirnos al canto del Universo; al clamor de la Naturaleza y de la Creación.
¡Ayúdanos a ser un canto de la Gloria de tu Amor con nuestra vida cotidiana!
¡Concédenos esa fe y abandono que confía en Ti! Y que lo hace con la misma seguridad que tenemos del discurrir del día y de la noche y de la existencia de las estrellas en el firmamento!
Celebramos hoy la fiesta de los Apóstoles Felipe y Santiago.
Del mismo modo que Jesús pregunta a Felipe sobre su “conocimiento” acerca de Él después de tanto tiempo de compartir su vida y mensaje con sus apóstoles; así también nos lo cuestiona hoy a nosotros. Felipe pide una manifestación extraordinaria del Padre y Jesús le descubre que sólo la fe puede descubrir la presencia del Hijo en el Padre y del Padre en el Hijo.
Somos creyentes. Hemos vivido ya un itinerario más o menos extenso de fe y vivencia cristiana. Nos hemos entrañado con los hechos y palabras de Jesús... pero nunca terminaremos de conocerlo del todo. Como a los apóstoles le hacemos preguntas inquisitivas sobre Él, sobre su Padre; acerca del discurrir del mundo y de la historia...
Seguimos pidiendo excesiva cantidad de signos y claras señales. Aún nos falta –como a los apóstoles– esa “fina y lúcida” sensibilidad que sabe leer y entender el lenguaje de Dios en todo aquello que ocurre, en las luces y en las sombras. Pero Jesús conoce nuestras dudas e interrogantes y da una respuesta convincente desde su ser, actuar y hablar. De ahí su afirmación profunda y llena de sentido: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
«Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta».
Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?
El que me ha visto, ha visto al Padre.
¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"?
¿No crees
que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que digo no son mías:
el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro
que el que cree en mí
hará también las obras que Yo hago,
y aún mayores,
porque Yo me voy al Padre.
Y Yo haré todo lo que ustedes
pidan en mi Nombre,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré».
Compartiendo la Palabra
Queridos amigos y amigas:
Comenzamos hoy el Salmo con la expresión de que el clamor y la gloria de Dios llegan a toda la Creación.
¿Qué nos quieren expresar el cielo, el firmamento, el día, la noche...? Que la Voluntad y la Gracia de Dios lo recorren todo y nos llegan a todos. Su Gracia, su Providencia y su Mensaje inundan a toda la Creación. ¿Cuál ha de ser nuestra actitud ante este Mensaje que se nos susurra?
La profunda seguridad y confianza en la mano providente de un Dios que es todo Gracia. Que cuida día a día lo que ha creado y especialmente al hombre. Dios no nos falla nunca. Su Voluntad y su Gracia nos llenan de seguridad y confianza. De Dios puedo fiarme porque nunca abandona a los seres creados por Él. Hoy queremos unirnos al canto del Universo; al clamor de la Naturaleza y de la Creación.
¡Ayúdanos a ser un canto de la Gloria de tu Amor con nuestra vida cotidiana!
¡Concédenos esa fe y abandono que confía en Ti! Y que lo hace con la misma seguridad que tenemos del discurrir del día y de la noche y de la existencia de las estrellas en el firmamento!
Celebramos hoy la fiesta de los Apóstoles Felipe y Santiago.
Del mismo modo que Jesús pregunta a Felipe sobre su “conocimiento” acerca de Él después de tanto tiempo de compartir su vida y mensaje con sus apóstoles; así también nos lo cuestiona hoy a nosotros. Felipe pide una manifestación extraordinaria del Padre y Jesús le descubre que sólo la fe puede descubrir la presencia del Hijo en el Padre y del Padre en el Hijo.
Somos creyentes. Hemos vivido ya un itinerario más o menos extenso de fe y vivencia cristiana. Nos hemos entrañado con los hechos y palabras de Jesús... pero nunca terminaremos de conocerlo del todo. Como a los apóstoles le hacemos preguntas inquisitivas sobre Él, sobre su Padre; acerca del discurrir del mundo y de la historia...
Seguimos pidiendo excesiva cantidad de signos y claras señales. Aún nos falta –como a los apóstoles– esa “fina y lúcida” sensibilidad que sabe leer y entender el lenguaje de Dios en todo aquello que ocurre, en las luces y en las sombras. Pero Jesús conoce nuestras dudas e interrogantes y da una respuesta convincente desde su ser, actuar y hablar. De ahí su afirmación profunda y llena de sentido: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
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